El pasado miércoles día 8 el puerto de A Coruña recibió la visita de una nueva nave de pasaje, en esta ocasión se trató del buque Saga Sapphire en su segunda recalada del año a la ciudad herculina. El navío de bandera maltesa llegó a la ciudad poco antes de las 08:00 horas procedente del puerto de Southampton para dar la oportunidad a sus más de 700 pasajeros de descubrir los encantos de nuestra ciudad y alrededores. No es la primera entrada que escribo sobre esta nave (y espero que no sea la última) y tampoco es que haga falta leer cosas sobre él para darse cuenta de que no estamos ante un barco de nueva construcción; un simple vistazo a las fotos es más que suficiente para darse cuenta. Sin embargo en su anterior escala en el puerto de A Coruña, el pasado 16 de abril, se realizó una ceremonia a bordo con las autoridades, intercambio de regalos incluidos; lo propio en una escala inaugural pero que resulta bastante contradictorio teniendo en cuenta de que hablamos de un buque con 32 primaveras. Pero es que en el panorama crucerístico el Saga Sapphire es relativamente nuevo si bien eso de «nuevo» hay que ponerlo entre comillas.

…Más bien es de segunda mano (bueno, realmente tiene bastantes más) pero eso es lo que busca siempre su naviera, la inglesa Saga Cruises. No es que la compañía esté fundada por un grupo de «tacaños» que quieran ahorrarse un buen puñado de libras comprando barcos cochambrosos para hacer algo de dinero si no que es una compañía especializada en ofrecer viajes de placer a bordo de buques clásicos para un pasajero tipo que supera por lo general los 50 años de edad, y el negocio, iniciado en 1996, de momento funciona bastante bien. Pero como en cualquier «business» para mantenerse en la brecha hay que estar en constante evolución y la compañía se encuentra en la actualidad en un profundo proceso de renovación de la flota que comenzó hace ahora tres años con el adiós de uno de esos tesoros navales y símbolo de la naviera como era el Saga Rose que tras ser retirado del servicio activo y permanecer abandonado en Gibraltar acabó sus días siendo despiezado en un chatarrero chino para cabreo de aquellos que amamos a este tipo de navíos. Para principios del próximo año se repetirá la historia sólo que esta vez le tocará la china (nunca mejor dicho) al gemelo de nuestra querida Rosa, el Saga Ruby.

El tristemente desaparecido Saga Rose durante una de sus habituales escalas 
en la ciudad.

Claro que no sólo hay bajas; también hay fichajes. A finales de 2011 Saga Cruises compró un buque llamado Bleu de France que tras una profunda reforma y un cambio de nombre se convertiría en nuestro Saga Sapphire para unirse a la colección de «joyas» de la compañía británica. Por tamaño (37.000 toneladas) y por edad (32 añazos) el navío casa  bastante bien con la ideología «Saganiana» y en principio todo parecía propicio para que este «gran zafiro» se convirtiera en un gran éxito comercial, pero lo cierto es que el primer año de vida vistiendo sus nuevos colores ha sido cuanto menos complicado y, siguiendo con el símil, parece que el zafiro les ha quedado poco pulido.

La nueva imagen corporativa se Saga Cruises impresa en la chimenea del Saga Sapphire.

Hay que reconocer que si la cosa empezó torcida fue por causas ajenas a la naviera; tras su compra, la nueva adquisición de la compañía fue llevada a los astilleros Fincantieri de Palermo en noviembre de 2011 para realizar los trabajos de reforma en la nave que incluían entre otros la renovación total de los interiores, la adición de nuevos camarotes con balcón, el repaso de la maquinaria y el repintado y mantenimiento del casco. Los trabajos, que deberían haber durado 4 meses, se retrasaron más de lo previsto debido a una huelga en el astillero que tuvo como fatal consecuencia que el nuevo Sapphire no estuviese listo para su viaje inaugural, un crucero de 23 días que contaba con todos sus billetes vendidos desde hacía meses. Fue un gran contratiempo salvado con algo de improvisación pero que se convirtió en el pistoletazo de salida para el via crucis que iba a sufrir esta nave desde ese instante.

Durante su reconversión de Bleu de France a Saga Sapphire en Fincantieri.
 (Fuente: hjm-marine.com)

Con varios días de retraso sobre lo previsto el Saga Sapphire llegó a Southampton, punto de inicio de su crucero inaugural y que había sido pospuesto por unos días. A su llegada aún quedaba mucho trabajo por hacer en el interior de la nave y muy poco tiempo para acometerlo y como suele ocurrir y dicta la sabiduría popular recogida en el refranero español las prisas son malas consejeras; en una inspección realizada días antes de la partida del buque los funcionarios de la agencia marítima encontraron hasta un total de 55 deficiencias a bordo que iban desde la falta de información en los simulacros de incendio a la falta de elementos básicos en los botes salvavidas. Para cerrar el despróposito que se vívia esos días a bordo del Saga Sapphire durante un simulacro de emergencia dos miembros de la tripulación cayeron por la borda de un bote, aunque afortunadamente sin graves consecuencias.

Todas las deficiencias se pudieron subsanar a tiempo para el inicio del improvisado crucero inaugural pero los problemas no habían hecho más que comenzar; tan sólo unos días después de iniciar su travesía de debut para la Saga Cruises y tras una histórica escala en Ferrol (que se convirtió oficialmente en el primer puerto donde de el Sapphire hacía escala) las cosas empezaron a torcerse cuando el navío comenzó a dar problemas en uno de sus motores. Tras varios días renqueando más que navegando, el Saga Sapphire dijo «basta» en el puerto de Valencia y el crucero inaugural de tres semanas se dio por finalizado cuando no se llevaban ni 7 días. En la capital del Turia se acabaron las felices vacaciones para sus 752 pasajeros que fueron llevados de vuelta a sus casas e indemnizados con una buena suma además de la devolución de los gastos del viaje. La broma debió salirle cara a la compañía si tenemos en cuenta que los precios de este crucero oscilaban entre los 4.000 y los 12.000 euros, pero la mayor factura la pagó el prestigio de la compañía.

Los operarios de la naviera se pusieron a trabajar sin descanso para encontrar el fallo del motor, que se examinó minuciosamente pero pese a los esfuerzos y a que los recambios necesarios fueron llevados en avión rapidamente hasta Valencia el Saga Sapphire no pudo estar listo a tiempo y la compañía se vio obligada a cancelar también el segundo crucero. Más cancelaciones = más indemnizaciones = mayor desatre económico = gravísimo daño de imagen. 

El Saga Sapphire realizando el giro a la altura de la Medusa.

En ese momento comenzaron a surgir toda clase de rumores en torno a la figura del nuevo buque de Saga Cruises, incluso se llegó a decir que la nave sería retirada de inmediato del servicio comercial. Los más observadores ya se fijaron que a la salida del puerto de Southampton el primer día de su viaje inaugural que el Sapphire emitía una anormal cantidad de humo negro por su chimenea, lo que podría indicar el mal funcionamiento de algún componente mecánico. Ese mismo humo negro espeso también lo pudimos ver los que nos acercamos a ver al buque a su salida de Ferrol días después y francamente, sin entender mucho de temas mecánicos la cosa parecía bastante inusual.

 A su salida de Ferrol en abril del año pasado, la nueva adquisición de Saga  
nos deleitó con esta vistosa fumata negra, que dejaba a las claras dos cosas
no había acuerdo para elegir a un nuevo Papa y en la sala de máquinas 
del Sapphire algo no funcionaba correctamente. 
(Foto: Jose R. Montero)

Lo cierto es que con un inicio tan desastroso al Saga Sapphire sólo le quedaba remontar el vuelo y tras días de reparaciones el buque volvió a la carga sin experimentar más problemas. Parecía que las aguas volvían a su cauce hasta que las nubes negras (o más bien el humo negro) volvieron a sobrevolar la nave. A finales de junio el Sapphire sufrió un nuevo problema mecánico cuando se encontraba realizando un crucero por Noruega. El buque tuvo que permanecer en el puerto de Tromso durante varios días al detectarse un problema en uno de sus motores tras producirse un «blackout» (basicamente quedarse tirado en mitad del mar sin propulsión) mientras la nave se dirigía hacia uno de sus destinos.

Durante un crucero por Noruega el fatídico humo negro volvió a surgir de 
la chimenea del Saga Sapphire.
(Fuente: cruiselawnews.com)

Y en agosto más problemas. Durante el regreso a Inglaterra de un crucero por el Báltico el Saga Sapphire se vio obligado a navegar con un solo motor en ruta hacia a Dover aunque esta vez el percance no tuvo consecuencias en la programación de la ruta. Así que ya ven; en poco más de un año el parte de guerra tiene más entradas que las que hay en este modesto blog. Afortunadamente desde que comenzó 2013 parece que los delicados motores del Sapphire no le han vuelto a jugar una mala pasada y los cruceros se realizan con normalidad para alegría de sus pasajeros y alivio de su naviera.

La salida del buque de nuestra ciudad el pasado día 8 se produjo sin incidencias (y sin humo negro a la vista)  y tras realizar un giro a la altura del Castillo de San Antón el barco puso rumbo a su siguiente destino, el puerto de Gibraltar, adonde también llegó sin novedad. Al Saga Sapphire todavía le quedan varias escalas en A Coruña el presente año, la próxima tendrá lugar el 16 de octubre, si las previsiones se cumplen y no hay cambios de última hora. Habrá que estar atentos por si vemos humo negro en el horizonte…

El Sapphire «ahumando» toda Noruega el pasado año.
(Fuente: cruiselawnews.com)

Mi agradecimiento a mi buen amigo Jose Montero por prestarme material para la ilustración de esta entrada.