Desde Cubierta

Todo un gigante

Entramos en la segunda quincena del mes de mayo y eso quiere decir que la cosa se pone interesante. Agárrense que viene curvas; en las próximas dos semanas harán escala en A Coruña un total de 11 navíos de pasaje en el puerto de herculino, lo que por un lado es una gran noticia a efectos de la economía local y para los afotadores navales y por otro me supondrá un auténtico quebradero de cabeza a la hora de dedicarles el espacio que merecen en el blog. Prometo hacer lo que pueda. De momento vayamos con el primero de la lista, el buque Seabourn Quest que nos visitó este lunes.

La llegada del ultralujoso navío de Seabourn Cruise Line se produjo a las nueve de la mañana. A esa hora el Seaboun Quest asomó el hocico por detrás del Castillo de San Antón para dirigirse raudo y veloz a su amarre en el muelle de trasatlánticos con un selecto club formado por cuatro centenares de millonarios a bordo. El navío procedía de Leixoes y su escala en nuestra ciudad forma parte de una espectacular ruta de 25 días de duración con salida desde Barcelona y desembarco en Estocolmo el próximo 6 de junio. 2015 es el segundo año en el que el Seabourn Quest incluye A Coruña dentro de sus rutas comerciales tras su debut en nuestra ciudad el 5 de mayo de 2014.

El Seabourn Quest no fue muy madrugador.

Construído en los astilleros italianos T. Mariotti de la ciudad de Génova y botado en junio de 2011 el Seabourn Quest es un buque de 32.348 toneladas de registro bruto con unas dimensiones de 198´1 metros de eslora, 25,6 metros de manga y un calado de 6´5 metros. En sus 11 cubiertas de pasaje el Quest da cabida a un máximo de 450 psasajeros y a una dotación formada por 335 personas. Haciendo cálculos el ratio pasajero-tripulación de este navío es de 1´3 una auténtica burrada que sitúa al Seabourn Quest como uno de los buques más lujosos del sector.

Seabourn Quest. Uno de los buques más lujosos del mundo atracado en la ciudad
(Foto: Manuel Candal)

Ahí donde lo ven el Seabourn Quest es todo un gigante. Quizás esta definición pueda resultar un poco descabellada teniendo en cuenta que en los últimos días hemos tenido en nuestro puerto entre otros muchos, al Britannia, que asombró por su colosal tamaño y que en nada se parecía a nuestro protagonista de hoy. Sin embargo lo grande o lo pequeño que es un objeto depende de con qué se le compare y para la naviera Seabourn la construcción de este buque (y de las dos unidades cuasigemelas que le precedieron) ha supuesto, a su manera pasarse alsector de los «pesos pesados». Les pongo en antecedentes…

Seabourn Cruise Lines nace en 1988 con capital noruego y con el objetivo de ofrecer cruceros de lujo a bordo de una pequeña flota de buques de aspecto similar a yates que en principio estuvo formada por dos naves, el Seabourn Pride y el Seabourn Spirit (más un tercer gemelo que fue charteado a otra compañía). En los años sucesivos la situación económica alteró un tanto los planes iniciales de la naviera que vio como al pasar de mano en mano, con diversas fusiones, ventas, etc, su flota iba agregando unidades que en un principio no casaban mucho con la filosofía con la que había nacido la marca. La estabilidad llegó en el año 2001 cuando de la mano del gigante corporativo Carnival se homogeneizó la flota vendiendo varias unidades y quedándose unicamente con sus tres pequeños y exclusivos buques-yates gemelos iniciales, el Pride, el Spirit y el retornado Legend, todos ellos bien conocidos en los muelles coruñeses (el Spirit algo menos).

Los tres buques originales de la naviera, los «mini-seabourns», eran unos asiduos visitantes en la ciudad. En la foto la última escala realizada por el Seabourn Legend, en septiembre del pasado año.

En 2006 los directivos de Seabourn se dieron cuenta de que con los tres pequeños buques de su flota, que se acercaban entonces a los 20 años de vida marinera, no podrían hacerle frente a la cada vez más pujante competencia de los Silversea, Regent Cruises, o la más reciente Azamara Cruises. Era hora de tomar medidas (y grandes). A finales de ese mismo año la compañía encargó la construcción de tres modernos buques de ultra-lujo para reemplazar a sus pequeños «seabourns» y que entrarían en servicio ya a partir de 2009. Las medidas de estos nuevos navíos no se acercaban, ni mucho menos, a las gigantescas dimensiones de los encargos habituales que el sector solía hacer a los astilleros, donde los pedidos rara vez bajaban ya de las 100.00 toneladas, pero para Seabourn se trataba de un radical cambio de tamaño, más que de concepto. En 2013 la compañía firmó un acuerdo con la sueca Windstar Cruises para la venta del Pride, el Spirit y el Legend, que han ido dejando la naviera que los vio nacer entre abril del año pasado y mayo de este año.

Un pequeño Seabourn «hormonado». Resulta innegable viendo su aspecto que los buques de la clase Odyssey, de la que forma parte el Seabourn Quest, toman como modelo los pequeños «mini-seabourns» llevando el concepto de yate-crucero a una dimensión mayor.

Y es que el salto experimentado por Seabourn con la adquisición de los tres buques de la clase Odyssey, al que pertenece nuestro protagonista de hoy, ha sido más cuantitativo que cualitativo, basicamente porque no hay nada mejor por encima de esta naviera; lo único que lo superaría sería la opción ofrecida por el buque The World, pero se trata de un concepto totalmente distinto. Ahora bien, a nivel de cantidad el cambio ha sido brutal: cuando se complete el relevo de los pequeños buque-yate que hasta hoy formaban la flota de esta naviera por los tres nuevos Odyssey-Class, Seabourn pasará de tener 636 a 1.386 plazas, o lo que es lo mismo un aumento del 117 % en su capacidad de pasaje.

Y la familia seguirá creciendo a medio plazo; en verano de 2016 verá la luz el nuevo buque estrella de la compañía, el Seabourn Encore, basado en el diseño de nuestro protagonista de hoy aunque algo mas grande. No se quedará ahí la cosa ya que en la primavera de 2018 el Encore tendrá un «hermanito» que se llamará Seabourn Ovation.

Volviendo a este lunes y tras una estancia de 9 horas en la ciudad, a las seis de la tarde el Seabourn Quest soltó amarras y tras un giro de 180 grados en aguas interiores puso rumbo a su siguiente destino, la Isla de Jersey, en la costa normanda francesa. Para ver de nuevo a este «gigante» por aguas de nuestra ría tendremos que esperar al año que viene y es que Seabourn no se prodiga mucho por tierras gallegas. Va a ser verdad aquello de que lo bueno siempre se hace esperar.

A media tarde el Seabourn Quest puso rumbo a tierras francesas.
(Foto: Manuel Candal)

Para terminar quisiera agradecer a mi amigo Manuel Candal las excepcionales fotos prestadas de la salida del Seabourn Quest para la elaboración de esta entrada.