Lujo a toneladas. 41.827 toneladas de lujo, concretamente. Es el registro bruto del Seven Seas Voyager, una de las naves dedicadas a los viajes de placer por mar más lujosas y sofisticadas que surcan los océanos y que el pasado 27 de mayo visitó por unas horas la ciudad de A Coruña.
Procedente de Leixoes este viajero de los siete mares llegó sobre las 08:00 horas para atracar dando atrás en el muelle de transatlánticos tras realizar un armonioso giro junto a la dársena.
Este buque ya no nos resulta extraño a los coruñeses y resulta bastante habitual que cada año nos visite una o dos veces en los meses de mayo o septiembre. La casualidad ha querido que la misma semana que nos visita el Seven Seas Voyager, se cumpla el 20 aniversario desde que su naviera iniciara operaciones, lo que me parece un buen motivo para repasar de forma breve la historia de esta compañía de cruceros.
Pese a no ser muy longeva, resumir la historia de esta naviera resulta verdaderamente complicado. En 1992 y bajo el nombre de Radisson Cruises se creó una naviera americana orientada al sector de cruceros premium, esto es al lujo más sofisticado. Lo hicieron además a lo grande, ordenando construir el buque más futurista y espectacular que jamás habia visto hasta la fecha la industria. La criatura recibió el nombre de Radisson Diamond y se convirtió en el primer buque (y único hasta el dia de hoy) con casco de doble área de flotación o de tipo SWATH dedicado a hacer cruceros. Para entendernos mejor el Radisson Diamond era una especie de catamarán (aunque tecnicamente no lo era) que durante 13 años fue el buque estrella de la compañía paseando su espectacular silueta por los más variados rincones del mundo. Aqui en A Coruña tuvimos la oportunidad de ver a esta extraña criatura amarrada en el muelle de transatlánticos en mas de una ocasión.
lo vemos desde la popa) el Radisson Diamond no dejaba indiferente a nadie.
(Foto: autor desconocido)
Si con su primera unidad Radisson Cruises ya habia roto moldes, en 2001 y ya como Radisson Seven Seas Cruises se propusieron acabar con los pocos que habían quedado intactos. Aquel año, procedente de los astilleros Chantiers de l´Atlantique de la ciudad francesa de Saint Nazaire se incorporó a la flota americana el Seven Seas Mariner, otro prodigio de arquitectura naval que si bien externamente no resultaba tan revolucionario como el Radisson Diamond, en su interior hacía tabla rasa con muchos conceptos establecidos en la industria crucerística moderna: Asi el Seven Seas Mariner se convirtió en el primer buque de pasaje en contar con todos su camarotes (más propiamente habría que hablar de suites) exteriores y con balcón privado. Además es, con excepción del Europa de la naviera HAPAG-Lloyd, el buque de pasajeros con mayor ratio espacio-pasajero. También fue uno de los primeros barcos de este tipo en llevar propulsión mediante pods, eliminando los tradicionales timones, lo que se traduce en una mayor maniobrabilidad y una enorme disminución en las vibraciones y el ruido.
Tomando como base el diseño del Seven Seas Mariner, dos años después Radisson añadió a su flota a nuestro protagonista de hoy, que aunque más pequeño que su hermano de flota copia el concepto pero con unas pocas modificaciones, que se traducen en unas líneas exteriores más armoniosas y que no le impiden que sus cifras rocen lo salvaje en términos de lujo: El Seven Seas Voyager tiene un ratio pasajero-tripulante de 1.65 y un ratio espacio-pasajero que alcanza el 59 (por encima de 40 es una cifra espectacular).