Continuamos con la segunda parte del reportaje dedicado a la histórica visita inagural del Royal Princess al puerto de Vigo. En la entrada anterior os comenté de forma general algunos datos de este prodigio naval así que ya es hora de meterse en faena e indagar lo que esta princesa de cuento esconde en sus interiores, que es mucho y muy sorprendente. Y es que estamos ante un buque impresionante y no sólo por su tamaño o por su aspecto
estético; el Royal Princess es un barco puntero también en el aspecto técnico
destacando particularmente en el apartado de la eficiencia
energética y es que cada detalle de su diseño se orientó hacia la optimización
del combustible como principal premisa . En su diseño exterior ya podemos
observar algunas peculiaridades utilizadas para alcanzar este objetivo como son una proa bastante «chata» y sobre todo una marcada popa tipo «ducktail» que además del ahorro de carburante añade
estabilidad a la nave. Interiormente la búsqueda de la eficiencia
energética también ha supuesto una ruptura con las tendencias actuales
de la industria crucerística.

El Royal Princess transita por delante del Arundel Castle durante la maniobra de salida. 
Podemos apreciar el diseño de la proa bastante «chata» en comparación con otros
 diseños actuales de la industria crucerística.

El
spa, por ejemplo no se encuentra a proa en una de las cubiertas
superiores como es habitual en los buques modernos. En palabras del
vicepresidente ejecutivo de operaciones de la flota, Rai Caluori, «la
mayoría de los clientes del spa tienen los ojos cerrados la mayor parte
del tiempo, por lo que no necesitan ver el mar
«. Por ese motivo el Lotus
Spa
se sitúa en el corazón de la nave, en la cubierta 5 y en la zona
central; al colocar esta instalación tan abajo y en una zona tan
centrada se consigue una mejor distribución de pesos en el barco
con el consiguiente ahorro de combustible. Simple y efectivo.

El Royal Princess también se suma a la tendencia actual de las popas tipo «ducktail».

La
prueba de que éste y otros cambios, junto al diseño tan estudiado del casco,
funcionan es que en comparación con el último buque de la anterior
clase, el Ruby Princess, los motores del nuevo Royal Princess necesitan un 15 por
ciento menos de combustible para propulsar el barco hasta los 22 nudos
de velocidad máxima que puede desarrollar.

Dejando de lado  los aspectos puramente técnicos y centrándonos ya en lo orientado al disfrute del pasajero ¿que nos ofrece la última creación de Princess Cruises?. Parece increíble que a estas alturas, con el boom de construcciones de este tipo de navíos cada nueva creación pueda ofrecer algo único y nunca antes visto en ninguna otra embarcación. En este aspecto los ingenieros de los astilleros italianos han vuelto a dar en el clavo y la nueva Princesa Real ofrece instalaciones sorprendentes. En un barco de estas dimensiones describir todo lo que nos podemos encontrar a bordo llevaría muchas horas así que a modo de breve resumen voy a nombrar las que a mi juicio me parecen más destacadas.

Detalle del logo de la naviera norteamericana.

Para empezar, uno de los artilugios que podemos ver a pie de muelle si dirigimos nuestra mirada hacia la parte delantera de la chimenea, la enorme pantalla de plasma situada en la cubierta de piscinas. No se trata de una auténtica novedad puesto que los buques de la clase anterior (Crown Princess, Ruby Princess…) ya la presentaban ofreciendo la posibilidad de disfrutar de proyecciones al aire libre en un concepto que la naviera americana denomina «Movies Under the Stars«. En el Royal Princess la idea se repite pero con una pantalla un 30% más grande que en las otras naves de la flota, lo que la convierten en la más grande que surca en la actualidad los mares.

Películas bajo las estrellas en el impresionante pantallón que lleva 
el Royal Princess en su cubierta de piscinas.

En esta misma cubierta se encuentra otros de los rasgos más destacados del Royal Princess. Entre las dos piscinas centrales se encuentra una pequeña isla que por la noche cobra vida mediante un espectáculo de luces de colores y sonido en el que una fuente computerizada dispara un total de 85 chorros al compás de la música alcanzando alguno de ellos una altura de 10 metros sobre el cielo nocturno.

Espectáculo de luz y sonido por la noche en la cubierta de piscinas.
(Foto: Peter Knego)

Pero la joya de la corona de esta princesa la encontramos en el costado de estribor de la cubierta 16, justo en el centro de la nave. Allí los más osados y carentes de vértigo pueden disfrutar de las inigualalbles vistas que nos ofrece el SeaWalk, un pasadizo acristalado con forma semi-elíptica de 45 metros de largo y que se separa casi 9 metros de la fachada del barco. la particularidad del SeaWalk en comparación a los miradores presentes en otros buques es que éste presenta también el suelo acristalado de manera que podemos ver el mar a nuestros pies desde una vertiginosa altura de 40 metros logrando un efecto que es lo más parecido a caminar sobre las aguas. A babor el Royal Princess cuenta con otro pasadizo similar solo que en este lado incorpora una barra de bar con 30 asientos denominado Seaview Bar y que nos permite contemplar con una copa en la mano como el buque surca el océano.

Arriba: detalle del SeaWalk, situado a estribor de la nave, y donde se observa su característico suelo acristalado.
Abajo: Las impresionantes vistas que se observan a través del suelo del SeaWalk, a 40 metros de altura sobre el mar.

(Foto abajo: Peter Knego)

Tanto el SeaWalk como el SeaView Bar son unas estructuras prodigiosas y para crearlas los ingenieros de la naviera norteamericana y de los astilleros Fincantieri tuvieron que realizar numerosos estudios para comprobar la viabilidad de la misma. La estructura se modeló en un túnel de viento para comprobar el efecto que los vientos y el avance del buque sobre el agua tendrían en la misma. Pese a a las muchas horas que los diseñadores le dedicaron a este punto de la nave hasta que el Royal Princess realizó sus tests en el mar no se supo a ciencia cierta como respondería este pasadizo en condiciones de navegación. Durante las pruebas en mar abierto los ingenieros llenaron la estructura de cientos de sensores para comprobar como repercutía la acción del viento en cada una de las zonas acristaladas del SeaWalk.

En el costado de babor el Seaview Bar nos permite contemplar el océano 
desde un nuevo punto de vista mientras nos tomamos una copa.
(Foto: Peter Knego)

Son sólo algunos de los secretos con los que este impresionante barco sorprende a aquellos que cruzan la escala de acceso. En la próximo post os contaré más curiosidades sobre el Royal Princess

En esta foto podemos apreciar la impresionante altura que existe desde el SeaWalk 
hasta la cubierta de botes. Desdes ahí aún quedan 10 metros hasta el mar.