El Oceana cerró el pasado día 29 las escalas de buques de pasaje en la ciudad en el mes de agosto, un mes tradicionalmente bueno en número de visitas y que supone el calentamiento previo al frenético septiembre que, como todos los años, vendrá repleto de escalas. El buque de la P&O llegó a primera hora de la mañana procedente de Cádiz para atracar durante unas horas en A Coruña, última parada antes de poner fin a la travesía de una semana en el puerto de Southampton. Se trata de la sexta escala que el crucero británico realiza en la ciudad herculina en el presente año. Y con el Oceana como hilo conductor hoy vamos a abandonar por un momento nuestra querida ciudad para hablar de otra que, dejando de lado cuestiones tan subjetivas como la belleza, resulta inigualable en cuanto a originalidad; les hablo de la ciudad de los canales. Les hablo de Venecia.

(Fuente: charmingitaly.net)

 La urbe italiana formada por 118 islas y declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO tiene en el turismo, como no podía ser de otra manera, su principal fuente de ingresos; con más de 20 millones de turistas al año «La Serenissima» es la 12ª urbe europea en número de visitantes lo cual no está nada mal si tenemos en cuenta que las que le preceden son enormes urbes con millones de habitantes y Venecia sólo cuenta con 60.000 residentes. Pero como sucede muchas veces también se puede morir de éxito; la relación entre una ciudad tan particular como ésta y los turistas que año tras año llegan en mayor número guarda un delicado equilibrio que parece haber alcanzado un nivel crítico y uno de los punto más problemáticos tiene lugar con los cruceristas que llegan cada año a la laguna.

El Disney Magic a los pies de «La Serenissima».
 (Fuente: cruisecurrents.com)

Pese a que se calcula que este sector deja en la ciudad unos 536 millones de euros gracias a sus 1.7 millones de visitantes al año sumando los pasajeros de las 661 escalas producidas y que da empleo directo a más de 5.000 personas, no todos están contentos con la presencia de estos grandes colosos en la bella ciudad italiana y son muchos los detractores que reclaman la expulsión de estos buques fuera de aguas de la laguna. Argumentan que las olas generadas al pasar dañan las estructuras de los históricos edificios, además de las posibilidades de vertidos en un lugar como el casco histórico donde la renovación de las aguas es muy lenta.  Según Silvio Testa, de la iniciativa “No grandi navi”, un crucero contamina igual que 14.000 coches. Todo ello sin contar el impacto visual que producen y que según muchos afean la estética de la ciudad para los que buscan una instántanea en la que sólo salga una góndola como único objeto flotante.

El desorbitado tamaño que en la actualidad alcanzan los buques de pasaje se ha convertido en todo un problema para la ciudad de Venecia. En la foto el Celebrity Silhouette (o al menos una pequeña parte de él) transitando por el Gran Canal.
(Foto: autor desconocido)

Con el debate establecido desde hace ya varios años, 2012 supuso un punto de inflexión en este eterno conflicto de nunca acabar con el terrorífico accidente sufrido por el Costa Concordia en la isla de Giglio; el miedo a que una escena similar tuviera lugar en la ciudad de Venecia debido al paso tan próximo de las naves a tierra hizo que se avivara la polémica pese a que la probabilidad de que sucediese algo semejante en la ciudad de los canales son casi nulas debido a las estrictas normas de seguridad que obligan a los buques a llevar durante las maniobras de entrada y salida a dos prácticos a bordo además de dos remolcadores de apoyo.

A su llegada a Venecia los cruceros transitan por el Gran Canal en su camino hacia la terminal de cruceros situada en la isla de Tronchetto. El trayecto resulta una experiencia divina o cercana al martirio dependiendo de los ojos con los que se mire; desde el punto de vista del crucerista constituye todo un espectáculo para los sentidos navegar placidamente con las primeras luces del día contemplando a escasos metros monumentos como la Piazza San Marco. Para los venecianos y todos aquellos contrarios a estos incómodos visitantes significa todo un desprecio hacia el frágil patrimonio histórico de la ciudad italiana y una auténtica temeridad abocada a terminar en catástrofe tarde o temprano por el estrecho margen que dejan las moles flotantes con los emblemáticos edificios pese a que los expertos aseguran que se respetan escrupulosamente las directrices de seguridad en lo referente a las distancias a la costa.

Vista desde el satélite de la ciudad de Venecia. La línea azul es la trayectoria más comunmente usada por los grandes buques de pasaje a su llegada a la ciudad (en este caso es la travesía realizada por el Norwegian Spirit hace unos días) y que recorren hasta la terminal de cruceros (punto azul) Obsérvese lo realmente cerca que los buques pasan de tierra y el espectáculo visual que ello supone.
(Fuente: Marinetraffic parcialmente modificada)

No contribuyen a tranquilizar las cosas sucesos como el protagonizado por el Carnival Sunshine en julio de 2013 cuando algunos testigos aseguraron que el gigantesco crucero de 272 metros de eslora pasó a menos de 20 metros de tierra supuestamente con el propósito de realizar un «saludo» (en plan Costa Concordia) al yate del gran jefe de Carnival Corp., Micky Arison, atracado en un muelle próximo. Carnival negó tajantemente los hechos y de la investigación posterior se exculpó a la naviera al comprobar que la maniobra del Sunshine se había ceñido a las normas de seguridad dejando una distancia de 72 metros. Un vídeo grabado por un espontáneo no aclara si se cometió alguna ilegalidad pero lo que parece claro es que el buque está a menor distancia de la indicada por las autoridades. Para acabar de meter el dedo en la llaga y coronar todo este despropósito se da la casualidad de que el barco implicado es casi gemelo al malogrado Costa Concordia.

El vídeo de la polémica. Este fotograma extrído de un vídeo grabado por un aficionado muestra al Carnival Sunshine maniobrando realmente cerca de tierra. El círculo rojo señala a un «vaporetto» que queda practicamente encajonado entre la descomunal mole flotante y el muelle.
(Fuente: dailymail.co.uk.)

Fueran 20 metros, 72, o 14 kilómetros lo cierto es que este incidente
sólo sirvió para que las voces contrarias a la presencia de estos
gigantes en la laguna se elevasen aún con más fuerza obteniendo por fin
sus frutos; tras años de disputas y reclamaciones los ecologistas y los grupos anti-cruceros consiguieron su primera victoria en noviembre de 2013 cuando el gobierno italiano aprobó una ley para restringir el tráfico de buques de pasaje por la laguna. En concreto reducía el paso de grandes buques por delante de la Piazza San Marco en un 20% a partir de enero de 2014 y la prohibición total para barcos de más de 96.000 toneladas de registro bruto a partir de noviembre de 2014. La aprobación de esta ley supuso un considerable palo económico para todas las navieras y las obligó a modificar unos calendarios ya diseñados para el presente año, todo un quebradero de cabeza si tenemos en cuenta que esta industria planifica a muy largo plazo ya que las contrataciones se realizan con mucha antelación.

El Oceana a su llegada a la ciudad el pasado viernes.

P&O no fue ajena a este zafarrancho de combate que sufrieron las compañías por la nueva ley italiana aunque a diferencia de otras navieras la inglesa tuvo bastante margen de maniobra al contar con varios buques en su flota que cumplían los requisitos exigidos. De esta manera los Ventura y Azura (y el nuevo Britannia que debutará el próximo año) quedaban vetados en la ciudad de los canales por lo que el elegido para rendir visita a Venecia en 2015 fue el Oceana, razón por la cual uno de los buques más asiduos a nuestros muelles en los últimos años dejará de visitarnos en el próximo ejercicio. Con este parche P&O daba por solucionado el problema veneciano a costa eso sí, de una notable reducción de plazas ofertadas por la diferencia de tamaño entre el Oceana y el buque que hasta la fecha atracaba de forma habitual en Venecia, el Ventura. Problema solucionado, ¿no?…

El Oceana es el elegido por la P&O para «lidiar» en la difícil plaza veneciana en 2015.

…Pues no. Todavía tenemos lío en la laguna; en marzo de este año el tribunal regional de Veneto suspendió la prohibición aprobada meses atrás dictaminando que las rutas alternativas para que los buques lleguen a la terminal aún no habían sido acordadas con el consiguiente perjuicio para las navieras y que los riesgos planteados por el paso de los barcos tampoco habían sido probados. Así pues Ecologistas 1 – Industria del crucero 1. Empate técnico. Pero a este combate aún le quedan muchos asaltos por disputar.

El práctico embarca a la llegada del Oceana a la ciudad el pasado día 29.

De momento dejamos el tema aquí pero a buen seguro que de en los próximos meses habrá novedades en la particular relación de amor-odio entre los buques de crucero y la ciudad de Venecia. El Oceana, accidental protagonista de esta historia no tendrá más remedio que poner proa a la laguna el próximo año donde seguramente su esbelta figura no será vista con buenos ojos pero eso es adelantar acontecimientos y de momento lo tendremos por nuestras aguas unos cuantos meses más; con su próxima visita prevista para el próximo día 21 de este mes.