(Foto: José Manuel Cereijo)

Que suenen las fanfarrias que la ocasión lo merece. Cualquier celebración es poca para recibir una de las visitas más importantes del año crucerístico pese a que no hablamos ni de una escala inaugural ni de la presencia del mayor navío de su clase, pero es que hay buques que son capaces de levantar una enorme expectación allí donde recalan pese a que ya hayan hecho escala muchas veces. Es lo que ocurre con nuestro protagonista de hoy, el buque Britannia; uno de esos navíos cuya presencia en un puerto se convierte en todo un acontecimiento. La dársena herculina tuvo el inmenso honor de volver a recibirlo el pasado viernes.

El Britannia, protagonista del día en el puerto coruñés.

La llegada de este colosal ingenio flotante se produjo poco antes de las 08:00  horas cuando la imponente figura del Britannia, que procedía de Bilbao, se dejó ver (con dificultad eso sí por las malas condiciones climatológicas) a la altura de la Torre de Hércules. Una vez el práctico subió a bordo del enorme buque de pasaje éste se dirigió a su punto de atraque, el habitual muelle de trasatlánticos donde atracó dando atrás tras virar a la altura de la terminal de petroleros. Tras concluír la maniobra los 3.700 turistas que viajan en esta ocasión en el navío inglés pudieron bajar a tierra para realizar las oportunas excursiones o bien descubrir por su cuenta los rincones más destacados de nuestra ciudad. El sol, por desgracia no les acompañó durante su breve estancia en tierras galaicas. La ruta que los afortunados cruceristas que viajan a bordo de este portentoso ingenio naval disfrutan estos días es una breve singladura de una semana de duración con inicio y final en el puerto de Southampton y paradas en La Rochelle, Bilbao, nuestra ciudad y Guernsey, en las Islas del Canal. No es habitual que en una ruta de este tipo A Coruña sea el punto
más meridional de la misma, sin embargo ya hace años que la naviera
P&O hace esta travesía en la que el buque en cuestión viene del norte y se va de nuevo en la misma dirección.

Desgraciadamente la climatología no acompañó esta vez en la visita del Britannia a la ciudad.
(Foto: José Manuel Cereijo)

Pese a que el Britannia tiene argumentos indiscutibles para ser la rutilante estrella allí donde amarre, el  protagonista absoluto de la jornada del pasado viernes por tierras gallegas no fue él y muchas miradas apuntaron en dirección a la ría de Vigo; allí y a la misma hora en la que el Britannia atracaba en la ciudad herculina hacía su entrada el Ovation of the Seas, la última criatura al servicio de la Royal Caribbean y que desde el día de su botadura hace apenas tres semanas ocupa el tercer lugar en el ránking de estos mastodontes de los océanos. Por tamaño el Britannia es algo más pequeño que el «Ovación de los mares», una diferencia nimia para las descomunales dimensiones en las que se mueven hoy en día los megacruceros, pero suficiente para que junto a la novedad que supone el nuevo «juguete» de la naviera americana el Ovation le ganara la partida en esta ocasión al emblemático crucero inglés, aunque fuera desde la distancia.

El Ovation of the Seas le robó algo de protagonismo al Britannia, aunque fuese desde la distancia.

Cuando antes dije que era más pequeño que el Ovation no mentía pero lo cierto es que utilizar este adjetivo al lado del nombre del Britannia resulta ciertamente ridículo, no obstante nuestro protagonista de hoy es el cuarto buque de pasaje más grande de todos los tiempos en hacer escala en la ciudad herculina sólo superado por el Anthem of the Seas (gemelo del Ovation), el Independence of the Seas y el Queen Mary 2. Unos cuantos números para cuantificar la «grandiosidad» de la nave que sale en las fotos: Construído en los astilleros Fincantieri en su sede de Monfalcone, el Britannia, que comenzó su andadura comercial el 14 de marzo de 2015, es un buque de 143.730 toneladas de registro bruto con una
eslora de 330 metros, 44 metros de manga y 8´3 metros de calado. La altura desde la
línea de flotación hasta el «top» de la chimenea es de 70´7 metros. En
sus 15 cubiertas de pasaje el Britannia puede albergar a
un total de 4.324 pasajeros en capacidad máxima a los que hay que sumar su tripulación, compuesta por 1.398 personas. En total el buque insignia de la P&O puede dar cabida a 5.720 almas.

(Foto: J. Daniel Díaz)

La llegada del Britannia hace 14 meses marcó el inicio de una nueva era en la mítica naviera P&O ya que este barco además de convertirse en el buque más grande jamás construído para la compañía en sus casi 180 años de historia supuso el  debut de su nueva imagen corporativa que busca enfatizar la identidad británica de esta marca. Para reafirmar todavía más ese espíritu «british» (por si una bandera de casi 100 metros pintada a proa no era suficiente) El Britannia está abanderado en el Reino Unido, siendo su puerto de registro el de Southampton. Este hecho convierte al buque insignia de la P&O en el único de la actual flota de la naviera en navegar bajo pabellón británico.

Más británico imposible.

El Britannia es pese a muchas diferencias en su diseño exterior un miembro más de la Royal Class, una serie de buques compuesta actualmente por tres unidades e iniciada en el año 2013 con la aparición del buque Royal Princess construído para la naviera Princess Cruises, subsidiaria de la P&O. Un año después vio la luz su gemelo, el Regal Princess y en 2015 el Britannia se convirtió en la tercera unidad de la serie. A día de hoy hay proyectados otros tres barcos siendo el Majestic Princess el siguiente eque verá la luz en el verano de 2017. Las dos unidades restantes, previstas para 2019 y 2020, también serán para la Princess Cruises mientras que P&O no tiene planificado de momento añadir ningún nuevo buque a su flota.

(Foto: José Luís Porta)

Sin embargo las diferencias del Britannia con respecto a los dos primeros integrantes de la serie son más que evidentes; la más notoria es la aparición de la doble chimenea en lugar de la estructura convencional presente en el Royal y el Regal Princess. Este cambio le otorga al Britannia ese aire retro tan apreciado por el público británico. Otro cambio destacado es la desaparición de uno de los iconos de la Clase Royal, el SeaWalk, un paseo con el suelo acristalado situado a 50 metros de altura sobre el nivel del mar y que ofrece unas vistas no aptas para aquellos que sufren de vértigo. En el Britannia sin embargo se optó por no incorporarlo de manera que la cubierta continúa en línea recta donde debería aparecer esta instalación, algo que modifica notablemente la imagen externa de la nave.

El espectacular SeaWalk del Royal Princess (indicado con las flechas) ofrece unas vistas de vértigo con su altura de 50 metros sobre el nivel del mar. En el Britannia no aparece este corredor panorámico.

Tras 9 horas de escala durante las cuales los pasajeros del Britannia no pudieron disfrutar de una jornada muy agradable en lo climatológico, finalmente poco antes de las cinco de la tarde el megacrucero británico inició la maniobra de desatraque que fue seguida por muchos curiosos que desafiaron al cielo amenazante. El protagonista así lo merecía. Tras doblar el dique de abrigo el megacrucero británico puso rumbo al norte para dirigirse a St. Peter Port, en Islas del Canal, última parada de su actual travesía antes de su llegada a Southampton este lunes. Por delante al Britannia le restan tres escalas más en A Coruña antes de finalizar el año, la próxima de las cuales tendrá lugar si se cumplen las previsiones el 19 de julio.

El Britannia zarpó a media tarde rumbo a Guernsey.
 (Foto: José Luís Porta)



Mi agradecimiento en esta ocasión a Jose Manuel Cereijo, J. Daniel Díaz y Jose Luís Porta por su aportación en forma de fotos para ilustrar la entrada.