Alucinante. Abrumador. Anómalo y atrevido. Agresivo, apabullante y sí, aunque suene mal también acojonante. Son muchos de los calificativos que se le podrían aplicar al protagonista de hoy en el blog que pese a lo que pueda indicar el título de la página no se trata de un barco de cruceros. Los lectores sabrán perdonarme la licencia que me he tomado haciendo esta excepción pero la ocasión lo requería; y es que dificilmente volveremos a contemplar en aguas coruñesas a un navío tan fuera de lo común como el que a continuación describiré;  un buque cuya arriesgada e inverosímil estética encuentra el contrapunto perfecto en su sencillo y misterioso nombre: A.

Nunca habíamos visto nada igual en A Coruña.

A  todos los que no estuvieran advertidos de su llegada el pasado día 14 a primera hora de la tarde la imagen del OFNI (objeto flotante no identificado) aproximándose al dique de abrigo les dejaría perplejos y a buen seguro muchos de los curiosos que en ese momento se encontraban en la zona portuaria trataron de encuadrar al raro especimen dentro de alguna familia conocida si bien la empresa se antojaba muy difícil: se podría asemejar, salvo por su color blanco inmaculado, a un barco de guerra ultramoderno; una fragata de última generación o un submarino, pero a la gran mayoría nunca se nos ocurriría catalogarlo como yate. A medida que se acerca al observador su aspecto es más insólito si cabe. Inevitable evitar la reminiscencia a la saga Bond: ¿quizás se trataba de la morada de algún supervillano con ansias de dominar el mundo?. Incluso yo no pude evitar durante la sesión fotográfica tararear la célebre melodía interpretada por la orquesta de John Barry para la mítica Dr. No. Si su forma es misteriosa su nombre contribuye a agrandar todavía más el enigma: simplemente A.

Pues si, pese a las apariencias el A es un yate. Un megayate para ser exactos o más que eso. Un hiperyate. La locura superlativa parida por la mente de un visionario arquitecto hecha yate. La madre de todos los yates. Se trata de la embarcación de recreo del multimillonario ruso Andreiy Melnichenko que estos días hizo una breve parada (que al final no fue tan breve) por aguas gallegas para deleite de la comunidad «afotadora» local. Tratar de explicar el singular aspecto de esta criatura marina da para una tesis de ingeniería naval, conocimientos que un servidor no posee, aunque más adelante trataré de dar unas pinceladas sobre su sorprendente diseño. Más sencillo es explicar su escueto nombre:¨La «A» hace referencia al nombre de pila de la mujer de Melnichenko, la ex-modelo serbia Alexandra Nikolic.

 
 Llámame simplemente A.

Que el amor no se compra con dinero es algo irrefutable pero tener «detallitos» como el de bautizar a tu megabarco con el nombre de tu esposa evidentemente no te hace perder puntos. Y no ha sido él único gesto de amor del millonario ruso hacia su pareja; en la boda de los Melnichenko las cantantes Whitney Houston y Christina Aguilera interpretaron varios temas y en su reciente aniversario actuó en directo para la pareja Jennifer López. Hay cosas que el dinero no puede comprar. Para todo lo demás, ya saben… Pese a ser un homenaje hacia su mujer, la vocal que da nombre a este espectacular navío también hace mención al nombre de pila de su dueño, una figura quizás bastante desconocida en nuestro país pero que en Rusia es toda una celebridad. He aquí algunos datos del propietario del insólito A.

Andrey Igorevich Melnichenko es uno de los hombre más ricos de Rusia y según la revista Forbes figura en el puesto 139 de los más acaudalados del mundo con una fortuna estimada en unos 10.000 millones de euros. ¿Y que sabemos de él además de que no tiene problemas para llegar a fin de mes?. Veamos: Nacido hace 44 años en Gomel (Bielorrusia) y procedente de una acomodada familia Melnichenko comenzó a hacer sus primeros negocios a los 19 años vendiendo ordenadores y tan sólo dos años después fundaba su primer banco, el MDM (inicales en ruso de «Moscow Business World Bank«) y que en la actualidad es uno de los mayores grupos de banca privada del país. En sus inicios su principal cliente era un tal Roman Abramovich, el dueño de un pequeño equipo de futbol londinense que atiende al nombre de Chelsea. Tan sólo unos años después de fundar su primer banco comenzó a diversificar su negocio apostando por el sector de los fertilizantes, la minería y la siderurgia, lo que le ha llevado a amasar la fortuna que maneja en la actualidad y que le permite entre otras cosas darse el gusto de satisfacer hasta el más caro de su caprichos. Entre sus posesiones figura además del espectacular yate que aparece en las fotos una mansión en Cap D´Antibes (Francia) llamada Villa Altair, un lujoso apartamento en Manhattan valorado en 12 millones de euros y una mansión en Harewood State (Reino Unido) valorada en otros 40. En lo que respecta a movilidad Melnichenko también va sobrado: Además de yate cuenta con avión privado, un Boeing 737-700 que como curiosidad tiene como registro MY-BBJ, iniciales de «My Boeing Bussiness Jet». No vive mal el ruso… Pero su desmesurada fortuna no sólo es utilizada para satisfacer los deseos más caros; Por sus grandes contribuciones a obras benéficas Melnichenko está considerado también uno de los principales filántropos de su país.



Arriba: El matrimonio Melnichenko-Nikolic.
Abajo: El avión privado de Melnichenko, que estos días anduvo por Alvedro. (la nieve delata que la foto no fue tomada en el aeropuerto coruñés…)

(Fotos: autor desconocido)

Pero como los verdaderos protagonistas en este blog son los barcos volvamos a centrarnos en el espectaular A comentando alguna de sus características principales. Construído en los astilleros germanos Blohm + Voss y puesto en servicio en el año 2008 el A es un megayate de diseño radical de casco de acero y superestructura de aluminio de 5.500 toneladas de registro bruto que tiene unas dimensiones principales de 119 metros de eslora, 18 ´8 metros de manga y un calado de 5´1 metros con capacidad para alojar a 14 huéspedes en sus 6 suites. La tripulación está formada por 42 personas. De su propulsión se encargan dos motores MAN RK280 que rinden una potencia de 12.070 caballos y a los que se acoplan dos hélices que impulsan la nave hasta los 23 nudos de velocidad máxima. Mención aparte merecen sus 4 avanzadísimos estabilizadores Quantum Zero Speed que reducen drasticamente el balance de la nave durante la navegación. El buque ondea una más que conveniente bandera de Bermudas luciendo al lado de su escueto nombre el de Hamilton como puerto de registro. Como ocurre en este tipo de barcos el coste de construcción no suele hacerse oficial y todo se basa en rumores y elucubraciones. En el caso del A se estima que la factura alcanzó los 280 millones de euros.

El A transitando a la altura de Seixo branco.
 

Tratar de entender como un objeto como el A ha llegado a  convertirse en realidad implica remontarse unos años atrás, concretamente a 2003. Es entonces cuando Melnichenko contrata al francés Philippe Starck, uno de los diseñadores más afamados del mundo para idear su nuevo buque de recreo. Desde el inicio del proyecto Starck tuvo carta blanca tanto en presupuesto como a la hora de dejar volar la imaginación en el llamado Proyecto Sigma SF99, numeración que se derivaba de la teórica eslora que tendría el futuro buque. El diseñador galo presentó al magnate ruso un total de 8 bocetos de los cuales Melnichenko eligió el más radical de todos ellos con la idea de que no pasase desapercibido allí donde atracase. Objetivo conseguido. Los trabajos de construcción se encomendaron a los afamados astilleros Blohm + Voss de la ciudad alemana de Kiel y estos se pusieron manos a la obra rodeando de un gran hermetismo todo el proceso constructivo. Fue ese secretismo el que empezó a levantar numerosos rumores acerca de la naturaleza real del navío que se estaba construyendo, llegando a decirse que se trataba de algún tipo de barco de guerra experimental. La expectación llegó al punto de que algunos medios de comunicación llegaron a sobrevolar las instalaciones de los astilleros para tratar de averiguar algún detalle de la futura nave. Por fín cuando el A fue dado a conocer a principios de 2003 la gente sencillamente no podía creer lo que veían sus ojos.

Cualquier parecido del A con un yate tradicional es pura coincidencia.

No existe nada parecido al A dentro de la industria naval. Su diseño ha roto con todo lo anteriormente establecido en el mundo de los yates y muy dificilmente nunca volveremos a ver nada igual al tratarse de un trabajo muy personal. Estamos ante el que es actualmente el 22º megayate más grande del mundo pero su tamaño es lo de menos; es su peculiar estampa (peculiar, no bonita) lo que llama poderosamente la atención: Líneas limpias, con una afilada proa invertida, el recogimiento de los costados y su masiva superestructura central coronada por dos chimeneas situadas en paralelo. Su silueta recuerda vagamente al recientemente botado destructor USS Zumwalt, el buque de guerra más avanzado del mundo. Philippe Starck no sólo se encargó del diseño exterior de la nave sino
también de todos sus interiores  llegando incluso a diseñar el vestuario
de su tripulación (trajes blancos durante el día y negros durante la
noche) y si por fuera el buque deja con la boca abierta por dentro rompe
una vez más todos los esquemas anteriormente vistos en la arquitectura naval.

OFNI (Objeto Flotante No Identificado)

Nada en su interior recuerda al típico yate. En los alojamientos del barco así como en las zonas comunes se entremezclan el cuero y el acero inoxidable a partes iguales creando una atmósfera muy alejada del mundo naval. Las seis suites de la nave (que se pueden convertir en cuatro gracias a sus paredes móviles) cuentan casi todas con jacuzzi, casi siempre situado en el centro de la habitación. Mención aparte merece la Owner´s Suite, la habitación del matrimonio Melnichenko: situada en la cubierta más alta cuenta con un tamaño de 230 metros cuadrados y está presidida en el centro por una cama tamaño XXL que presenta la particularidad de poder girar 360 grados para que sus huéspedes puedan elegir las vistas que más le gusten. En el equipamiento de a bordo destaca su completo sistema de entretenimiento audiovisual compuesto por más de 100 altavoces y 15 pantallas de plasma escamoteables y que se reparten por toda la nave además de un sistema reproductor de  películas con más de 3.000 títulos almacenados.


Arriba: Los corredores del A parecen sacados de una película de ciencia-ficción.
Abajo: La Suite del armador corona la superestructura.
(Fotos: Anja Wippich)

El A va equipado además con una gran discoteca (a popa) y tres piscinas, una a proa y dos más a popa una de las cuales presenta la particularidad de tener el suelo de cristal. Su interior se puede ver desde la discoteca, situada un nivel por debajo. No todo es ingeniería, arquitectura y «gadgets» a bordo: Tres obras pictóricas de Monet decoran algunas de las estancias del A. Para proteger estos bienes de incalculable valor así como a los huéspedes alojados a bordo el buque cuenta con un impresionante sistema de seguridad en el que destacan el acceso mediante huella dactilar a las suites y sus paneles de cristal, que tienen 44 milímetros de espesor y son capaces de resistir la explosión de una granada.

(Foto: Manuel Candal)

El A presenta a proa un helipuerto, condición indispensable impuesta por el propio Melnichenko, y a popa  cuenta con un enorme garaje que alberga dos coches, varias motos de agua, un hovercraft y dos lanchas auxiliares diseñadas por el propio Philippe Starck para trasladar a los pasajeros del barco a tierra y viceversa a través de dos puertas hidráulicas situadas a los costados de la nave. Las dos auxiliares, de 10´5 metros cada una y de líneas espectaculares, cuestan cada una un millón de euros y son distintas entre sí: una es abierta y otra cerrada tipo «limusina». A esta última la pudimos ver realizando frecuentes viajes desde el barco hasta la dársena estos días. A aquellos a los que lo visto y leído hasta ahora en la entrada se le estén poniendo los dientes largos tengo que darles una buena noticia: el A está a la venta (Eso sí el espinoso asunto del precio ya lo tendrán que tratar ustedes con el ruso).


Arriba: Estos días pudimos ver a la auxiliar «limo» yendo y viniendo del yate a la dársena.
Abajo: La misma embarcación auxiliar guardada en el garaje del A.
(Foto de abajo: Astilleros Blohm + Voss)

Por increíble que pueda parecer al magnate ruso parece habérsele quedado pequeño el A… Eso o ya está aburrido de él porque en los astilleros Nobiskrug de Rendsburg (Alemania) se ultiman los detalles del que será el nuevo juguete de Melnichenko, un megavelero (el prefijo mega se queda en este caso muuuy pequeño) hasta ahora coinocido como Proyecto White Pearl pero que será bautizado también como A y que cuenta con unas dimensiones salvajes que lo convertirán en el buque más grande de su clase: 143 metros de eslora, 25 metros de manga, 60 metros de alto desde la línea de flotación hasta el punto más alto de la superestructura y tres mástiles que alcanzan los 100 metros de altura. Tan grande es que hasta ha corrido el rumor de que nunca podrá salir del Mar Báltico, algo completamente falso ya que no cabe en la cabeza de nadie que unos reputados astilleros cometieran semejante error de cálculo. El nuevo buque, además de por su gigantesco tamaño llama la atención por su futurista línea, obra también de Philippe Starck que ha echado el resto en su nueva obra: 12.700 toneladas de registro bruto y 8 cubiertas con capacidad para 20 personas,  54 tripulantes y que incluirá algunos detalles delirantes como un garaje inundable equipado con un minisubmarino y una zona de observación submarina en la quilla con paredes acristaladas de 30 cm de espesor.

La nueva locura de Melnichenko: el yate a vela A.
(Foto: Carl Groll)

La estancia del superyate A en el puerto coruñés prevista en principio solamente por dos jornadas se alargó hasta los 11 días por un suceso imprevisto; a punto de partir hacia su siguiente destino, el puerto de Baiona, la mujer de Melnichenko se sintió indispuesta por lo que tuvo que ser trasladada a un centro médico; el diagnóstico: una apendicitis (si, los ricos también tienen apéndice) que obligó a operarla de urgencia y a posponer la partida sine die. El pasado sábado el avión del magnate ruso aterrizó en la ciudad para llevar al matrimonio de vuelta a casa, bueno a una de sus múltiples casas; no era plan continuar el crucero dando botes por el Atlántico, no fuera que a la Nikolic se le fueran a abrir los puntos… El contratiempo seguro que no ha contribuído a que al matrimonio les quedara un buen recuerdo de su visita a tierras gallegas aunque aquí siempre los recibiremos con los brazos abiertos y más si vienen en barco, porque no todos los días se ven por nuestras aguas buques tan asombrosos como el A.

Tras una estancia que se alargó más de una semana finalmente el A partió en la mañana del pasado martes con rumbo desconocido y sin sus millonarios dueños a bordo.

No quisiera terminar sin agradecer a mi amigo y habitual colaborador Manuel Candal su habitual suministro de excelentes fotos.

 Salvo las que así lo indiquen, las fotos de esta entrada han sido realizadas
por Diego Veiga. Por favor, respetad la autoría de todas ellas.