Muchas veces cuando vamos conduciendo nos cruzamos en la carretera con auténticas joyas sobre ruedas que hacen que giremos la cabeza a su paso, nos pongan los dientes largos y nos provoquen cierta envidia (sana o no ya es una cuestión de apreciación). Son automóviles que destacan en algunos casos por su derroche de tecnología, su tamaño, o su potencia dependiendo de los gustos del observador, que para gustos hay colores (y coches).

(Foto: Manuel Candal)

Pero sólo en contadas ocasiones tenemos la fortuna de ver auténticas obras de arte de la automoción, vehículos que pese a haber sido testigo del paso de muchas décadas nos siguen fascinando por sus formas perfectas, inalterables al paso del tiempo y que son historia viva de la industria automovilística.
Con los barcos ocurre lo mismo; de un lado están las unidades recién salidas del astillero que con su derroche tecnológico y sus colosales dimensiones nos hacen asombrarnos pensando en donde están los límites de la industria naval pero por otro lado tenemos los elegantes navíos clásicos, que con sus dimensiones más discretas nos cautivan en cada una de sus escalas por sus preciosas formas que evocan un tiempo pasado glorioso, la época dorada de los transatlánticos.

Precisamente A Coruña recibió la visita de uno de esos navíos tan especiales el pasado lunes 1 de abril con la escala del buque Discovery, Se trata de un barco de sobra conocido por los coruñeses pero que siempre es bien recibido por su hermosa estampa marinera. Procedente de Avonmouth, una pequeña localidad del suroeste británico y que se considera como el puerto de Bristol, el Discovery hizo acto de presencia a media mañana para quedar atracado en el muelle de transatlánticos poco antes de las 12:00 horas.

(Foto: Jose R. Montero)

Construido en 1972 por los astilleros Rheinstahl Nordseewerke de Emden (Alemania) bajo el nombre de Island Princess para la Princess Cruises, el Discovery es un buque de discretas pero bien proporcionadas dimensiones que le hacen poseedor de una silueta muy fotogénica; 168.7 metros de eslora, 24.6 metros de manga y un calado de 7.5 metros para un total de 21.186 toneladas de desplazamiento

Pese a ser una nave que sobrepasa los 41 años de vida, edad a la que otros muchos barcos ya son carne de desguace, el Discovery sigue dando suculentos dividendos a sus propietarios pese a que en la actualidad no son los que explotan comercialmente el buque. El Discovery ha sido fletado a la Cruise & Maritime Voyages que lo incorporó a su flota hace apenas mes y medio como resultado de un curioso contrato de alquiler, curioso por la duración del mismo: el buque trabajará para la CMV durante 249 días cada año hasta finales de 2014. Tan caprichoso número se debe a que la nave realizará cruceros entre mediados de febrero y finales de septiembre pasando el resto del año a manos de sus legítimos dueños, la naviera Voyages of Discovery.

El Discovery trabaja ahora en régimen de charter para la naviera Cruise & Maritime Voyages. El único cambio perceptible en su aspecto exterior es el logo de su nueva compañía coronando la chimenea.
(Foto: Jose R. Montero)

Sin embargo esta nueva andadura del veterano navío empezó con bastante mal pie; los trabajos de remodelación llevados a cabo en Génova sufrieron retrasos y tras finalizarlos deprisa y corriendo el buque fue llevado a Reino Unido donde hará los embarques de sus cruceros. Las malas condiciones climatológicas impidieron que el Discovery llegara a Avonmouth, su puerto base este año y que tuviera que refugiarse en la isla de Portland, al sur de Reino Unido y a más de 100 kilómetros de su objetivo. Los pasajeros fueron llevados en autocar desde Avonmouth a Portland (si Mahoma no va a la montaña…) y allí una vez embarcados sufrieron el mazazo definitivo; tras 24 horas a bordo se les comunicó que el crucero se cancelaba por problemas técnicos. Dicho eufemismo hacía referencia a que en una inspección de rutina previa realizada ese mismo día se habían apreciado deficiencias en los simulacros de evacuación del buque y en la familiarización de la tripulación con el mismo lo que llevó a Capitanía Marítima a tomar la decisión de prohibir la salida del barco.

El Discovery visto de popa.
(Foto: Manuel Candal)

Los pasajeros, con un cabreo bastante considerable (y lógico) fueron indemnizados con 300 euros y un 40 por ciento de descuento en el próximo crucero con la compañía, además del reembolso de su dinero. Tras hacer los ajustes oportunos, esta vez con más calma, el Discovery zarpó finalmente en su crucero inaugural el pasado día 15 de marzo desde Avonmouth, todo un acontecimiento en este pequeña localidad costera que disfrutaba de su primer buque de estas características en 20 años. El del pasado lunes es el tercer crucero que el Discovery realiza para la CMV, sin que de momento se conozcan nuevos incidentes.


El Discovery durante su salida de A Coruña el pasado lunes en el momento 
que se cruza con el mercante Esky.

Problemillas derivados de las prisas por ganar dinero a cualquier precio aparte, lo cierto es que el hecho de que un buque haya gozado de tan dilatada carrera comercial como el caso que nos ocupa es muy meritorio. Y en el caso del Discovery el mérito es doble; al loable hecho de haber estado pateándose los mares durante más de cuatro décadas hay que sumarle el haber sobrevivido al síndrome del «hermano de», ese por el cual uno ve sus logros eclipsados por el protagonismo que cobra tu pariente de sangre.

La historia muchos ya la conocerán (incluso en alguna ocasión ya la he comentado en el blog) pero siempre es interesante repasarla. A finales de los años 70 nuestro Discovery, de aquellas bajo el nombre de Island Princess y su hermano gemelo Pacific Princess realizaban cruceros por el Caribe con relativo éxito, aunque nada significativo para pasar a la posteridad , pero la casualidad quiso que el afamado productor televisivo Aaron Spelling pusiera los ojos en el segundo de los hermanos para protagonizar una serie que con el tiempo se convertiría en fenómeno de masas: Vacaciones en el Mar. El éxito de esta ficción catapultó al estrellato no sólo a sus actores si no también al Pacific Princess que en pocos meses se convirtió en el buque más famoso del mundo. El Island Princess tuvo que conformarse con permanecer en un segundo plano pero también aprovechó la fama de su hermano y en muchos capítulos del serial lució su palmito actuando como doble de la rutilante estrella.


(Foto: Manuel Candal)

Por una de esas ironías tan crueles que tiene la vida, el que fuera afamado protagonista de uno de los mayores éxitos televisivos del siglo XX pasó los últimos años de su vida condenado al ostracismo en el puerto de Génova cuando la naviera para la que trabajaba, para nuestra desgracia la española Quail Cruises, no pudo afrontar los pagos al astillero donde se realizaban los trabajos de reparación de la nave. La naviera quebró y el Pacific pasó a subasta pública en espera de que alguien mostrara interés en contar con los servicios de una estrella de la televisión que se apagaba lentamente. Tras un largo periodo de dolorosa agonía por fin hace unos días llegó el fatal desenlace de esta triste historia con la última singladura  del apodado «barco del amor» rumbo a Aliaga (Turquía) donde sufrirá una radical «reforma» para convertirse en un amasijo de hierros.

Se nos rompió el amor. El Pacific
permaneció desde el 2008 hasta hace unos 
días abandonado a su suerte en
el puerto de Génova. Desgraciadamente el 
nombre de Quail Cruises irá ligado para siempre al triste final de este buque 
asi que a los españoles nos quedará el sanbenito de haber «matado» al 
barco del amor (lo que nos faltaba…)
(Foto: Peter Knego)

Quizás el pie de foto anterior resulte excesivamente sensacionalista siendo más justo el decir que el Pacific Princess había envejecido bastante peor que nuestro Discovery y que tras ser subastado hasta en tres ocasiones entre 2010 y 2011 no se realizó ninguna oferta por él. Era inevitable la aparición de algún desguace para hacerse con la nave moribunda. Y es que en este mundillo no existen los sentimentalismos, aquí sólo se habla el lenguaje del dinero. Sea como fuere, lo unico cierto es que a día de hoy la otrora estrella rutilante de los 70 está a punto de desaparecer y convertirse en un bello recuerdo mientras que el menos mediatico Discovery sigue paseando su esbelta figura por los puertos de medio mundo, y que siga así por muchos años… De momento es segura su presencia en nuestra ciudad en unos meses, concretamente el próximo 18 de septiembre, fecha en la que si las previsiones se cumplen el Discovery compartirá amarre con el germano Deutschland.

(Foto: Jose R. Montero)

Para acabar quisiera darle las gracias a Manuel Candal, que en esta escala del Discovery estuvo muy activo haciendo fotos desde diversos puntos a lo largo de todo el dia, algunas de las cuales me ha cedido amablemente para su publicación en esta entrada. Mi buen amigo Jose Montero también ha aportado valiosas instantáneas de la maniobra de entrada por lo que agradezco también su colaboración…

(Foto: Manuel Candal)
…y a Quique por compartir una extraordinaria jornada de fotografía y posar «involuntariamente» para el blog.