Hemos tenido que llegar a la penúltima semana del 2014 para ver una de las escalas más esperadas del año en los muelles coruñeses, al menos desde mi punto de vista. Les hablo de la protagonizada por el buque Aurora el pasado día 23, un navío el de la compañía P&O, de sobras conocido en nuestra ciudad por sus frecuentes visitas; sin ir más lejos este año ha realizado un total de cuatro recaladas en nuestra dársena. Pero algo convierte en distinta a las demás esta última visita; la del pasado martes fue la primera escala que realizaba el Aurora en A Coruña luciendo su nueva y polémica imagen corporativa tal y como habrán podido comprobar a la vista de las fotos aquellos que conocen sobradamente a este navío. Pero conviene empezar la historia por el principio.

Esta vez la visita del Aurora no fue igual a las demás.

Procedente del puerto de Southampton, punto inicial de una ruta de 14 días por el Atlántico y que tendrá su punto culminante el día 31 con la escala en Funchal para ver sus ya tradicionales fuegos artificiales de nochevieja, el Aurora arribó a la ría herculina pasadas las ocho de la mañana y media hora más tarde se encontraba realizando la maniobra de amarre en el muelle de trasatlánticos tras un grácil giro de 180 grados para atracar con su proa encarada hacia el Castillo de San Antón. A bordo del navío unos 2.000 pasajeros en su mayoría británicos dispuestos a disfrutar de una agradable jornada descubriendo los secretos que ocultaba la primera escala de esta espectacular singladura especial de fin de año.

Hace tan sólo unas semanas el Aurora atracaba en nuestra ciudad por espacio de unas horas, fue concretamente el pasado 20 de noviembre y la escala que el buque realizaba entonces era la penúltima antes de concluír su travesía en tierras británicas y poner rumbo a la ciudad de Hamburgo, hogar de los astilleros Blohm + Voss, donde el navío inglés fue sometido por espacio de 20 días a una profunda reforma valorada en unos 30 millones de euros con el objetivo de ponerlo a punto para su campaña de invierno. Viendo la lista de trabajos realizados en el Aurora resulta increíble tal capacidad de trabajo en un período tan corto de tiempo, lo que explica porqué estos astilleros del norte de Europa tienen ganado a pulso un más que merecido prestigio. Y digo increíble porque a bordo del Aurora se ha tocado casi todo en apenas tres semanas.
Además de los habituales trabajos en el casco y en la maquinaria del
barco se han modificado todas y cada una de las estancias públicas, con un nuevo
restaurante de comida india, el Sindhu Restaurant, situado en el hueco
que ocupaba anteriormente en la cubierta 8 la biblioteca, el nuevo
restaurante-vinoteca Glass House, en la misma cubierta que sustituye al
Café Bordeaux y que permitirá a los pasajeros hacer degustaciones de
afamados vinos. Remodelaciones en el Lido Buffet Restaurant (cubierta 12), el Reef Children´s Club, el Sidewalk Café, la biblioteca (que ahora se
sitúa en la cubierta 13) y mucho más…

El Aurora en el dique seco de Blohm + Voss hace unos días.
(Foto: P&O Cruises)
 

El casino del Aurora luce ahora un nuevo diseño más diáfano con un mobiliario completamente nuevo. En la tienda de fotos se han incluído dispositivos con pantalla táctil. La zona de tiendas ha recibido un completo lavado de cara al igual que el Oasis Spa. Los equipos de luz y sonido del teatro son ahora de última generación y todos y cada uno de los camarotes de la nave incorporan un nuevo mobiliario más moderno y TV de pantalla plana. Ahí es nada. Cuando el Aurora llegó el pasado día 18 a Southampton justo a tiempo de iniciar su nuevo crucero, lucía flamante y como recién salido de fábrica no sólo por su casco completamente repintado sino por sus más de 5 kilómetros de tuberías reemplazados, sus 28.000 metros cuadrados de moqueta sustituída y sus 3.000 colchones nuevos en sus camarotes.

El nuevo Sindhu Restaurant a bordo del Aurora.
(Foto: P&O Cruises)

Pero es evidente que de todos los cambios sufridos en la reforma el más llamativo (y el que da más que hablar) es el de su nuevo «look». A principios de este mismo año los dirigentes de la P&O daban a conocer los colores que luciría su nuevo navío, el Britannia, consistentes en  unas chimeneas (tiene 2) pintadas de color azul con el logo de la naviera en dorado y sobre todo, una gran bandera británica pintada en la proa del barco. No contentos con la gran sorpresa que acababan de anunciar en el mismo comunicado desvelaban la gran bomba; la nueva imagen se extendería al resto de la flota de forma progresiva  desde finales de este mismo año hasta finales de 2016 siendo nuestro protagonista de hoy, el Aurora, el primero en recibir la radical sesión de maquillaje. Desde ese mismo día los foros relacionados con el mundillo cruceril están en pie de guerra.

¿Es la P&O o la British Airways?

Creo que en el asunto del controvertido cambio de imagen de la P&O, al menos es la impresión que saco leyendo los numerosos comentarios en internet a lo largo de estos meses, lo que realmente levanta ampollas es la cuestión de la chimenea y no tanto lo de la bandera. Lo de la «Union Jack» de proporciones farónicas pintada en la proa puede resultar comprensible porque si de algo puede jactarse esta naviera a lo largo de sus más de 175 años de historia es de haber paseado su «britanicidad» (ni siquiera sé si existe tal término) por todo el mundo así que la inclusión de la enseña nacional en su imagen corporativa no resulta tan descabellada máxime en la actualidad cuando P&O se encuentra englobada en el gigante norteamericano Carnival Corp. desde hace varios años.  De esta manera el incorporar la bandera a los colores de la compañía quizás sea un intento de reforzar la idea de que si bien las decisiones de la naviera se toman ahora desde los E.E.U.U., el corazón de la misma sigue siendo tan británico como siempre.

La patriótica bandera pintada en la proa del Aurora (arriba) presenta el hándicap de que hace ilegible desde cierta distancia el nombre del navío. En el buque Britannia (foto de abajo) todavía en construcción, el problema se ha resuelto colocando el nombre en una posición algo más retrasada y baja.
(Foto abajo: worldmaritimenews.com)

Lo que resulta  más incomprensible e hiriente es lo del cambio de colores en la chimenea, quizás porque a diferencia de la enorme bandera británica que a partir de ahora lucirán los buques de la P&O, ésta no sustituye a nada, a diferencia del color azul en el tope del barco que borra de un plumazo casi un siglo de tradición marcada por las chimeneas de color beige (en los tiempos en el que los buques quemaban carbón, a principios del siglo XX, las chimeneas de la P&O eran de un conveniente color negro por aquello de las manchas). Quizás cualquier cambio en una imagen tan arraigada en el colectivo a fuerza de permanecer invariable durante mucho tiempo cuesta más de asimilar pero en este caso concreto se suma el hecho de que el nuevo diseño elegido dista bastante en mi opinión de ser acertado, quizás en parte porque el «azulón» es un color que me da bastante «dentera», pero sobre todo porque la nueva imagen de la chimenea azul con el logo de la P&O en la parte central es de todo menos original; la ya extinta naviera Golden Sun Cruises lucía como imagen corporativa una chimenea igualita a la propuesta ahora por la compañía británica.

La nueva imagen de la chimenea del Aurora (arriba) parece no convencer a muchos entre otras cosas por tratarse de un diseño nada original al ser utilizado hace varios años por la ya extinta naviera Golden Sun Cruises. En la foto de abajo podemos ver un buque de su flota, el Aegean I y el parecido (más que sospechoso) de ambos diseños.
(Foto abajo: Lawrence Dalli)

Pese a que a lo largo de estos meses he podido ir digeriendo el cambio a base de ver bocetos e imágenes virtuales en internet he querido esperar a verlo en directo para emitir un juicio más objetivo y mis peores temores se han confirmado; lo de la bandera tiene un pase, pero es echar la vista a lo alto y se me caen las lágrimas. Quizás el impacto visual sea tan acusado debido a que se trata de un navío con el que practicamente he crecido a lo largo de los últimos 14 años y seguramente los nuevos colores de la P&O no me resulten tan dramáticos en el nuevo buque insignia de la naviera, el portentoso Britannia, que debutará en A Coruña a mediados de mayo del próximo año. El tiempo me dará la respuesta pero he de reconocer que no llevo muy bien lo de que se pierdan las tradiciones.

Por suerte o por desgracia y pese a que algunas se quedan por el camino, hay «tradiciones» que se mantienen, como la que convierte al Aurora en el «pupas» de los buques de crucero con su interminable historial de incidencias. El pasado martes sumó una más a la lista; durante la maniobra de salida, prevista inicialmente para las cinco de la tarde uno de los mecanismos encargados de aflojar uno de los cabos se declaró «en huelga» impidiendo el desatraque de la nave. El problema mecánico hizo que la salida se demorase casi hora y media hasta que finalmente se pudo arriar el problemático cabo sin recurrir a la violencia (el plan B era cargárselo a machetazos y no es una broma).

Problemas mecánicos retrasaron (una vez más) la salida del Aurora de la ciudad herculina.

No es el primer contratiempo que sufre el Aurora durante sus salidas de nuestra ciudad; precisamente en su primera visita del 2014 el fallo de uno de sus estabilizadores lo tuvo durante más de dos horas girando como una peonza a la altura del Castillo de San Antón ante la mirada atónita de los presentes en la zona. Empiezo a pensar que lo que realmente le sucede a este bellísimo navío, uno de mis preferidos sin duda, es que le cuesta decir adiós a A Coruña de tan bien que lo tratamos y en el caso de esta última escala es más que comprensible su obcecación por no dejarnos puesto que las previsiones apuntan a que en 2015 no visitará nuestra ciudad.


Para el 2015 el Aurora no tiene previsto visitarnos.
Una pena. Al menos así tendremos más tiempo para asimilar los nuevos colores de la P&O.