Buen tiempo, ambiente en la zona portuaria y un enorme buque de crucero atracado en los muelles. Una combinación a la que la ciudad de Ferrol comienza a acostumbrarse. A veces falla el primer elemento pero los dos últimos empiezan a ser escenas habituales, algo impensable no hace mucho y que hace inevitable el esbozar una sonrisa en la cara; muy parecida a la que lucen en su proa algunos de esos barcos, concretamente los de la naviera Aida Cruises. Y es que los ferrolanos comienzan a estar ya familiarizados con las simpáticas sonrisas de los buques de esta compañía, no obstante con la  escala del pasado viernes 16, a cargo del AidaStella, la naviera alemana lleva realizadas en la ciudad departamental un total de 4 visitas de las 15 previstas para este 2014, un año en el que Aida Cruises es la reina de estos muelles.

Una cara que se empieza a hacer muy familiar para los ferrolanos.

Y si Aida Cruises es el gran nombre a nivel de navieras en la ciudad vecina, en lo referente a buques la estrella es sin lugar a dudas (y nunca mejor dicho) el AidaStella, que con sus 6 escalas previstas  (ya ha realizado 2) habrá dejado a final de año a más de 12.000 pasajeros en el puerto ferrolano, una cifra nunca antes alcanzada por un sólo barco en un mismo ejercicio y en esta dársena. En un 2014 con cifras de récord en lo relativo a cruceros los habrá más grandes en la ciudad, pero el Stella será por méritos propios el nombre del año.

AidaStella. El barco del año en Ferrol.

Con la del pasado viernes el buque germano suma su segunda presencia en este puerto tras su escala inaugural del día 4 y a decir verdad con respecto a aquella memorable visita muy poco se cambió el guión. La llegada, procedente de la isla de Portland (Reino Unido), se produjo a una hora muy temprana, tal y como los buques de Aida están tomando por costumbre en Ferrol, y poco después de las 06:00 horas el Stella estaba comodamente instalado en el muelle Fernandez Ladreda. A esa hora muchos pasajeros aún dormían y la ciudad, todavía cubierta bajo el manto de la noche, era también ajena a la presencia del recién llegado.

No todos desconocían la llegada de la megaciudad flotante porque desde el momento mismo en que un buque de crucero se acerca a Ferrol todos y cada uno de los engranajes de una maquinaria formada por decenas de personas se ponen en marcha para llevar a cabo con éxito cada una de las escalas. El premio es muy goloso (y más en estos tiempos) por lo que todos los estamentos se vuelcan para que nada falle. Sólo así una ciudad se puede abrir un hueco dentro de esta voraz industria y hacerse con un pedacito de la tarta. Las cifras hablan de lo bien o de lo mal que se está haciendo los deberes en ese aspecto y para el caso concreto del puerto de Ferrol los números son ciertamente reveladores: en tres años se ha pasado de las 4 ó 5 escalas en cada ejercicio a las 26 previstas para éste. La porción de la tarta es cada vez más grande.

Toca hablar un poco del protagonista de la jornada del pasado día 16 pese a que es ya todo un conocido en este blog con tan sólo un añito de vida. En Ferrol su silueta también empieza a ser más que familiar porque la ciudad ha recibido en menos de dos semanas la visita del AidaBella y del AidaMar, buques que coinciden con nuestro prota de hoy en algo más que lucir el mismo maquillaje; todos ellos son unidades petenecientes a la Sphinx-Klasse, un grupo de siete buques basados en un mismo diseño original cuya construcción se inició en 2004 con el AidaDiva y al que siguió la producción de una unidad cada año en los astilleros Meyer de Papenburg (Alemania), una localidad que vive por y para la construcción de estos colosos y que, paradojas de la vida, ni siquiera tiene costa; los barcos se llevan a mar abierto navegando más de 30 kilómetros a través del río Ems.

Con su botadura en 2013 nuestro AidaStella fue el encargado de poner el broche de oro a una de las familias de buques más prolíficas y exitosas de la industria del crucero moderno. Para el próximo año Aida Cruises ya tiene previstos nuevos lanzamientos pero será ya con una nueva clase de buques, mucho más grandes y sofisticados, con los que dará un nuevo salto cualitativo para seguir luchando codo con codo con la competencia. El ser el último de la saga provoca que el Stella tenga importantes cambios respecto al diseño original que en lo esencial se resumen en la adición de cubierta y media más así como diferentes instalaciones a bordo con las que no cuentan sus hermanos. En números el AidaStella es un buque de 71.304 toneladas de registro bruto, 252´2 metros de eslora, 32´2 metros de manga, 7´3 metros de calado y cuenta con 4 generadores diésel que le otorgan un total de 48.000 CV de potencia, caballería más que suficiente para que sus dos enormes hélices de bronce, de 5´2 metros de diámetro cada una, propulsen a la nave a 23 nudos de velocidad máxima.

Evidentemente se trata de viajes de placer y el AidaStella rara vez navega a esas velocidades. Relax. Para poder evadirse del mundo la nave de la mirada hipnótica cuenta con 12 cubiertas de pasaje en las que sus pasajeros, 2.700 en capacidad máxima, cuentan con mil y una opciones de entretenimiento para poder desconectar del mundo bajo la supervisión de 620 miembros de la tripulación. Por esas cosas que tiene el mundillo de los registros marítimos los casi tres mil teutones entre pasaje y tripulación que van a bordo navegan en una isla italiana: el AidaStella está registrado en el puerto de Génova pese a que lo más seguro es que en su vida haya tocado dicho puerto.

Barco alemán pero bandera italiana. Cosas de la globalización.

Tras una estancia de medio día en Ferrol la salida, puntual como siempre, tuvo lugar a las 18:00 horas para poner rumbo norte en búsqueda de su siguiente destino, la bellísima ciudad de Santander. Eso sí, antes de abandonar la ría ferrolana al AidaStella le tocaba vivir un último requisito que se está convirtiendo en todo un clásico; la tradicional emboscada a la altura del Castillo de San Felipe  a cargo de los soldados dieciochescos de la Asociación Batalla de Brión que con cada una de sus actuaciones otorgan un plus de atractivo a las maniobras de salida que a buen seguro entusiasman a los que van a bordo.

Los miembros de la Asociación Batalla de Brión preparan sus armas. El «enemigo» se acerca.

Y no sólo a ellos porque en tierra desde el propio castillo y a pocos metros de este grupo de amigos aficionados a las recreaciones históricas tan elegantemente ataviados ver maniobrar a estas naves, algo ya muy vistoso de por sí, se convierte en un espectáculo sin igual. Existen otros excepcionales puntos desde donde ver a estos colosos de los mares surcar la bella ría ferrolana (quizás desde mi humilde opinión el más impresionante sea el mirador de A Bailadora) pero nada comparado a vivirlo desde el Castillo de San Felipe cuando estos soldados napoleónicos del siglo XXI se apostan en sus muros y dedican una andanada de disparos en honor a los turistas. Desde este blog quisiera dar las gracias a los miembros de esta asociación, no sólo por hacernos pasar a los allí presentes el pasado viernes una estupenda tarde entre risas y fotos si no también por la gran labor que realizan de cara a la imagen que se proyecta hacia el exterior de la ciudad de Ferrol y de toda la comarca de Ferrolterra. Si no habeís tenido la oportunidad de verlos en acción os lo recomiendo porque el que acude a ver alguna de sus actuaciones repite seguro…

El shipspotter contraataca: Tras haber despedido al AidaStella es hora de hacer el ganso. 
Jose cambia de arma por unos instantes y ajusticia a Marcelo mientras sus compañeros, 
al fondo de la imagen, se «hacen los suecos».

….como seguro repetirá también el AidaStella en Ferrol y no habrá que esperar mucho; será el próximo 13 de junio cuando el buque germano realice su tercera visita a la dársena departamental por este año (y las que le quedan), un año que a nivel de cruceros y en lo que respecta al puerto ferrolano sólo se puede calificar de una manera: Estelar.

El AidaStella se despide… por ahora.

Hoy los agradecimientos van a dirigidos a todos los que hicieron posible esta inolvidable jornada.

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