Continuamos aquí el relato sobre el buque Corinthian, que visitó A Coruña el pasado lunes. En la primera parte de este post  lo habíamos dejado justo en el momento en el que la naviera del por entonces Renaissance IV se había declarado en quiebra y en este punto de la historia vamos a continuar. La onda expansiva generada por el hundimiento de la Renaissance Cruises pilló a nuestro protagonista de hoy muy lejos y es que como mencioné en la primera parte de la entrada, a partir del año 97 los 8 pequeños «Renaissances» fueron siendo vendidos a distintas navieras a lo ancho y largo del globo de forma que resulta bastante complejo el seguirles la pista a toda esta flotilla. Tal es la dificultad que para tratar de averiguar lo que le deparó el destino a nuestro Corinthian, entonces Renaissance IV, hay que hacer uso de su número IMO.

(Foto: Manuel Candal)

 El IMO (iniciales del inglés International Maritime Organization) es el número de referencia que tiene adscrito cada buque desde que es botado y su uso es obligatorio a nivel mundial. La ventaja del número IMO es que éste es único e intransferible para cada barco y no varía a lo largo de la vida del navío pese a posibles cambios de nombre, propietario o puerto de registro. Así usando esta especie de «DNI naval» he indagado un poco en la biografía de nuestro protagonista pero he de reconocer que ni con esta gran ayuda ha resultado fácil seguirle el rastro.

Tras finalizar su periplo con Renaissance Cruises el actual Corinthian fue vendido en 1998 a la naviera Greenwich Ship Management siendo operado por Troodos y rebautizado como Clelia II. Durante la década siguiente el buque navegó charteado en multitud de ocasiones para diversas compañías, tantas que me sería imposible hacer una relación de todas ellas. De todas maneras durante los comienzos del presente siglo tampoco tuvo lugar ningún acontecimiento relevante en la vida del Corinthian.

El Corinthian pasando a la altura del petrolero Dilong Spirit durante su salida de la ciudad.
(Foto: Jose R. Montero)

Todo se vuelve más interesante en 2009. Ese año comienza de forma prometedora para el entonces Clelia II con una profunda reforma de sus interiores que revitalizó el barco, propiedad en ese momento de la Travel Dynamics International. Los trabajos, que tuvieron un coste de unos 15´5 millones de euros, le sentaron de maravilla al pequeño buque pero pese a que tras salir del astillero con su nuevo aspecto el futuro de la nave parecía prometedor, a punto estuvo de no acabar el año. El 26 de diciembre el Clelia II sufrió un accidente cerca de la Antártida al golpear su hélice de estribor contra unas rocas. Como resultado del impacto el buque sufrió un «blackout» (perdida total de energía) y quedó a la deriva pero afortunadamente la ayuda recibida evitó que la nave encallara. Por una de esas casualidades de la vida el buque que ayudó al Clelia II durante la emergencia fue uno de sus hermanos gemelos, que por aquel entonces portaba el nombre de Corinthian II.

El Clelia II disfrutando de una navegación que podríamos definir como «agitada».
(Foto: autor desconocido)

Se conoce que las emociones vividas por el Clelia II tras su aventura «on the rocks» un año antes no fueron suficientes y en diciembre de 2010 el navío experimentó otro accidente, más grave si cabe que el sufrido casi un año antes, y en uno de esos lugares donde ningún barco querría estar nunca en problemas, el Pasaje de Drake. En esta auténtica puerta al infierno situada entre América del Sur y la Antártida, catalogada como una de las peores zonas del mundo para navegar, se encontraba nuestro protagonista de hoy el 9 de diciembre en mitad de unas durísimas condiciones climatológicas, con olas de 10 a 12 metros y vientos de 90 km/h, cuando una enorme ola impactó contra el puente de mando rompiendo los cristales y provocando un fallo eléctrico total y la pérdida de las comunicaciones. Tras subsanar parcialmente los problemas el Clelia II pudo lanzar una llamada de socorro a la cual respondió otro buque de crucero, el National Geographic Explorer. Las imágenes del pequeño Clelia II atravesado a la mar y completamente a merced de las olas dieron la vuelta al mundo y hoy en día es uno de los vídeos con más visitas cuando tecleamos las palabras «crucero en apuros» en el youtube. El impresionante documento fue grabado por los pasajeros del National Geographic Explorer y lo pueden ver a continuación.

Tras recuperarse de tan agónica experiencia el Clelia II cambió de aires y fue vendido a la compañía australiana Orion Expedition Cruises que lo llevó a los astilleros Almaco de California en febrero de 2011 para una completa puesta a punto. De la reforma, que incluyó la redecoración de las 50 suites y de las principales estancias de la nave, surgió  un buque prácticamente nuevo al que rebautizaron como Orion II y que hizo su viaje inaugural el 2 de junio de ese mismo año.

El Corinthian durante su etapa como Orion II.
(Fuente: Orion Expedition Cruises)

 
 
Y tras dos años con los «aussies», nuevo cambio de propietario; en 2013 el Orion II pasó a la Adventure Life Cruises, que decidió rebautizarlo con el nombre que luce actualmente. Pese a que creo que sigue siendo su actual propietaria, desde 2014 el buque está operado por la compañía Grand Circle Cruise Line; al menos ese es el logo que lucen sus dos chimeneas gemelas. Es todo lo que he podido sacar en limpio a base de buscar y rebuscar información de este barco, una labor dificilísima pese a la gran herramienta de trabajo que es internet, teniendo que contrastar datos mirando en decenas de páginas sin que al final me haya quedado perfectamente definida la trayectoria de este barco a lo largo de los años. Y es que nunca un buque tan pequeño me había dado tanto trabajo a la hora de escribir una entrada, uff!.


Corinthian. Un buque al que es complicado seguirle la pista.



Volviendo al pasado lunes y tras pasar casi 13 horas amarrado en el muelle de trasatlánticos, a las 8 de la tarde el pequeño Corinthian zarpó de las instalaciones herculinas rumbo a su siguiente destino, la ciudad de Burdeos, un destino al que no muchos buques de crucero tienen acceso. Ventajas de ser pequeño y, sobre todo, muy muy exclusivo.

Despedida de la ciudad a última hora de la tarde del lunes rumbo a tierras francesas.
(Foto: Manuel Candal)

Para acabar quisiera agradecer a mis dos buenos amigos y grandes colaboradores del blog, Manuel Candal y José R. Montero las fotos prestadas para la elaboración de esta entrada.