En la anterior entrada inicié el repaso a la multitudinaria jornada del pasado miércoles, en la que se dieron cita en los muelles herculinos un total de 4 buques de cruceros. Presentados los tres primeros es hora de conocer al cuarto integrante del grupo.

Y el cuarto integrante del grupo es…

Y el encargado de cerrar el cuarteto fue el navío galo Le Boreal que decidió no madrugar tanto como sus compañeros y no apareció por la ciudad hasta bien entrada la mañana. No fue hasta las 11 y media cuando procedente de Leixoes su coqueta figura doblaba el dique de abrigo para dirigirse a un extraño punto de amarre para una embarcación de su tipo pero perfectamente válido desde el punto de vista técnico: el muelle de Batería. Con el último de sus cabos tensado se daba por concluído el largo operativo de bienvenida iniciado cinco horas antes.

El Le Boreal no hizo acto de presencia hasta bien entrada la mañana.
(Foto: Manuel Candal)

El Le Boreal trajo en esta ocasión a la ciudad a 230 pasajeros que realizan estos días un crucero por la Europa occidental iniciado el pasado día 1 en el puerto de Lisboa. Tras zarpar de la capital lusa el barco propiedad de la naviera francesa Ponant atracó en la terminal de Leixoes antes de su entrada en A Coruña. La singladura ha continuado por la cornisa cantábrica y tras una breve parada en Santander para dejar a parte de su pasaje el buque ha continuado camino hacia el puerto de Bilbao. En estos momentos el lujoso navío se encuentra atracado en la localidad de Saint Malo, otro de las visitas estrella de un itinerario que cuenta con una fuerte carga cultural. El fin de fiesta tendrá lugar el próximo 9 de mayo cuando el Le Boreal llegue a Londres y pase bajo el mítico London Bridge. Una experiencia ciertamente inolvidable y al alcance de muy pocos barcos de su clase.

 El exclusivo Le Boreal pertenece a la compañía gala Ponant.
(Foto: Manuel Candal)

La presencia de semejante flotilla de naves en la dársena coruñesa se hizo notar y mucho a lo largo de la jornada aunque en cierto modo fue algo más mediático que tangible por inmediaciones del puerto. Cierto que no todos los días A Coruña recibe al unísiono a 4 naves de pasaje (de hecho es la segunda vez que ocurre) pero eso no se reflejó en las calles del centro donde el ambiente era el semejante a cuando atracan uno o dos barcos. La culpa la tuvo el pequeño tamaño de dos de los componentes del cuarteto. Éste fue también el motivo que impidió que la marca de cruceristas fuese impropia de semejante efeméride si bien no estuvo nada mal: cerca de 4.000 cruceristas. Más de 5.500 personas si sumamos a sus respectivas tripulaciones.

Llenazo en los muelles aunque no tanto en las calles del centro…
(Foto: Manuel Candal)

Algo parecido ocurrió hace ahora poco más de 3 años. El 2 de mayo de 2014 una rocambolesca carambola en la agenda de varias navieras propició la coincidencia por unas horas en los muelles herculinos de 6 buques de cruceros, récord absoluto hasta la fecha. A la estratosférica cifra de naves sin embargo no le correspondió la cifra de pasajeros desembarcados, que se quedó en unos nada despreciables 6.000 cruceristas, una marca que no alcanza para desbancar la que es hasta el momento la referencia: los 7.200 pasajeros que trajeron el 16 de mayo de 2013 los buques Independence of the Seas y Ventura. Con los 4.000 cruceristas llegados por vía marítima, la del pasado miércoles no entra, ni de lejos en el «top 3» de los desembarcos masivos en la ciudad.

El discreto tamaño de los barcos que visitaron la ciudad el pasado miércoles (exceptuando al Azura) impidió un mejor registro de visitantes.
(Foto: Manuel Candal)

Como reza el título de la entrada la presencia de buques de cruceros el pasado miércoles no sólo fue destacada por la cantidad de navíos que se dieron cita en la ciudad sino por la variedad de estilos que representaban, pudiéndose agrupar los componentes de este cuarteto en dos grandes bloques: los correspondientes a la «nueva generación» y los que podríamos llamar «barcos clásicos». Veamos ahora algunas características de cada uno de ellos.

De los 4 barcos protagonistas de la jornada el que sin lugar a dudas es el prototipo de lo que hoy por hoy es tendencia en la industria crucerística es sin lugar a dudas el Azura, un navío de más de 100.000 T.R.B. (115.055 para ser exactos) y capacidad para 3.597 en alojamiento máximo que cuenta en sus 14 cubiertas de pasaje con todo tipo de instalaciones destinadas al disfrute de sus cruceristas. Un ejemplo perfecto de los comunmente denominados resorts flotantes cuyos detractores designan peyorativamente como cajones flotantes por la total carencia de gracia y armonía en sus formas, aspecto éste el estético que hace mucho dejó de importar para navieras y astilleros. Habla a las claras sobre el nivel que ha alcanzado este proceso de gigantización del sector el hecho de que pese a presentar unas proporciones faraónicas el Azura no aparece ni entre las 40 unidades navales más grandes de su tipología.

Un coloso: Es innegable que el Azura es un genuíno megacrucero de dimensiones impresionantes.

Dentro del grupo de barcos pertenecientes a «la nueva ola» pero en el extremo opuesto al Azura por tamaño encontramos al coqueto Le Boreal, un navío cuya morfología se asemeja más a la de un yate privado propiedad de un excéntrico millonario que a la de un buque de cruceros al uso. Con un tamaño 11 veces inferior en volumen al del buque de la P&O, el Le Boreal no puede (ni quiere) rivalizar con los enormes megacruceros tan en boga en la actualidad. Su guerra es otra ya que se clasifica dentro de un pequeño segmento dentro de la vasta oferta crucerísitica muy de moda ultimamente: el de los barcos-boutique. Se trata de unidades muy pequeñas cuya principal característica es su exclusividad, con aforos limitados a unos pocos cientos de privilegiados turistas y una cifra similar de tripulantes, lo que se traduce en una calidad de servicio  que no tiene parangón en toda la industria. Son los barcos más lujosos del sector. A estas destacadas características el Le Boreal suma otra excepcional; su fisonomía especialmente adaptada para navegar por las zonas más inhóspitas del globo que lo convierten en uno de los buques de expedición más exclusivos del mundo.


Arriba: El Le Boreal, al igual que el resto de los buques de su naviera, es uno de los navíos más exclusivos de su clase.
Abajo: Examinando al detalle su popa podemos apreciar dos de las características más destacadas de esta nave: por un lado su francofonía y por otro lado su espectacular marina que permite a sus pasajeros practicar diversos
juegos acuáticos e incluso darse un bañito en el mar.

Queda repasar a los otros dos protagonistas del día pero eso será en la tercera y última parte del post.