AidaSol en los astilleros Meyer días antes de iniciar su viaje hacia la costa. 
(foto: Meyer Werft)

Hace unos días publiqué una entrada en la que comentaba la salida del AidaSol de los astilleros Meyer Werft, en su proceso final de construcción, si bien les decía que al buque aún le quedaba recorrer una última etapa antes de pasar a manos de sus verdaderos propietarios. Les comenté que un día hablaría un poco más de estos astilleros. Como me siento en deuda con esa promesa y aprovechando el respiro que me da el Independence of the Seas y sus visitas relataré algunas cosillas de estos astilleros con la excusa del singular viaje que hace unas semanas realizó el último componente de la flota Aida Cruises.
Como en algún punto tengo que empezar esta historia lo haré en la Alemania de finales del siglo XVIII ¿les parece?. Concretamente en un lugar llamado Papenburg.

En los mismísimos «morros» del AidaDiva.
(Foto: Meyer Werft)

Papenburg es una localidad situada en el noroeste de Alemania, muy cerca de la frontera con los Paises Bajos y que, entre muchas otras características destaca por tener un gran motor industrial: La construcción naval.
Esta actividad tiene gran tradición en la zona y desde finales del siglo XVIII surgieron más de 40 astilleros dedicados a la construcción de todo tipo de naves, pero de entre todos ellos los astilleros Meyer, una empresa familiar fundada por Josef Lambert Meyer y que ha conseguido llegar a nuestros días hasta convertirse en uno de los principales puntos de referencia en la ingeniería naval  manteniendo además ese carácter familiar, algo realmente complicado y digno de elogio. Una empresa que da empleo directo a  2300 personas y que es capaz de construir 3 cruceros de gran porte al año.
Pero si hay algo realmente llamativo en estos vanguardistas astilleros es su peculiar ubicación: Meyer Werft se encuentra a ¡36 kilómetros de la costa!.

 Vista panorámica de Meyer Werft con el AidaLuna «recién salido del horno». 
No pierdan el tiempo buscando la costa; No está. (foto: Pressebox)

Su larga historia iniciada en 1795 está jalonada de grandes obras navales y muchos buques famosos aparecen asociados a su nombre. Podría citar decenas de ellos pero por no alargarlo mucho diré dos:
Graf Goetzen: Un vapor mixto de carga y pasaje que fue la inspiración para la novela de C.S. Forester «La Reina de África» y para la posterior película del mismo título protagonizada por Humphrey Bogart y Katherine Hepburn.
Viking Sally: La gran leyenda negra del astillero. Fue botado a finales de 1979 y no debería de haber destacado más allá de ser uno de los ferries más grandes de su época. Todo cambió el 28 de septiembre de 1994 cuando, ya bautizado como Estonia, perdió la visera (la puerta frontal) durante una tormenta en mitad del Báltico y se fue al fondo llevándose consigo las vidas de 852 personas en una de las peores catástrofes marítimas del siglo XX.


Dos naves asociadas (para bien o para mal) con los astilleros 
Meyer Werft: Graf Goetzen (arriba) y Estonia (abajo)

(Fotos: Wikipedia)

En 1985, y con una enorme reputación en la construcción de numerosos tipos de buques, Meyer Werft se adentra en la construcción de cruceros con su primera obra: el Homeric. Quizá el nombre no les suene pero el buque sigue navegando actualmente aunque ahora lo hace bajo la denominación de Thomson Dream y hace unos meses visitó A Coruña. Esta nave supuso además un récord para los astilleros germanos al convertirse en el barco más grande en ser botado de costado.

Momento en que el Homeric es botado de costado en Meyer Werft.
(foto: Meyer Werft)

El Thomson Dream en A Coruña el pasado mes de diciembre.

Poco después comienzan la construcción del primero de los 2  muelles cubiertos que posee en la actualidad el astillero,  que son los más grandes del mundo de estas características. El muelle número 2, construido en 2001 y que va a ser ampliado proximamente para tratar de competir contra los astilleros coreanos alcanzará una longitud de 504 metros.

 En las entrañas del gigante: El Celebrity Eclipse
practicamente finalizado en el interior de uno 
de los enormes hangares de construcción. 
(foto: Meyer Werft)

De esos muelles cubiertos han salido multitud de cruceros; Por citar sólo unos pocos y los que han visitado nuestra ciudad: los Oriana, Aurora, Celebrity Century, Mein Schiff, Norwegian Jewel, AidaBella, Jewel of the Seas, AidaLuna y AidaBlu llevan en su interior el sello inconfundible de Meyer Werft.
La tendencia en la industria crucerística de construir buques cada vez de mayor tamaño ha llevado a los astilleros de todo el mundo a dar lo mejor de sí e intentar adaptarse a la «gigantización» que se está produciendo en el sector. En el caso de Meyer Werft este proceso es más complicado por su peculiar situación geográfica por lo que a la continua mejora tecnológica de sus procesos de construccion debe sumar soluciones logísticas que permitan a buques cada vez más grande alcanzar la costa.
pero, ¿como llevar un objeto de 300 metros de largo y 100.000 toneladas desde tierra adentro hasta el mar salvando una distancia de 36 kilómetros?. La respuesta se encuentra en el río Ems.

Norwegian Gem. Una auténtica joya.
(Foto: Meyer Werft)

El Ems recorre con sus más de 300 kilómetros la parte noroeste de Alemania. Es navegable en gran parte de su longitud y constituye la vía de escape perfecta para los barcos que nacen de las entrañas de este gran complejo naval. Sin embargo mucho han cambiado las cosas en los últimos 200 años. Los barcos de principios del siglo XIX en poco se parecen a los grandes mastodontes que salen actualmente de sus muelles cubiertos y aquel viaje en busca de la costa que antaño suponía una tranquila travesía se ha convertido en un auténtico desafío logístico que a veces parece ir en contra de las propias leyes de la física.
Soltemos amarras, pues y dirijámonos a mar abierto…

Operarios de Meyer Werft sueltan los cabos del Celebrity Solstice para 
iniciar el viaje que le llevará río abajo hasta la costa tras un viaje de 36 kilómetros. 
(Foto: Meyer Werft)