Diplopia. Es el término científico que se aplica a la visión doble de un objeto. No guarda relación con lo ocurrido en los muelles coruñeses el pasado viernes 16 de agosto porque ese día eran en realidad dos los objetos pero lo cierto es que la imagen observada era tan curiosa que por unos segundos podríamos plantearnos si nuestra propia vista nos estaría jugando una mala pasada. No era así; Se trataba de una doble escala, una de tantas que de un tiempo a esta parte se producen en el puerto herculino pero a la que los caprichos del calendario convirtieron en una jornada para el recuerdo y que ya para siempre figurará con letras de oro en la historia de nuestra urbe.

 

La coincidencia por primera vez en nuestros muelles de dos buques muy conocidos por estas aguas, el Ventura y el Azura, ambos de la naviera inglesa P&O. Si son tan frecuentes sus visitas en nuestra ría ¿donde está lo curioso del asunto? Pues en que ambas naves son gemelas y el resultado de verlas atracadas a la vez en la dársena es cuanto menos llamativo.

El Azura, en primer término, maniobra para dirigirse a su amarre en el muelle de transatlánticos.  Al fondo y a la derecha de la foto se puede ver al Ventura atracando en Calvo Sotelo Sur.

Procedente de Cádiz el Ventura fue el primero en hacer acto de presencia poco antes de que el reloj señalase las siete de la mañana. Oculto aún entre los últimos estertores de la noche como pretendiendo pasar desapercibido, algo sumamente difícil para un objeto móvil de 291 metros de largo, tras sobrepasar el dique el primero de los protagonistas de la jornada realizó un grácil giro de 180 grados para iniciar la aproximación a su complicado punto de amarre, situado esta vez en el muelle de Calvo Sotelo Sur. No era un amarre desconocido para el Ventura puesto que el pasado 16 de mayo el buque inglés ya atracó en esa ubicación por la coincidencia de su escala con las del megabuque Independence of the Seas. Aquel día el Ventura inscribió su nombre en el libro de los récords de la dársena herculina al ser la nave más grande en atracar en la citada ubicación.

El Ventura realizando el giro para atracar dando atrás.

Para aquellos que no llegaron a tiempo de ver la maniobra del buque británico o a los que les había sabido a poco, hubo repetición de la jugada. Cuando el Ventura aún maniobraba dirigiéndose a su amarre, de las proximidades del dique surgió otra mole flotante idéntica a la primera pero con una grafía distinta inscrita en su costado. En un perfecto calco de lo realizado minutos antes por su hermano gemelo, el Azura repitió paso a paso los mismos movimientos con la salvedad de que esta vez sus 115.055 toneladas de registro bruto se encaminaron hacia el muelle de transatlánticos. El buque procedía de Southampton.

El Azura dobla el dique de abrigo mientras mi buen amigo Jose «afota» 
al Ventura en plena maniobra de atraque.

La imagen de las dos megaciudades gemelas atracadas provocaba una atípica estampa que para los curiosos que se acercaban hasta las inmediaciones del puerto debió resultar sorprendente hasta el punto de que más de uno seguro que se frotó los ojos ante la incredulidad de la imagen que tenía delante. Pero no se trataba de ningún efecto óptico: literalmente se veía doble.

Las dos naves atracadas: El Ventura en primer término y el Azura al fondo.
(Foto: Carlos Rapela)

Pese a lo peculiar de la circunstancia, dos naves de crucero gemelas coincidiendo por unas horas en nuestro puerto, en realidad no es la primera vez que tal coincidencia se da en A Coruña. En 2007 los buques MSC Opera y MSC Lirica protagonizaron una escala triple acompañados por el Marco Polo y en 2009 fueron el Boudicca de Fred Olsen Cruises y el Albatros de Phoenix Seereisen los que convirtieron el muelle de transatlánticos en una improvisada reunión entre hermanos. A diferencia de estos últimos la del pasado viernes resulta más llamativa al compartir ambos buques colores corporativos con lo que el efecto es más llamativo. No obstante y pese a que nos referimos al Ventura y al Azura como buques idénticos conviene matizar la frase ya que si miramos con atención vemos que tal afirmación no es del todo exacta…

Arriba: Al Azura le tocó esta vez atracar en el muelle de transatlánticos.
Abajo: Decenas de personas se agolpan justo encima del puente de mando durante la salida del Ventura.

En realidad Azura y Ventura no son idénticos y difieren en multitud de detalles que le otorgan a cada uno de los navíos una personalidad propia dentro de la compañía P&O. Buscar esas diferencias en el aspecto externo resulta ya algo más complicado (varían en alguna de sus dimensiones pero es inapreciable a la vista del ojo humano) salvo por un pequeño detalle en la popa del Azura. Allí el hermanito pequeño luce a la altura de la línea de flotación un apéndice conocido como «ducktail» y que el Ventura no presenta (al menos de momento). Las popas tipo «ducktail» sirven para dar una mayor estabilidad a los buques y sobre todo para conseguir un mayor ahorro de combustible.

Una sutil diferencia: Externamente Azura y Ventura son casi indistinguibles salvo si echamos un vistazo a su parte de atrás. El Azura (arriba) presenta una popa «ducktail» que el Ventura (abajo) no tiene.

Además de la instantánea dejada para la posteridad, otro efecto provocado por la escala conjunta de Azura y Ventura fue el desembarco de un total de 7.000 cruceristas, en su mayoría de nacionalidad británica, y que aprovecharon la mañana para callejear por la ciudad, realizar alguna de las excursiones programadas a Santiago y otros puntos de la geografía gallega o dar rienda suelta a su vena consumista en tiendas y centros comerciales, en este último caso más volcado el pasaje del Ventura al tratarse A Coruña de la última escala para este navío antes de concluir su viaje. Estadisticamente la última escala antes del final del crucero es en la que los pasajeros gastan más dinero; es el llamado «efecto souvenir», que se ve acentuado si el buque lleva turistas ingleses. (Si la moneda a bordo es el euro los pasajeros se deshacen de ellos en la última escala para no tener que cambiar la divisa de vuelta a casa).

Tras lucir fraternalmente durante toda la mañana en el corazón de la ciudad a primera hora de la tarde los dos hermanos reemprendieron viaje pero como no podía ser de otra manera y tratándose de una escala tan especial ambos navíos decidieron hacer de su partida un acontecimiento para no olvidar. En un mes en el que la ciudad está de fiesta y en los distintos barrios de A Coruña se celebran numerosos conciertos, las estrellas de la jornada quisieron brindarnos el suyo propio y a la salida del Ventura, el primero en soltar amarras, los dos navíos iniciaron  la madre de todas las batallas a bocinazo limpio como no se recuerda una igual en mucho tiempo. Tras el protocolario saludo entre las naves (tres pitidos largos) los buques dieron rienda suelta a su creatividad y durante varios minutos se dieron la réplica mutuamente como si ninguno de los dos quisiese tener la última palabra. Espectáculo visual y sonoro. Dos por el precio de uno.

El Ventura fue el primero en zarpar ante la atenta mirada de su hermano pequeño.
(Foto Carlos Rapela)

Tras el brutal concierto protagonizado por estos gigantes instrumentos de viento la música continuó sonando a bordo del Ventura, donde las cubiertas superiores aparecían abarrotadas de enfervorecidos pasajeros que cantaban al son de algunos clásicos como The Beatles o The Proclaimers. El clímax se alcanzó tras doblar el dique de abrigo cuando en la megafonía del barco comenzaron a sonar los primeros acordes del «God save the Queen» y el pasaje entonó su himno agitando banderitas con la Union Jack. Éxtasis patriotero mientras el Ventura ponía rumbo a casa, concretamente hacia el puerto de Southampton.

20 minutos después el Azura abandonaba también las instalaciones portuarias. Sin nadie ya que responder a sus bocinazos de despedida el ambiente parecía más apagado que el vivido tan sólo unos imomentos antes, incluso en las cubiertas superiores no se veía tanta animación; quizás su afortunado pasaje se reservaba para las cuatro jornadas de navegación que tenían por delante antes de llegar a su siguiente destino, la ciudad de Messina en la isla italiana de Sicilia. Con el Azura alejándose por la canal oeste se ponía el punto y final a una jornada histórica que deja para el recuerdo un buen número de imágenes y de sonidos que ya forman parte de lo más destacado de este 2013 en el puerto coruñés al que todavía le aguardan muchas escalas por recibir.

El Azura puso rumbo a Italia.

Mis agradecimientos a Carlos Rapela por el suministro de algunas de las espectaculares fotos que adornan este post obtenidas desde su impresionante atalaya.