(Foto: Chris Howell)

 En la segunda parte de este post especial dejábamos al Vistafjord a finales de los 90 inmerso en un convulso tiempo de cambios en su naviera que no le serían ajenos. Aquí proseguiremos la historia. Y es que en lo relativo al Vistafjord la llegada de los nuevos dueños americanos a la naviera Cunard le tenía reservada una etapa de grandes cambios; siguiendo con el objetivo de homogeneizar la flota, a nuestro protagonista se le realizó un profundo cambio de identidad: el buque fue completamente remodelado en sus interiores con una decoración mucho más tradicional y más acorde al gusto británico, además pasó a lucir registro británico y exteriormente fue repintado con los históricos colores rojo y negro de la Cunard. Pero por muy importantes que fuesen, todas estas modificaciones quedaron en un segundo plano ante la principal metamorfosis que sufrió el navío; el nombre de Vistafjord, que durante más de un cuarto de siglo había lucido en su amura, desaparece para recibir uno más acorde con sus nuevos colores: Caronia. Se trataba del tecer barco en la historia de la naviera en portar dicha denominación y el primero desde 1973 en acabar con el sufijo -ia tradicional desde sus inicios en los buques de esa compañía si exceptuamos a los «Queens».

El «mini-Queen»: La homogeneización de la flota Cunard así como la integración 
de una misma imagen corporativa en sus barcos fue otro de los aciertos de Carnival. 
El ya renombrado Caronia (en primer término) pasó a lucir una estética que, salvando 
las distancias de tamaño, lo asemejaba bastante al buque estrella de la compañía, 
el Queen Elizabeth 2 (al fondo).
(Fuente cruiseships.com)

Tras su ceremonia de bautizo en Liverpool el 10 de diciembre de 1999 justo al lado del histórico edificio que la Cunard tiene en la ciudad del Merseyside, el Caronia comenzó a operar con su nuevo nombre realizando habitualmente cruceros por el Atlántico y el Mediterráneo desde su puerto base de Southampton siendo uno de sus puntos habituales de escalas durante esa época A Coruña donde en varios años se convirtió en el buque con mayor número de presencias en la dársena herculina. Pero su nueva singladura como Caronia tuvo un corto recorrido; la llegada del gigantesco Queen Mary 2 prevista para finales de 2003  hizo que el Caronia no tuviese hueco dentro de la flota para los dirigentes de la compañía y tras un breve periodo de cuatro años con su nueva denominación y 21 al servicio de la naviera el Caronia dejó la Cunard en noviembre de 2004.

(Foto: Neven Jerkovic)

Para un buque de más de 30 años la salida de una compañía podría significar un terrible destino rumbo a algún chatarrero pero si hablamos de todo un ilustre de los mares como el protagonista de esta historia está claro que siempre queda una bala en la recámara. Tras su puesta en venta por parte de la Cunard la compañía británica Saga Holidays, especializada en cruceros para el mercado británico, decide comprar la nave. Saga ofrece travesías para un cliente-tipo con una edad superior a los 50 años a bordo de buques pequeños y clásicos y el Caronia encajaba como un guante en esa definición. Otro importante detalle lo convertía en el fichaje perfecto: la naviera operaba en ese momento con el buque Saga Rose, el anterior Sagafjord, por lo que tras casi una década separados las dos naves hermanas volvieron a trabajar para una misma compañía.

Saga Rose (izquierda) y Saga Ruby (derecha) atracados juntos. 
Tras una década los dos buques cuasigemelos volvieron a navegar 
al servicio de la misma compañía en 2004.
(Foto: autor desconocido)

Tras formalizarse el acuerdo de venta el buque fue llevado a los astilleros donde se le realizó una profunda reforma que incluyó el reacondicionamiento de los generadores y el sistema de propulsión, mejoras en el sistema anti-incendios, rediseño de la popa que incluyó atrasar la piscina, redecoración y rediseño de sus zonas interiores así como la conversión de algunos camarotes a individuales con la consiguiente reducción en el número de pasajeros (de 677 a 655). La remodelación valorada en unos 17 millones de libras esterlinas (unos 21 millones de euros) se completó con unos nuevos colores del casco y de su chimenea y con su nuevo nombre, Saga Ruby, una denominación muy apropiada para esta auténtica joya de los mares.

Durante su conversión de Caronia a Saga Ruby una de las principales 
modificaciones se produjo a popa de la nave donde se reubicó la piscina 
hacia una posición más retrasada ganando espacio exterior en las cubiertas.
(Fuente: Saga Cruises)

A lo largo de estos años y en la que sería su última etapa profesional como buque de cruceros, el Ruby demostró ser todo un éxito contando con una gran legión de seguidores que preferían la experiencia de realizar un crucero a bordo de un pequeño buque clásico en lugar de los cada vez más abundantes megacruceros con capacidades para 3.000 o 4.000 personas. Al gran éxito contribuyeron experiencias como la del crucero misterioso en la cual el Saga Ruby realizaba rutas donde los viajeros que viajaban a bordo no conocían el recorrido, tan sólo los puertos de embarque y desembarque, manteniendo la ruta en secreto unicamente conocida por el capitán y unos pocos oficiales. La iniciativa se realizó por primera vez en la campaña de 2007 y desde entonces se convirtió en todo un clásico dentro del calendario anual del Saga Ruby.

El Saga Ruby durante su salida de A Coruña el pasado mes de octubre.
(Foto: Jose R. Montero)

Pero no todo fueron alegrías para el Saga Ruby. Su edad comenzaba a pasarle factura y los problemas mecánicos comenzaron a convertirse en un habitual para este pequeño-gran navío. A finales de 2009 llegó el primer aviso serio de peligro; el Ruby se quedó solo. Su querido hermano Saga Rose fue retirado del servicio activo permaneciendo amarrado durante varias semanas en Gibraltar sin aclararse demasiado los detalles de su futuro. Tras partir del peñón rumbo a un destino desconocido y sin conocerse los detalles de sus nuevos propietarios, los temores de que el destino final fuera un chatarrero asiático se confirmaron a mediados de 2010 cuando aparecieron fotos del buque ya semidesmantelado en un astillero chino. Un final inmerecido para todo un clásico de los mares.

El Saga Rose acabó sus días como tantas otras joyas de los mares desguazado 
en un chatarrero asiático.
(Foto: Clive Harley)

Pese a gozar de una tremenda reputación y de un gran éxito, y visto lo que había sucedido con su cuasigemelo era inevitable que el final del Saga Ruby estuviese cerca. En julio de 2012 Saga Cruises anunció que el Ruby se retiraría del servicio comercial a finales de 2013, justo en el año en el que el buque cumplía su 40 aniversario por lo que se planificó una temporada por todo lo alto que incluiría entre otros una vuelta al mundo a principios de ese año y un espectacular viaje transatlántico final de 31 días de duración con desembarque en Southampton y parada previa en nuestra ciudad en lo que sería la última escala oficial del navío antes de su retirada definitiva. Lamentablemente ninguno de estos planes llegó a realizarse.

Estaba claro que el entusiasmo del buque estaba bastante por encima de sus condiciones físicas. A principios de 2013 con todo listo para el inicio de su última circunnavegación al globo y con los pasajeros ya a bordo una avería en un cigueñal obligó a suspender el viaje y a devolver el importe de los billetes al pasaje, indemnización incluida. No sólo eso; la grave avería incluso ponía en peligro el resto de la campaña de cruceros. ¿Podría haber escrito el Saga Ruby su última página?. Afortunadamente no fue así y tras una costosa reparación de 6 semanas de duración el 20 de febrero el Ruby volvió a hacerse a la mar con un itinerario modificado que sustituiría a la fallida vuelta al mundo.

(Foto: Jose R. Montero)

A lo largo de su campaña de despedida los achaques mecánicos no acabaron de desaparecer del todo pero lo cierto es que volvieron a recrudecerse en el peor momento; en su viaje de despedida. Con salida desde Southampton el 7 de diciembre, el Saga Ruby se disponía a hacer una travesía transatlántica de un mes con escalas en los puertos de Praia da Vitória (Azores), Bridgetown (Barbados), Port Spain (Trinidad y Tobago), Kingstown (San Vicente), St George (Grenada), Castries (Santa Lucía), Rosseau (Dominica); Basseterre (St. Kitts), St John (Antigua), Funchal (Madeira), Lisboa (Portugal) y A Coruña pero la previsión saltó por los aires cuando tan sólo se llevaba una semana de travesía por la avería de un generador que dejó inutilizado el sistema del aire acondicionado.

(Foto: Jose R. Montero)

 El problema mecánico obligó al capitán a anular la ruta por el Caribe y a poner rumbo de nuevo a Europa para realizar una ruta alternativa por el Mediterráneo. Los pasajeros, que en su mayoría decidieron permanecer a bordo, recibieron una indemnización del 40% del valor del pasaje; no fue un mal negocio ya que además de ahorrarse casi la mitad de lo pagado, pasaron el fin de año en Funchal contemplando los famosos fuegos artificiales de nochevieja, un acontecimiento que goza de una gran fama mundial. La escala de A Coruña en un principio no sufría alteraciones pero en un cruel giro del destino una profunda borrasca obligó al Saga Ruby a anular su parada en nuestra ciudad. Como ya expliqué en la primera parte de esta entrada la anulación supuso un duro golpe moral para la comunidad shipspotera local que tenía ya todo preparado para la última singladura del legendario navío por la bahía herculina.

 

Tras poner punto y final a su carrera en Saga Cruises con el desembarque de los pasajeros el pasado día 9 de enero en el puerto de Southampton se abría la puerta para la incertidumbre: ¿Que futuro le esperaba al clásico navío?. Las dudas se disiparon pronto y parece que el final no es tan triste como en el caso de su malogrado hermano Saga Rose. Según comunicó la naviera británica el buque ha sido vendido a la Millenium View Limited, una filial de un consorcio de Singapur que tiene proyectado convertir al Saga Ruby en un hotel flotante y situarlo en Myanmar (la antigua Birmania). Para ello el buque fue llevado a Gibraltar el pasado día 17 con el objetivo de realizar en la colonia inglesa unos profundos trabajos de remodelación que incluyeron una revisión en la maquinaria así como trabajos de mejora en los camarotes. Pero el cambio más destacable fue el del nombre y el buque que nació como Vistafjord y fue conocido a lo largo de su vida como Caronia o Saga Ruby será a partir de ahora el Oasia, una denominación más acorde con su nuevo cometido. El precio de la operación de venta del ya ex-Saga Ruby se ha estimado en unos 14 millones de euros.

El ya renombrado como Oasia atracado todavía en Gibraltar.
(Foto: Tony Davis)

Hace unos días el buque pasaba cerca de la costa gallega camino del puerto de Gibraltar. Desgraciadamente es lo más cerca que volveremos a tener a esta joya de los mares que nos deja pero nos queda el consuelo de sus muchas escalas en nuestro puerto a lo largo de todos estos años, la última de ellas el pasado mes de octubre, y que hicieron disfrutar tantas veces con sus múltiples maniobras a todos los que amamos a estos clásicos navíos y en general el mundo de los barcos. Ya no está. Jamás volverá. Adiós Vistafjord. Adiós Caronia. Adiós Saga Ruby. Hasta siempre.

Quisiera agradecer a todos los que han aportado su granito de arena para la elaboración de este largo post especial de despedida al Saga Ruby, en especial a mi buen amigo Jose Montero de cuya autoría son algunas de las fotos. Como colofón a este modesto homenaje en forma de entrada a continuación os dejo un vídeo de la última partida del Saga Ruby de su puerto base de Southampton el pasado 10 de enero, una despedida muy sonora por el intercambio de bocinazos entre nuestro protagonista y el hasta hace unas semanas compañero de flota Saga Pearl II.