Seguimos con el relato de la escala del Queen Mary 2 en la ría de Vigo el pasado día 24 de abril. En el post anterior comentaba lo especial que resulta este buque al tratarse del único transatlántico en activo del mundo y de lo que lo diferencia respecto a un buque de crucero, entre otras cosas el elevado coste de construcción.

Quizás suene un tanto absurda la idea de construir una nave de estas características en el siglo XXI máxime cuando los tiempos de los grandes transatlánticos pertenecen desde hace décadas a los libros de historia desde el momento en el que el avión a reacción se adueñó de las rutas transoceánicas en la década de los 60. La idea de construir esta utopía flotante tuvo lugar a finales de 1998 cuando Micky Arison, presidente de Carnival Corp. y el hombre que revoluciónó la industria del crucero, compra la Cunard Line y decide que es hora de devolver todo su esplendor a la mítica naviera; la manera de hacerlo: construír un transatlántico para sustituir al ya entrado en años Queen Elizabeth 2 de su ruta habitual entre Southampton y Nueva York y para ello se decidió no escatimar en dinero ni establecer límites, bueno quizás sólo uno: el nuevo buque no debía superar los 72 metros de altura.

Eso es exactamente lo que mide el Queen Mary 2 desde la quilla hasta la punta del radar mast y no es una cifra elegida al azar; en este gigante todo está milimétricamente estudiado. La ruta para la que fue diseñado este ingenio naval, es decir, cruzar el Océano Atlántico desde el puerto de Southampton hasta los «docks» de la isla de Manhattan en Nueva York presenta un pequeño inconveniente. A la entrada de la bahía del Hudson todos los buques pasan por debajo del puente de Verazzano, de manera que todo aquel que pretenda entrar en la ciudad de los rascacielos por vía marítima ha de tener en cuenta este pequeño obstáculo. Los diseñadores del transatlántico tuvieron que modificar el diseño de su chimenea, que en un principio iba ser muy similar a la del Queen Elizabeth 2, y rebajarla en altura para que el buque pudiese pasar por debajo del Verazzano. Problema resuelto: el Queen Mary 2 salva el puente con un margen de tan sólo 3 metros.

 
El puente de Verazzano no es el único obstáculo que el Queen Mary 2 ha tenido que salvar a lo largo de los años. A la entrada en Bergen (Noruega) el buque pasó por debajo del puente Askoy dejando un margen de apenas dos metros (un oficial encaramado a la chimenea aparece en la foto midiendo el hueco) para deleite de los pasajeros que se agolpaban en las cubiertas superiores.
(Fuente: cruisenewsdaily.com)

Que estamos ante un buque fuera de lo común salta a la vista y se aprecia hasta en los más pequeños detalles. La disposición de los botes salvavidas por ejemplo; el convenio SOLAS, que establece la normativa de los buques en todo el mundo, estipula que los botes deben ir situados a una altura que no exceda de los 15 metros sobre la línea de flotación pero el Queen Mary 2 está exento de cumplir esta norma debido a que las grandes olas océanicas en condiciones climatológicas adversas podrían dañarlos y por este motivo van situados a 27 metros de altura. Esta disposición provoca un efecto óptico por el cual el navío nos parece más grande de lo que en realidad es.

La salida, prevista para las cinco de la tarde, se convirtió en un nuevo espectáculo y fue la excusa perfecta para encontrarse con muchos shipspotters e intercambiar consejos fotográficos, contar batallitas y bromear un rato mientras la reina no se decidía a dejar su particular trono. Tras una amena espera y pasados unos minutos de las cinco de la tarde los cabos comenzaron a aflojarse. La partida era inminente.

(Foto: Quique Blanco)

Durante la maniobra de salida otro momento mágico: el capitán acciona un botón en el puente de mando y la nave cobra vida. Tres sonoros bocinazos recorren toda la ría y hacen que todo el mundo gire la cabeza en dirección al muelle. Es un sonido grave, estremecedor, que nos traslada a una época ya lejana en el tiempo, la de la edad de oro de los míticos «liners».

Detalle de la chimenea del Queen Mary 2 con sus dos «typhons». Uno de ellos
 (el que aparece medio escondido) con mucha historia…

No es una casualidad si no que el sonido está estudiado hasta el más mínimo detalle para recrear el de los grandes navíos de la ruta atlántica. Es más; los ingenierios que diseñaron la nave no se conformaron con calcar el sonido de antaño: el Queen Mary 2 lleva 2 «typhons» (bocinas) de los cuales el del lado de estribor es el original que portaba el RMS Queen Mary de 1936 en su chimenea central. La acción conjunta de ambos impulsados por un sistema de aire comprimido de 30 bares de presión producen un pitido que es audible a una distancia de 18 kilómetros, pero como vale más una imagen (o en este caso un sonido) que mil palabras aquí les dejo el momento mágico del bocinazo del Queen Mary 2 a la salida de Vigo grabado por Jose Montero:

Tras dejar sorda a media ciudad, el Queen Mary 2 encaró lentamente la bocana de la ría apuntando con su proa hacia las islas Cíes para poner, una vez sobrepasadas éstas, proa al norte hacia las islas británicas.

Tras perderse en el horizonte los aficionados a la fotografía naval comenzamos a descontar los días hasta su próxima visita a aguas gallegas; será el próximo 6 de septiembre y será como no en Vigo, su puerto talismán y uno de los preferidos por los que eligen viajar con la naviera Cunard según las encuestas. Será una nueva oportunidad para volver a disfrutar de las maniobras de este soberbio ingenio mecánico y para volver a pasar un día magnífico con Jose, con Quique, con Ezequiel, con Javier y todos los «afotadores» que se dieron cita en la ciudad olívica. Gracias a todos por un día inolvidable. ¡¡Hay que repetirlo!!

En buena compañía: De izquierda a derecha Quique, Jose y Ezequiel. 
El del fondo no necesita presentación.
 

Un especial agradecimiento a Quique Blanco y a Jose Montero por el material prestado para la elaboración de estos dos posts (además de por la grata compañía).