Decía esa gran artista que era (y es) Raffaella Carrá aquello de «para hacer bien el amor hay que venir al sur», afirmación que la censura intentó tapar con un más politicamente correcto «para enamorarse bien …».
Sea verdad o no lo que cantaba la estrella italiana lo que si es cierto es que en los últimos años, y al menos para los coruñeses, para ver al Queen Mary 2 hay que venir al sur, concretamente a Vigo. Allí he tenido que ir en las dos últimas ocasiones, si bien no me supone un gran problema porque reconozco mi debilidad por la ciudad olívica y si pasear por sus calles va acompañado de la soberbia estampa del buque de pasajeros más mediático del mundo atracado en sus muelles pues mejor que mejor. Los hay más grandes. Los hay más modernos, pero nada ni nadie puede eclipsar a este mítico navío. Con motivo de su última visita a tierras gallegas, el pasado día 24 me dirigí a la ría de Vigo en compañía de mi buen amigo y habitual colaborador de este blog, Jose Montero, para ir al encuentro de la reina de los mares.

La naviera Cunard tiene una especial predilección por el puerto olívico.

Esquivo en A Coruña (tan sólo una visita desde su debut a finales de
2003) su presencia en Vigo es bastante más habitual y raro es el año en
el que nuestros vecinos del sur no ven por su ría la imponente figura de
este coloso de los océanos. La escala del pasado miércoles se enmarca
dentro de la tradicional circumnavegación del globo que el buque realiza siempre a
principios de año y que le lleva a visitar los más variados destinos a
lo largo y ancho del planeta. Para este 2013 tres son los puertos españoles
que el Queen Mary 2  ha visitado en su vuelta al mundo: Barcelona, Las Palmas
y la mencionada Vigo. Un viaje de 107 jornadas para los muy adictos a la navegación de placer.

(Foto: Quique Blanco)

Tómense una biodramina porque el viaje es largo: Zarpamos en Southampton y desde allí Barcelona, Atenas,
Suez
(cruce del canal), Port Said, Sokhna
y Safaga (Egipto), Dubai y Abu
Dhabi (Emiratos Arabes), Cochin (India), Colombo (Sri Lanka), Langkawi y
Kuala Lumpur
(Malasia), Singapur, Ko Samui
y Laem Chabang (Tailandia),  Ho Chi Minh
(Vietnam), Hong Kong y Shanghai (China), Cairns, Brisbane
y Sydney
(Australia), Bay of Islands, Auckland, Wellington, Christchurch
y
Milford Sound (Nueva Zelanda), Sydney, Melbourne, Adelaide
y Fremantle
(Australia), Port Louis (Mauricio), Durban, Port Elizabeth
y Ciudad del
Ciudad del Cabo (Sudáfrica), Walvis Bay (Namibia), Las Palmas de Gran
Canaria, Funchal
y llegamos a aguas gallegas. La escala en Vigo es la
última antes de poner punto y final a la travesía en el mismo punto
donde la comenzó hace más de tres meses.

Tras varias jornadas de navegación sin tocar tierra los casi 2.500 pasajeros que realizan el viaje de su vida en esta obra maestra de la ingeniería naval desembarcaron en la ciudad gallega para realizar alguna de las excursiones programadas que les llevaron a Santiago y a Cambados entre otras propuestas. Muchos también optaron por visitar el centro de la urbe o quedarse por la zona comercial portuaria dando un maravilloso ambiente a la zona, que era un hervidero de actividad. A ello contribuyó sin duda la climatología brindándonos una jornada de lo más veraniega con temperaturas próximas a los 30 grados.

Gran ambiente en la zona portuaria.

Día perfecto por lo tanto para pasar la mañana fotografiando este hermoso barco, para pararse a escudriñar minuciosamente cada uno de sus detalles, para contemplar su majestuosa silueta atracada en pleno corazón de la ciudad con sus cubiertas elevándose por encima de la estación marítima, con sus gráciles y puras líneas evocadoras de un tiempo pretérito que ya nunca volverá. Y es que no nos hallamos ante un buque de pasaje cualquiera; hablamos de una nave que es única en su especie y es que, a diferencia de muchos que se jactan de serlo, el Queen Mary 2 lo es de manera literal. Esta gran dama de los mares es la última de una estirpe legendaria nacida hace varios siglos y que con el paso del tiempo ha dado nombres míticos que figuran con letras de oro en los libros de historia de la ingeniería naval. Les hablo de la saga de los grandes transatlánticos.

El Queen Mary 2 es el único transatlántico en activo del mundo. Quizás para muchos esta afirmación suene extraña por estar acostumbrados a usar este término para referirse a todas las naves de pasaje que se acercan a nuestros muelles de manera frecuente pero cuando lo hacemos estamos utilizando erroneamente este concepto salvo, claro está, que nos refiramos a este cunarder.

Un transatlántico es un buque que realiza la ruta cruzando el Atlántico. Parece una perogrullada pero es así y en la definición está la clave para entender las diferencias entre este tipo de naves y los más numerosos buques de crucero. Puesto que se trata de naves pensadas para una ruta muy concreta estos barcos presentan una serie de particularidades en su concepción para llevar a cabo tal cometido y que no presentan los barcos de crucero convencionales; enfrentarse al indómito océano requiere una mayor resistencia por lo que los transatlánticos tienen un casco de acero especialmente reforzado; de hecho en la construcción del Queen Mary 2 se usó un 40% más de acero que en una nave de crucero de similar tamaño.
Otra de las características que diferencian este tipo de unidades de los habituales cruceros son unas formas mucho más afiladas que se hacen especialmente llamativas en la proa y que le otorgan una mejor navegabilidad en condiciones de mala mar (se suele decir coloquialmente que estos buques son buenos marineros).

 
Vista de frente se aprecia lo afilada que es la proa de «la reina», característica 
común de todos los transatlánticos.

Por último, una de las principales diferencias está en la mayor potencia de los llamados «liners» con respecto a los buques de pasaje convencionales y que les permiten alcazar mayores velocidades. Por poner un ejemplo de la criaturita que sale en las fotos de esta entrada, sus motores alcanzan una potencia de 140.000 CV, suficientes para alumbrar a la ciudad de Southampton y a sus 200.000 habitantes. Dicha potencia se traduce en una velocidad enorme que puede llegar a ser de 30
nudos, aunque su velocidad normal de servicio es de unos 26. Quizás el
ejemplo más convincente de su enorme fuerza sea éste: el Queen Mary 2
es capaz de avanzar más rápido hacia atrás que lo que muchos buques de
crucero lo hacen hacia adelante.

 Detalle del espectacular puente de mando del Queen Mary 2

Todas estas características se traducen en una misma cosa y es que en comparación con un buque de cruceros al uso un transatlántico resulta muchísimo más caro de construir. El Queen Mary 2 costó 700 millones de euros lo que comparativamente supuso un 50% más que los buques de la clase Voyager de la naviera Royal Caribbean y que fueron construidos en los mismos años que el buque de la Cunard.

Más sobre la espectacular escala del Queen Mary 2 en Vigo en el siguiente post…