(Foto: José R. Montero)

Había «mono» de barcos. De cruceros, digo. Estamos tan (mal)acostumbrados en A Coruña a recibir las visitas continuas de estos hoteles flotantes que cuando pasan varias semanas sin verlos acercarse por el horizonte es como si nos faltase algo. Afortunadamente el invierno crucerístico toca a su fín y poco a poco la temporada irá cogiendo ritmo con escalas cada vez más frecuentes. El encargado de romper esta sequía cruceril que veníamos aguantando desde mediados de enero ha sido el buque AidaMar, que este martes ha realizado una breve parada en su viaje para recalar por espacio de unas horas en nuestra ciudad.

Bienvenido AidaMar!

Procedente del puerto de Leixoes el navío de la compañía germana Aida Cruises llegó a la urbe herculina poco antes de las 7 de la mañana para atracar en el habitual muelle de trasatlánticos con su simpática proa apuntando hacia el Castillo de San Antón. A bordo unos 2.000 pasajeros, alemanes en su totalidad, que estos días disfrutan de una espectacular singladura que partió el pasado día 9 de febrero del puerto de La Romana, en la República Dominicana, y que concluirá el próximo sábado en Hamburgo. Entre ambas ciudades los cruceristas habrán visitado Basseterre (St. Kitts y Nevis), Fort de France (Martinica), Bridgetown (Barbados), Funchal (Madeira), la mencionada parada en el puerto luso de Leixoes con el fín de visitar Oporto y tras su estancia en tierras gallegas una última escala en Le Havre para visitar París. De este itinerario previsto el AidaMar ha tenido que realizar una modificación: fue el pasado día 20 cuando el navío teutón canceló su visita a Funchal debido al mal tiempo poniendo en su lugar rumbo a Ponta Delgada (Azores).

(Foto: José R. Montero)


La travesía que ha traído hasta nuestra ciudad al AidaMar después de cruzar el Océano Atlántico es la habitual que a partir de estas fechas y con la única variación de los puertos de escala realizan los navíos de crucero que tras finalizar la temporada invernal de viajes por el Caribe «cruzan el charco» para iniciar su campaña de verano en el viejo continente. Son los llamados cruceros de reposicionamiento; travesías en las que estos barcos cambian de «lugar de trabajo» y aprovechan la travesía para ofertar cruceros que se caracterizan por ofrecer rutas poco frecuentes dentro del circuito crucerístico, con una mayor duración que los cruceros convencionales y con unos precios extremadamente rebajados con el que las compañías buscan asegurarse la mayor ocupación posible a bordo.

De sobras conocido por nuestra ría, el AidaMar pertenece a la Sphinx-Klasse (Clase Esfinge), una prolífica familia formada por 7 navíos  casi indistinguibles a simple vista. Recalco el hecho de que son 7 puesto que es aún hoy el día en el que durante las maniobras de entrada o de salida de algún buque de esta compañía alguno de los presentes comenta aquello de: «es el Aida. Éste viene muchas veces». No hay ningún buque de crucero llamado Aida; ese es el nombre de la naviera y lo utilizan todos los barcos de su flota (actualmente compuesta por 10 unidades) en su nomenclatura y que además lucen la misma vistosa imagen con una cara pintada en la proa en referecia a la ópera de Verdi de la cual esta compañía toma su denominación.

¿Mar o Estrella?: El AidaStella (en la foto) fue el último integrante construído de la clase Esfinge. No intenten buscarle diferencias con nuestro protagonista de hoy: son dos gotas de agua.

2016 es un año muy importante para la naviera Aida Cruises. Faltan sólo unas semanas para que el nuevo buque insignia de la compañía, el AidaPrima, sea una realidad. En los astilleros japoneses Mitsubihi Heavy Industries, donde se está construyendo, se ultiman los últimos detalles para ser entregado a sus propietarios, incluso ya se han llevado a cabo las pruebas de mar de manera satisfactoria. Su aparición supondrá la primera incursión de la marca germana en el campo de los megacruceros de más de 100.000 toneladas y relegará al AidaMar y a sus hermanos de la Clase Esfinge a un segundo plano dentro de la compañía (el AidaPrima será un 45% más grande que nuestro protagonista de hoy). En 2017 deberá llegar el segundo buque de esta serie, que se llamará AidaMia.

El nuevo AidaPrima ya está casi listo. Por cierto, vuelve la proa recta,
(Fuente: sance.fi)

Volviendo a la jornada de ayer, tras casi once horas amarrado el AidaMar se dispuso a reanudar viaje a las seis de la tarde, sin embargo la salida se demoró más de 35 minutos al tener que esperar a una unidad medicalizada para llevar a cabo la evacuación de un pasajero enfermo. Tras solucionar el contratiempo la nave soltó amarras y una vez doblado el dique de abrigo aumentó revoluciones poniendo rumbo a tierras francesas. En principio no volveremos a ver al AidaMar por nuestros muelles hasta el próximo 20 de octubre.

Rumbo a Le Havre. 
(Foto: José R. Montero)

Agradecimientos a mi amigo Jose Montero por prestarme sus fotos de la salida del AidaMar para ilustrar parte de esta entrada.