(Foto: Manuel Candal)

La entrada de hoy se podría considerar una continuación de la última publicada en el blog puesto que, a pesar de que ambas tratan de buqes distintos, entre la escala del día 1, sobre la cual versaba el post anterior y  la del día 4, sobre la que trata esta entrada, se dan multitud de coincidencias que van más alla de la mera coincidencia de dos buques atracados al unísono y por unas horas en la dársena herculina.en la producida el pasado miércoles y al igual que sucediera en la anterior uno de los protagonistas presenta la particularidad de realizar buena parte de su travesía con la única ayuda de sus velas mientras que el otro utiliza un modo de propulsión más convencional centrando buena parte de su encanto en otros menesteres. Sea el destino o simplemente un cpricho del calendario, lo cierto es que el pasado día 4 el puerto de A Coruña recibió la visita de los buques Star Flyer y Oriana.

Tradición a la izquierda, modernidad a la derecha.

Siendo dos los protagonistas de aquel día y siendo éste un único relato para hablarles de la citada jornada me veo en la obligación de dedicarles unas líneas a cada uno de los integrantes de este dueto tan dispar y si bien le otorgaría una mayor relevancia al Star Flyer por aquello de ser bastante más rara su presencia por nuestras aguas empezaré sin embargo hablando del Oriana por haber sido éste el más madrugador….

…Claro que cuenta con la ventaja de su abundante caballería (en su motor, me refiero) y es que este buque es uno de los más potentes de la industria de los cruceros y si encima lo comparamos con su pequeño y más tradicional compañero de atraque de la pasada semana en la dársena coruñesa la comparación se reduce al absurdo: 48.000 KW producidos por el potente corazón del Oriana contra los apenas 1000 KW del motor auxiliar del Star Flyer o lo que es lo mismo, comparar un corredor profesional de maratón con un tranquilo paseante de una mañana de domingo. Así resulta dificil no llegar el primero. Ésta es una de las más destacadas cualidades del Oriana, su enorme velocidad, y en la próximas escalas que esta nave realizará en nuestro puerto ya les hablare más detenidamente de ella. Por contra el buque inglés no puede presumir de tener más velas de las que puedan aparecer sobre la mesa durante una romántica velada (no se puede tener todo en esta vida).

 

 El Oriana llegó a primera hora del pasado miércoles cuando la ciudad aún permanecía dormida y comenzaba a desperezarse con las primeras luces del día. Procedente de Southampton, punto inicial de esta travesía, el buque inglés atracó en la parte distal del muelle de transatlánticos y sobre su costado de babor para permitir el desembarco de gran parte de los 1.875 pasajeros que llevaba a bordo en esta ocasión y que aprovecharon la soleada mañana para conocer los rincones más significativos de nuestra ciudad y alrededores.

(Foto: Manuel Candal)

El Oriana es un barco que no necesita presentación puesto que desde su debut en 1995 es todo un habitual en nuestro puerto siendo la del pasado día 4 su cuarta escala en lo que llevamos de año del total de seis que tiene previsto realizar en A Coruña en 2013. El buque es propiedad de la naviera británica P&O y al igual que el resto de su flota el Oriana no navega bajo bandera británica (lo hizo hasta 2006) si no que enarbola la insignia de las Islas Bermudas siendo su puerto de registro el de su capital, Hamilton, hecho que permite ciertas ventajas fiscales además de poder oficiar bodas a bordo (dinero, siempre es dinero…).

(Foto: Manuel Candal)

El Star Flyer por su parte llegó unos 20 minutos después que su compañero de amarre y cuando las primeras luces ya iluminaban la zona portuaria dejando ver con claridad la curiosa silueta del segundo de los componentes de la pareja que acababa de asomar tras el dique de abrigo. El velero, procedente de Brest (Francia) y que hacía su segunda aparición por aguas de nuestra ría tras su debut el año pasado, se dirigió lentamente hasta su punto de amarre situado justo por la popa del Oriana y lo hizo sin ningún atisbo de complejo pese a la imponente presencia del buque británico, sabedor quizás de que a belleza, posiblemente nadie le pueda ganar amarrado en un puerto.

Es evidente que el Star Flyer es un barco muy peculiar y que a la
vista de sus formas resulta difícil adivinar el cometido para el que fue
construido, que es el mismo que el de las decenas de barcos de pasaje
que nos visitan tan a menudo (sin ir más lejos la misma función que tiene su
compañero de atraque del pasado miércoles). Y esa no es otra que la
realización de cruceros, con la salvedad de que aquí lo que varía no es
el «que» si no el «cómo». Hace ya un cuarto de
siglo, en pleno auge de los viajes por mar como opción recreacional,
algunos visionarios del sector pensaron que la combinación del esquema
básico de un crucero con la navegación tradicional a vela podría tener su
cuota de mercado. De esa manera surgieron varias compañías que comenzaron a explotar esta idea siguiendo dos vías: los que optaron por
utilizar buques de formas modernas y muy punteros tecnologicamente y los
que se centraron en imitar las líneas de los antiguos clippers de finales del siglo XIX tanto interna como externamente. Hace unos pocos días tuvimos la
oportunidad de ver a uno de los representantes de la primera opción; el Club Med 2; un
buque ultravanguardista y de formas muy similares a las de cualquier otro buque de la industria salvo por la presencia de unos enormes mástiles
para soportar el velamen que ejerce de principal elemento propulsor.

Nuestro
protagonista de hoy, sin embargo se engloba dentro de la segunda opción
ofreciendo al igual que los integrantes de la otra tendencia rutas por el Pacífico mayoritariamente y en alguna ocasión
por el Atlántico (como la que lo ha traido hasta aqui) donde un gran
porcentaje de la travesía se realiza con el viento como único aliado pero en este caso a bordo de un buque con una soberbia estampa «retro». Porque
no hay que dejarse engañar por la fachada del Star Flyer; estamos ante
un barco moderno o  al menos no tan viejo como pretende hacernos creer su imagen.

El buque fue construido en 1991 en los astilleros belgas Scheepswerven van langerbrugge y es propiedad de la naviera sueca Star Clippers, especializada en la realización de rutas oceánicas a bordo de alguno de sus tres buques a vela que emulan la navegación de antaño. Resulta obvio que además de ser muy particular dentro de la flota mundial de cruceros el Star Flyer es una de sus unidades más pequeñas: Tiene un registro bruto de 2.298 toneladas, una eslora de
115´5 metros, una manga de 15 metros y 5,6 metros de calado. El buque cuenta
con un total de 4 cubiertas de pasaje con una capacidad máxima de 180
pasajeros y una tripulación formada por 72 personas.

El Star Flyer navega bajo bandera maltesa.

En sus 4 palos, que alcanzan una altura de 63 metros, esta «estrella voladora» despliega 16 velas que suman un total de 3.365 metros cuadrados de trapo para aprovechar cada brizna de viento para el impulso de la nave de la manera más eficiente. Otra de esas eficiencias de su diseño la encontramos en su cuarto palo (el mesana) que camufla de manera magistral la chimenea de la nave para que todo vestigio de tecnología quede escondido y no rompa el encanto y la ilusión de haber viajado a una época pretérita, aquella en la que el ser humano navegaba con el sextante y la  brújula como unicas herramientas modernas.

Detalle de la chimenea del Star Flyer, camuflada en su cuarto palo.

Tras pasar ambas naves toda la mañana descansando en nuestra ciudad a primera hora de la tarde los dos buques se pusieron de acuerdo para reemprender el camino. El primero en hacerlo fue esta vez el velero Star Flyer que a las 15:00 horas soltó amarras para poner rumbo a Vigo. La maniobra de desatraque y salida de las instalaciones portuarias, siempre muy vistosa en este tipo de embarcaciones, tuvo además el aliciente de poder contemplar como el buque izaba parte de su velamen para ayudarle a ganar velocidad dando lugar a una estampa muy marinera que fue inmortalizada por multitud de curiosos con sus cámaras y móviles. Apenas media hora más tarde y con el Star Flyer todavía en mitad de la Canal Oeste, fue el turno del Oriana, que a falta de velas exhibió más músculo y maniobró sin dificultad gracias a sus dos auxiliares de proa para poner sus 260 metros de eslora en la dirección adecuada con la proa apuntando al sur. Por delante mucha millas náuticas que realizar antes de alcanzar su siguiente destino, la ciudad de Casablanca; al Star Flyer tardó menos en «cazarlo» y apenas con una hora de travesía desde su salida de A Coruña el buque inglés sobrepasaba al velero de bandera maltesa. Son las ventajas del motor pero… ¿y lo bonito que es navegar a vela?

Mi agradecimiento más sincero a mi buen amigo Manuel Candal, habitual colaborador de este blog por proporcionarme preciosas fotos de estos dos navíos tanto en su lugar de atraque como durante la maniobra de salida.

El Oriana asoma por encima de la medusa mientras que el Star Flyer 
le toma cierta ventaja navegando ya por la canal oeste.
(Foto: Manuel Candal)