Procedente de Leixoes el pequeño buque Fram de la naviera Hurtigruten hizo su habitual parada en el puerto coruñés el pasado martes adonde llegó sobre las 12:00 horas para permitir a su reducido pasaje, formado por unos 300 turistas, bajar a tierra y disfrutar de los encantos de nuestra ciudad y alrededores.

El Fram nos visita casi todos los años.

Que la ya tradicional escala del Fram en nuestro puerto se suela producir sobre el mes de abril no es ninguna casualidad; este mes es el elegido por este peculiar navío para realizar su habitual traslado de su zona de trabajo desde la Antártida hacia el círculo polar ártico aprovechando la ruta para ofertar un crucero de mayor duración donde toca puertos poco habituales (poco habituales para este barco, quiero decir) y que presenta unos precios muy atractivos; son los conocidos cruceros de reposicionamiento, una opción muy a tener en cuenta para aquellos que piensan realizar un crucero en sus próximas vacaciones. Sobre el mes de octubre el Fram vuelve a realizar el mismo proceso a la inversa por lo que algunos años en lugar de una son dos las visitas que efectúa en A Coruña este navío tan especial cuyas operaciones se alejan totalmente de la mayoría de la de los cruceros convencionales.

La naviera del Fram, Hurtigruten, es toda una especialista en ofrecer rutas que se salen del circuito crucerístico habitual.

¿Playa o montaña?. Es la típica pregunta a la hora de plantearse como disfrutar de unos días de descanso, si bien las dos opciones no engloban ni de lejos el sinfín de propuestas que uno puede encontrarse a la hora de planificar unas vacaciones. Si nos ceñimos a los cruceros la mayoría de los mortales piensan que se trata más de una alternativa relacionada con la playa o al menos relacionada con estar tirado en una tumbona disfrutando del sol en cubierta o en alguna playa del Caribe con nuestro barco fondeado en la lejanía. Los cruceros por el Mediterráneo suenan a algo parecido sólo que intercalan las escalas de «sol» (Ibiza, islas griegas…) con alguna visita más «cultural» (Roma, Barcelona o Florencia por ejemplo). Otros destinos sacan de la ecuación al astro rey y lo centran todo en la navegación por parajes naturales espectaculares y las visitas a ciudades con mucha historia; por ejemplo los cruceros por el Báltico.

Pero los hay todavía más radicales cuyas rutas están pensadas para los cruceristas más intrépidos. Son los llamados cruceros de expedición; aquellos que se realizan por las zonas más inhóspitas del globo a bordo de pequeños barcos especialmente reforzados para navegar entre hielos y que ofrecen como principal atractivo visitar algunos rincones del planeta que muy pocos mortales han tenido la oportunidad de ver con sus propios ojos. Se trata de un nicho del mercado crucerístico que cada vez goza de mayor auge y en este sentido Hurtigruten, la naviera de nuestro protagonista de hoy, lleva más de un siglo haciendo de la navegación una experiencia inolvidable y en los últimos años otorgándole una nueva definición al término crucero con su flota de 13 robustos navíos de los que sin lugar a dudas el Fram es su buque insignia.

El Fram lleva serigrafiados en su casco alguno de los lugares por donde habitualmente opera: La Antártida, Groenlandia, Spitsbergen (en el archipiélago de Svalbard) o las regiones del norte de Noruega. La visita a A Coruña es para este navío como estar en el trópico.

Si la experiencia de navegar por estos parajes ya es de por sí toda una experiencia digna de ser vivida, ésta se convierte en una auténtica aventura con las propuestas que la naviera noruega nos tiene preparadas una vez que pisamos tierra (o hielo): Hurtigruten clasifica las excursiones de sus cruceros en 4 categorías: adecuadas para todo el mundo, adecuadas para la mayoría, condiciones físicas medias y condiciones físicas avanzadas. Entre estas últimas podemos encontrar opciones tan sugerentes como realizar una caminata de hora y media para subir al monte Slættaratindur, el más alto de las Islas Feroe, y descubrir las espectaculares vistas a 882 metros de altura sobre las 18 islas que forman archipiélago, practicar kayak en Tromso o Svalbard (Noruega) o
sentirse como un verdadero expedicionario de los hielos subiendo el
monte Salen, en pleno Ártico, incluso clavando la bandera en su cima emulando a los ilustres montañeros Shackelton o Amundsen. Nosotros sólo tendremos que poner el espíritu aventurero que de lo demás se encarga Hurtigruten como bien reza en su página web: «Le llevaremos hasta la última frontera, desembarcaremos en el fin del mundo… y le traeremos de vuelta.»


Como bien se puede leer en su casco (arriba) el Fram ofrece disfrutar de auténtica vida salvaje visitando lugares que pocos hombres han pisado y donde vivir experiencias inolvidables. La foto de abajo, sacada durante una de sus excursiones por el cículo polar ártico, da buena cuenta de ello.

(Foto abajo: Hurtigruten)


 Volviendo al pasado martes y tras una escala que se prolongó por espacio de ocho horas, a última hora de la tarde el Fram concluyó su estancia en las «cálidas» tierras gallegas y se puso de nuevo en movimiento continuando rumbo al norte. Próxima parada de la singladura: el puerto de Gijón. En octubre tendremos de nuevo por las aguas de nuestra ría a esta peculiar y aventurera nave en su camino de vuelta hacia los rincones más recónditos del hemisferio sur.

El Fram partió de las instalaciones portuarias a las ocho en punto de la tarde.

Salvo
las que así lo indiquen las fotos de esta entrada han sido realizadas
por Diego Veiga. por favor, respetad la autoría de todas ellas.