La célebre historia bíblica de David y Goliat narra el magno acontecimiento de como el humilde pastorcillo acabó con el gigante soldado con una piedra lanzada desde su honda. No es que guarde mucha relación con los barcos (de hecho ninguna) pero lo cierto es que la presencia en A Coruña el pasado sábado 12 de octubre de dos buques tan dispares en tamaño como el Braemar y el Independence of the Seas en nuestros muelles invita a hacer el símil entre nuestros dos protagonistas de hoy y el legendario relato.

Pese a que la perspectiva beneficia al Independence, el Braemar es realmente 
pequeño en comparación con la megaciudad de Royal Caribbean.

No llegaron a las manos, ni falta que hizo; de hecho coincidieron por poco, en parte porque el Braemar ultimamente siempre parece ir con prisas cada vez que hace escala en nuestro puerto. El pasado sábado a eso de las 07:00 horas y procedente de Avilés el buque británico se encontraba ya finalizando su maniobra de atraque y eso que ésta tuvo lugar en el muelle de Calvo Sotelo Sur por falta de espacio, con la mayor complejidad y tiempo que eso supone.

El Independence of the Seas por su parte fue fiel a sus costumbres que dictan que sus visitas a la ciudad herculina se inician a media mañana y pasadas las diez su descomunal figura transitó por delante de la Torre de Hércules para media hora más tarde atracar en el muelle de transatlánticos, el lugar que siempre se le reserva durante sus estancias en puerto a esta megaciudad flotante, la más grande que a día de hoy opera en el continente europeo. Como suele ser habitual en sus visitas a A Coruña el Independence procedía de Funchal.

El Independence of the Seas a su llegada a la ciudad el pasado sábado.
(Foto: Manuel Candal)

En multitud de ocasiones habiamos tenido este año la oportunidad de ver atracadas juntas a dos naves de crucero pero pocas veces las diferencias habían sido tan notables como las existentes entre los dos visitantes del pasado sábado. A simple vista la diferencia de magnitud era brutal, comparación que puede rozar incluso lo insultante si enfrentamos algunas de sus principales características técnicas: 158.000 toneladas de registro bruto frente a 23.000, o lo que es lo mismo el Independence es casi siete veces más grande que el Braemar en esta campo. 4.400 pasajeros de capacidad frente a 980 (más del cuádruple), 15 cubiertas de pasaje frente a 7 (o lo que es lo mismo más del doble de altura), 339 metros de largo frente a 195…. y la lista se haría interminable. Así es complicado luchar de igual a igual. Quizás demasiado Goliat para tan poco David…

…O no. Porque si bien el Braemar no puede competir con el Independence of the Seas, es de justicia decir que el coloso de Royal Caribbean tampoco puede hacerlo contra el pequeño buque británico. Me explico… Cada buque está orientado a un nicho de mercado con unas características muy concretas. La oferta del Braemar y la de toda la flota de la naviera Fred. Olsen Cruise Lines consiste en ofrecer rutas por el Atlántico y el Caribe principalmente, a bordo de buques con un cierto regusto a clásico (más en el caso de los gemelos Black Watch y Boudicca que en los «nuevos» Braemar y Balmoral) en un ambiente tranquilo y para un pasajero tipo por encima de los 50 años (en su mayoría británicos).

Lo de Royal Caribbean es otro «rollo». Esta naviera ofrece itinerarios por todo el mundo pero haciendo más hincapié en el buque en sí que en el recorrido, que queda en un papel secundario. Por resumir la filosofía de esta compañía se podría decir que el buque es el destino en sí mismo. El «target» de cliente también es distinto que en el caso de la naviera británica; así por la escala de los buques de Royal Caribbean vemos bajar turistas de las edades más dispares y no sólo de un rango de edad tan concreto como en los buques de Fred. Olsen.

Detalle de la chimenea del Braemar, con el logo de Fred. Olsen.

Para atraer a tan variada selección de clientes la naviera americana posee la flota con los buques más grandes del mundo (cinco de los diez cruceros más grandes que surcan los mares actualmente son suyos) y que ofrecen multitud de opciones de entretenimiento a bordo, algunas de las cuales serían impensables que pudiesemos ver en alta mar hace unos años: una gran galería comercial en el corazón del barco, una piscina para hacer windsurf, una pista para practicar patinaje sobre hielo…, son algunos de los «gadgets» que podemos encontrar a bordo del Independence por ejemplo y la cosa no queda ahí; su nueva serie de buques, la Quantum Class, contará con novedades como el North Star, una cápsula acristalada en lo alto de un brazo telescópico que permitirá a todo aquel que lo desee (y no tenga vértigo) contemplar las vistas del mar desde 91 metros de altura, o el Ripcord, un simulador de paracaidismo donde se podrá experimentar la sensación de volar.

Así pues queda claro que estas dos naves no guardan una feroz competición entre ambas y han hecho bueno el dicho de que entre bomberos, mejor no pisarse las mangueras. Tras una brevísima escala de apenas seis horas, el Braemar retomó viaje pasada la una y media de la tarde y tras moverse agilmente para salir del angosto punto de atraque donde había permanecido toda la mañana puso rumbo hacia Dover, no sin antes despedirse del gigantón que atracado a unos pocos metros del buque inglés permaneció impasible al bocinazo. Sobresaliente en tamaño y espectacularidad para el Independence pero un gran cero en habilidades sociales.

Por su parte el gigante de los mares alargó su estancia en A Coruña hasta las seis de la tarde, hora en la que reemprendió viaje hacia Southampton, punto y final de esta travesía. Al Independence todavía le queda por delante una escala en nuestra ciudad antes de finalizar el año, que por casualidades del calendario hará de nuevo acompañado; será el próximo día 24 de este mes y en esta ocasión contará como escolta de lujo con el buque AidaCara de la naviera germana Aida Cruises.

(Foto: Manuel Candal)
Para acabar quisiera agradecer a mi amigo Manuel Candal la aportación de sus extraordinarias fotos para esta entrada.
  
El Braemar durante su salida de A Coruña. En primer término podemos ver 
al precioso velero polaco Kapitan Borchardt, que pasó unos días en aguas gallegas.