La realización de los sueños es una de las máximas aspiraciones del ser humano; lograr aquello que nos proponemos como meta personal en cualquier ámbito de la vida. Ocurre no pocas veces que esa meta se topa con barreras infranqueables o que nos complican lo indecible alcanzar nuestro objetivo. Una de las mayores barreras siempre ha sido, es y será el dinero, ese poderoso caballero que desgraciadamente rige demasiadas cosas en nuestra vidas. En los negocios ese factor lo es todo y el de los cruceros no es ninguna excepción a esta norma. La historia reciente de la industria crucerística está plagada de casos en los que proyectos de ensueño se tornaron en pesadilla por culpa del insensible mandato del dinero. El relato que hoy inicio con este post narra uno de esos casos.

Y la excusa para iniciarlo es la presencia en la ciudad el pasado jueves del buque Azores, el veterano buque de la naviera Cruise & Maritime Voyages que debuta este año en A Coruña con su actual denominación. En su tercera escala del año en A Coruña el navío portugués llegó a media mañana como no queriendo hacer madrugar a los «afotadores» que lo esperaban ansioso. Procedente de Avonmouth (Reino Unido) el Azores estuvo siete horas en la ciudad hasta que a las seis de la tarde reemprendió su viaje de 10 días rumbo a Leixoes.

Azores, un barco cargado de historia que fue el protagonista de la jornada del jueves en los muelles herculinos.
(Foto: Manuel Candal)

Ya he comentado hasta la saciedad parte de la dilatada carrera de este buque, historia viva de la navegación comercial del siglo XX y que contra todas las leyes físicas y de la industria sigue dando guerra en pleno siglo XXI. Quien haya leído su biografía en este mismo blog con motivo de alguna de sus escalas en la ciudad o en cualquier otra página sabrá que el Azores, originalmente llamado Stockholm, cobró fama mundial cuando en 1956 chocó contra el famoso liner italiano Andrea Doria mandándolo al fondo del océano y de paso a los libros de historia. En su defensa hay que argumentar que evidentenente no lo hizo de forma deliberada pero desde aquel fatídico día sigue arrastrando ese sambenito de buque de mal agüero hasta el punto en el que algunos lugares como en Italia, cuna del malogrado trasatlántico siniestrado, al actual Azores lo siguen conociendo como «La nave della morte»

El Stockholm, o al menos gran parte de él, entra en el puerto de Nueva York horas después de chocar contra el trasatlántico Andrea Doria y mandarlo al fondo del océano. Cuesta creer que el buque sin proa de la foto sea nuestro Azores pero así es.
(Foto: ssmaritime.com)

Hoy no quiero volver a repetir esa historia fascinante mil y una veces contada sobre el pasado de esta emblemática embarcación sino que me voy a centrar en su presente y su futuro a corto plazo, o más bien en el de su naviera, y es que la presencia en los muelles coruñeses este jueves del Azores me sirve de excusa para relatar la historia de uno de los proyectos más interesantes llevados a cabo dentro de la industria crucerística en los últimos años. Como comenté antes nuestro protagonista de hoy trabaja para la naviera Cruise & Maritime Voyages pero este operador británico con sede en el condado de Essex no es su legítimo dueño sino que lo explota en régimen de chárter. Su propietario es la lusa Portuscale Cruises. Para los que no les suene este nombre decirles que no es de extrañar ya que apenas lleva dos años en el negocio pero ese tiempo es más que suficiente como para detenerse hoy a explicar la agridulce historia que rodea a este nombre.

Hoy la historia no trata de un barco sino de una naviera, la Portuscale Cruises. En la imagen la imagen corporativa de la compañía lusa pintada sobre la chimenea del Azores.
(Foto: Luís Miguel Correia)

No existe una fecha concreta para el inicio de este relato pero creo que para entender bien como se formó Portuscale Cruises habría que hablar primero un poco de la compañía de cuyas cenizas surgió este proyecto. Ese nombre es el de Classic International Cruises. Fundada oficialmente en 1985 Classic International Cruises era una naviera luso-australiana creada por George Potamianos, personalidad indispensable a la hora de entender el negocio de los cruceros del país vecino en la segunda década del siglo XX. Tras varios años envuelto en distintos proyectos, Potamianos decidió crear esta compañía con el objetivo de devolver a la marina mercante portuguesa el esplendor de antaño.

El logo de la ya desaparecida Classic International Cruises.

La naviera comenzó sus operaciones comerciales con un sólo buque, si bien no un buque cualquiera; se trataba del Funchal, historia viva de la navegación y uno de los orgullos de la emblemática tradición marítima lusa que ya en aquellas fechas poseía la reseñable marca de haber mantenido intacto su nombre original tras más de un cuarto de siglo de vida marinera. Toda una leyenda aún en activo.

La naviera luso-portuguesa comenzó sus operaciones con el emblemático Funchal.

Con el paso de los años la compañía fue ampliando su flota siempre siguiendo el mismo criterio de «contratación»: adquirir unidades ya bastante entradas en años. Así en el año 2005, Classic International Cruises contaba ya con cinco navíos en sus filas; nuestro Azores, que por entonces navegaba bajo el nombre de Athena era una de las estrellas gracias a su mediático pasado y sus 57 años de carrera. Junto a él los navíos Princess Danae (50 años), su gemelo Princess Daphne (otros 50), Arion (40) y el ya mencionado Funchal que por aquel entonces contaba con 44 primaveras sobre sus cuadernas. Con este veterano elenco el nombre le iba ni que pintado a la compañía puesto que en total sus cinco naves sumaban entonces la asombrosa cifra de 241 años. Lo de «Classic» se queda corto.

La flota de Classic International Cruises estaba compuesta por viejas glorias marítimas, entre ellas el Princess Danae. Aquí lo podemos ver atracando durante una de sus habituales escalas en A Coruña.

Con el paso de los años Classic International Cruises se fue haciendo con un pequeño pero importante hueco en el competitivo panorama crucerístico mundial ofreciendo una alternativa a aquellos que buscaban una opción más íntima y personalizada alejada de los grandes megacruceros que dominaban el sector, pero a finales de la pasada década a los integrantes de la naviera se les unió uno más, éste del todo indeseable: una galopante crisis económica. Los primeros síntomas comenzaron a notarse; el legendario Funchal, en dique seco desde principios de 2011 para ser reconstruído y actualizado, sufría mil y un retrasos en sus trabajos de puesta al día hasta el punto de tener que celebrar su 50 aniversario a finales de ese mismo año de una manera muy diferente a la que hubiera querido; lejos del líquido elemento.

La alargada sombra de la crisis económica se cernía sobre Classic International Cruises.

A partir de esa fecha la situación económica de la naviera se fue deteriorando progresivamente agravándose aún más en mayo de 2012 por un hecho luctuoso, la muerte del patriarca George Potamianos. Sin el gran capitán al timón, sus hijos Emílios y Alexander se quedaron al frente de un barco a la deriva que se dirigía irremediablemente contra las rocas. Ese año la situación de la compañía  era ya insostenible y el conflicto estalló a la luz pública; el 30 de agosto el Princess Danae era detenido en Dublín por una factura impagada de carburante de 94.000 dólares pero tras llegar a un acuerdo con los acreedores se le permitió continuar viaje. Era el principio del fin.

En 2012 se suceden los problemas económicos.

Tan sólo tres semanas después de este primer aviso ocurre lo esperado; el 17 de septiembre las deudas contraídas con proveedores y con los propios miembros de la tripulación provocan que la flota de Classic International Cruises sea arrestada allí donde se encuentra. Así el Athena y el Princess Danae son retenidos en Marsella y el Arion en el puerto de Kotor (Montenegro). Días más tarde el Princess Daphne, charteado por Ambiente Kreuzfahrten, sigue el mismo camino y se queda tirado en Souda (Creta). El único que no sufre este vergonzoso trance es el Funchal simplemente porque no navega; desde hace meses languidece en un astillero lisboeta a la espera de una renovación que nunca llega a su fín. Tras semanas de litigios entre la compañía y los bancos finalmente el 20 de diciembre se certifica la muerte del paciente. Classic International Cruises desaparece.

Tan sólo dos semanas antes de ser detenido, el Princess Danae (arriba) y el Athena (abajo) realizaron sus últimas escalas en aguas herculinas a las que corresponden ambas fotos. La del Princess Danae se convertiría además en la última visita a la ciudad de este barco en sus 60 años de carrera comercial. 

Las leyes de mercado habían condenado a su casi segura extinción a estas joyas navales dignas de figurar en un museo y habían convertido el sueño de un insigne amante del mundo marítimo en una auténtica pesadilla. Nadie se imaginaba entonces que pocas semanas después ese camino iba a desandarse. Del sueño a la pesadilla… y vuelta a empezar.

Una imagen para el recuerdo: Los buques de Classic International Cruises pasando por delante de la Torre de Hércules.

La próxima semana continuaré con este relato sobre los orígenes, presente y futuro de Portuscale Cruises, la naviera de nuestro protagonista de hoy, el Azores.