El puerto de A Coruña reactivó este pasado lunes su actividad crucerística dando comienzo a una semana que será frenética en cuanto a escalas de naves de pasaje; nada más y nada menos que 7 buques de este tipo recalarán en los muelles herculinos de aquí al domingo. El encargado de abrir fuego fue el Norwegian Jade, buque que además de destacar por su impresionante porte lo hace también por tratarse de un estreno, el tercero del presente curso en aguas de Marineda y además porque supone el regreso de su naviera a la ciudad 8 años después desde su última escala.
Tercer debut crucerístico del año de la mano del Norwegian Jade.

Procedente de Bilbao el Norwegian Jade hizo su debut en la ciudad poco antes de las ocho de la mañana cuando su imponente figura inició la maniobra de aproximación y posterior atraque al muelle de trasatlánticos. A bordo del buque de bandera bahameña propiedad de la naviera Norwegian Cruise Line llegaron a la ciudad unos 2.400 pasajeros que estos días disfrutan de un crucero de 9 noches de duración que se desarrolla por aguas de Francia y la Península Ibérica. Así el Jade comenzó su actual singladura el pasado día 16 en el puerto de Southampton, su base de operaciones hasta el próximo otoño, efectuando hasta su llegada a nuestra urbe  escalas en las dársenas galas de Le Havre y Le Verdon además de la citada en Bilbao. Tras su visita a A Coruña la nave prosiguió viaje recalando en Leixoes y Vigo antes de regresar a su punto de partida este viernes. A media mañana tuvo lugar a bordo el protocolario acto de intercambio de metopas entre miembros de la tripulación y representantes de la consignataria y de la Autoridad Portuaria. En dicha recepción el capitán de la nave alabó A Coruña como destino crucerístico por la calidad del servicio así como por la belleza de la llegada a puerto.
(Foto: Manuel Candal)
Construído en la factoría Meyer Werft de la ciudad germana de Papenburg y puesto en servicio en el año 2006, el Norwegian Jade es un buque de 93.558 toneladas de registro bruto que cuenta con unas dimensiones principales de 294´1 metros de eslora, 32´2 metros de manga y un calado de 8 metros y que ofrece en sus 12 cubiertas dedicadas al pasaje una capacidad de 2.466 pasajeros en acomodación doble. A esta cifra hay que sumarle su tripulación, compuesta por 1.076 personas. El buque equipa un total de 1.233 camarotes de los cuales 763 (el 62%) presentan terraza privada. A nivel mecánico el Jade incorpora la habitual propulsión diesel-eléctrica propia de este tipo de unidades a las que se le añaden dos pods azimutales (giran 360 grados) y que sustituyen a las tradicionales hélices.

 El Norwegian Jade es el segundo integrante de la Jewel Class, una serie de 4 buques de similares características compuesta por el Norwegian Jewel (2005), el Norwegian Pearl (2006) y el Norwegian Gem (2007). Esta serie era una evolución de los anteriores Libra Class (Norwegian Star y Norwegian Dawn). Pese a sus idénticas proporciones y medidas los componentes de la «Clase de las joyas» son facilmente distinguibles entre sí por los originales trabajos de pintura que cada uno de ellos luce a proa y que guardan relación con su nombre. Así nuestro protagonista de hoy luce unos muy propios tonos en color de jade, aunque no siempre ha sido así…
El Norwegian Jewel, buque iniciador de la Clase Jewel a la que pertenece nuestro protagonista de hoy, visitó aguas coruñesas en mayo de 2008.

Y no siempre lo ha sido porque el buque que ven en las fotos nació hace más de una década con una identidad muy marcada y diferente a la que posee en la actualidad, identidad de la que tuvo que renegar no hace mucho y que hasta ese momento lo hacía vivir en una dualidad que creaba en el pobre Jade una crisis existencial galopante. Comento la historia desde el principio porque tiene su miga.
El Norwegian Jade durante su salida el pasado lunes de la ciudad herculina, con Seixo Branco al fondo.

A comienzos del año 2002 Norwegian Cruise Line sorprendió a propios y extraños cuando anunció el nacimiento de su nuevo proyecto: la creación de una naviera de cruceros norteamericana cuya flota navegaría bajo bandera estadounidense ofreciendo cruceros con base en Honolulu (Hawaii). Este proyecto, que acabaría siendo una realidad con el nombre de NCL America, tomaba como base el fallido experimento conocido como «Project America» en el que la American Classic Voyages había planeado construír dos naves en los astilleros Liton-Ingalls de Pasacagoula (Missississippi) antes de que la crisis en el sector derivada por los ataques del 11-S provocara la quiebra de la compañía. Cuando NCL retomó los trabajos en la primera de esas dos unidades éstos estaban ya muy avanzados y tras unos ligeros cambios fue botada en 2005 bautizada como Pride of America. La segunda unidad sin embargo fue modificada por completo respecto al diseño original y se decidió llevar a cabo su construcción el los alemanes astilleros Meyer tomando como base para su diseño el de los buques de la Jewel Class utilizando para ello los bloques previamente construidos en la factoría norteamericana.
La construcción del primer buque de NCL America, el Pride of America, no estuvo exenta de problemas, con un considerable retraso en su entrega debido a modificaciones sobre el proyecto original e incluso a los daños provocados por una tormenta que estuvieron a punto de hacer zozobrar la nave en el mismo astillero.
(Fuente: disa-international.com)
El resultado fue un barco que externamente era casi una copia del Norwegian Jewel pero que estaba estudiado al milímetro para el mercado norteamericano. El buque, que no es otro que nuestro protagonista de hoy, fue nombrado como Pride of Hawaii y se convirtió el día de su botadura en el navío de pasaje estadounidense más caro de toda la historia, con un coste próximo a los 400 millones de dólares. Apostando fuertemente por este nuevo proyecto Norwegian añadió incluso una tercera unidad a su recién creada NCL América, transfiriendo desde su flota el Norwegian Sky, al que tunearon y reabanderaron bajo las barras y estrellas rebautizándolo como Pride of Aloha. Pese a las grandes expectativas de esta nueva aventura comercial NCL se pasó de frenada; la sobreestimación de la demanda unido al aumento de buques de la competencia que pasaron a operar en ese mercado llevaron a una gran devaluación de precios. Esto sumado a los sobrecostes que suponía operar barcos bajo bandera estadounidense ocasionó enseguida fuertes pérdidas para la compañía por lo que en 2007 NCL se vio obligada a tomar medidas drásticas retirando al Pride of Hawaii del mercado americano llevándolo a Europa, una decisión en principio de carácter temporal, a la espera un eventual regreso cuando las perspectivas de mercado en la zona fuesen más favorables, algo que nunca sucedió.
El Norwegian Jade durante su etapa como Pride of Hawaii adornado con el típico
 «lei» hawaiano.
(Foto: NCL)
 Para afrontar su nueva etapa europea el Pride of Hawaii sufrió una serie de modificaciones sin las cuales dificilmente podría haber sobrevivido ante la feroz competencia: se reabanderó en Bahamas para abaratar costes, sufrió ligeros cambios en la decoración interior, se le instaló un casino (opción que no permitía su anterior abanderamiento en E.E.U.U.) y por supuesto se le buscó un nombre más acorde a su nuevo rol, Norwegian Jade, siguiendo la temática de piedras preciosas que tienen sus cuasigemelos de la Jewel Class. Sin embargo con la promesa de devolverlo a «su casa» cuando volvieran las vacas gordas el ambiente hawaiano se mantuvo a bordo, lo cual creaba cierta confusión a los cruceristas cuando traspasaban la escala de acceso: motivos florales por doquier, obras de arte polinésicas adornando las cubiertas, la sospechosa presencia de un bar denominado Aloha Café y hasta la estatua del mismísimo rey Kamehameha en el restaurante principal de la nave. Todo ellos mientras el barco navegaba por los fiordos europeos. Un contraste surrealista que creaba estupor entre los cruceristas. Reacio a desprenderse de su pasado el Jade continuó navegando en «hawaian mode» hasta que en marzo de 2017 conscientes de que los viejos tiempos jamás volverían, se reformó el buque en su totalidad eliminándole cualquier vestigio de su origen hawaiano. Ahora luce con un aspecto menos original sí, pero más acorde con su cometido.

Volviendo al pasado lunes el Norwegian Jade cerró su primera estancia en tierras coruñesas a las séis de la tarde cuando soltó amarras y tras un giro en aguas interiores enfiló la canal oeste en busca de su siguiente destino, la dársena de Leixoes. Sin más escalas previstas por la proa esperamos que el Norwegian Jade se deje caer por aguas del golfo ártabro en un futuro no muy lejano. Agradecimientos a Manuel Candal, colaborador habitual de la página y autor de la foto de la llegada del buque a la ciudad.
A media tarde el Norwegian Jade puso rumbo a aguas lusas.
Salvo
las que indiquen lo contrario, las fotos de esta entrada han sido
realizadas por Diego Veiga. Por favor, respetad la autoría de
todas ellas.