Prosiguiendo con el relato dedicado al Norwegian Epic con motivo de su reciente escala debut en el puerto de Vigo en esta segunda parte del post voy a centrarme en el que es, mal que le pese, su principal rasgo distintivo; su desacertado aspecto exterior.

El Epic, quizás acomplejado por su aspecto, parece querer esconderse de la cámara.

Y es que pese a su descomunal tamaño el Norwegian Epic nunca ha ostentado el título del más grande del mundo; en el momento de su entrada en servicio era el segundo por detrás del leviatánico Oasis of the Seas. Hoy en día es el 6º en el ránking de gigantes en términos de volumen (hace unos días lo acaba de sobrepasar el nuevo buque estrella de su naviera, el Norwegian Escape) y el 4º en capacidad de pasaje aunque si usamos la longitud como criterio baja hasta el puesto 19. Pese a no poder liderar ninguna de estas clasificaciones el Norwegian Epic tiene el dudoso honor de presidir la oficiosa clasificación de los buques de pasajeros más feos del panorama crucerístico mundial actual.

(Foto: Jose R. Montero)

En una época en la que los modernos megabarcos de pasaje se parecen a cualquier cosa menos a a un barco, el diseño del Epic supone la culminación de una tendencia iniciada hace más de dos décadas; el afán de incluír a cuantos más pasajeros por travesía e introducirlos en un espacio diseñado para que esos miles de turistas gasten la mayor cantidad de dinero posible se ha cargado las líneas maestras de lo que antaño fueron esbeltos y gráciles buques de pasaje. Hoy en día es muy sencillo diferenciar cuando estamos delante de un buque clásico y cuando ante un crucero moderno simplemente echando un vistazo a su perfil; cuanto mayor sea su parecido a un edificio más reciente será su construcción y en este punto no hay ningún objeto flotante más similar a un bloque de apartamentos que este buque.

Una cubierta con balcones, y otra, y otra…

Dicen que las comparaciones son odiosas pero no he podido resistir la tentación de enfrentar a nuestro protagonista de hoy con uno de los grandes nombres de la industria ya mencionado en la primera parte de este reportaje; les hablo del Queen Mary 2. Por cometido y por tamaño son unidades similares si bien hay que matizar que «Su Majestad» no es propiamente un buque de crucero sino un trasatlántico con las diferencias de diseño que ello conlleva. Puestos a buscar similitudes incluso ambos navíos comparten lugar de nacimiento, los prestigiosos astilleros STX France de la ciudad gala de Saint Nazaire, pero está claro que ahí terminan las coincidencias. Posiblemente nos encontremos ante los dos buques de pasaje modernos más antagónicos en el apartado estético.


Pese a las muchas cosas que los unen, Norwegian Epic (arriba) y Queen Mary 2 (abajo) no podían estar más alejados en términos estéticos. La foto del QM2 está girada para colocar ambos buques mostrando su costado de estribor.

(Foto Norwegian Epic: Jose R. Montero)

Sé que la belleza o la fealdad de un objeto es un valor totalmente subjetivo pero nunca antes en la construcción de un buque de estas características las opiniones habían sido tan unánimes. Cuando el diseño del nuevo buque de Norwegian salió a la luz las críticas sobre su imagen no tardaron en aparecer en foros, páginas especializadas y diversos medios de comunicación. Si será generalizada la opinión sobre su controvertido aspecto que hasta los propios directivos de la naviera NCL no escurrieron el bulto afirmando durante la botadura del navío que «la apariencia externa del barco no es su punto fuerte», una manera politicamente correcta de decir que el Norwegian Epic es feo como un dolor.

Difícil encontrar un ángulo donde el Norwegian Epic resulte bonito.

Feo: dícese de lo desprovisto de belleza o hermosura. Que causa desagrado o aversión. Pero ¿que es lo que hace tan incómodo de ver al Norwegian Epic?. Buff!. por donde empezar… En primer lugar todo un clásico en la construcción de los modernos megacruceros actuales; la superposición de cubiertas atestadas de balcones que da al buque el aspecto de un enorme panal construído por abejas. A esta característica hay que sumarle en el caso del Epic la presencia de dos medias cubiertas a proa que arruinan por completo la apariencia del buque en vista frontal no sólo por lo desgarbado que luce el conjunto sino porque este efecto se acentúa más por el incomprensible uso de tonos oscuros en la estructura.

A este diseño ya de por sí «top heavy» no le ayuda en nada la corta eslora del navío en relación con sus otras dimensiones, algo que se pone de relieve al compararlo con buques de similar tamaño; así un Independence of the Seas gasta 10 metros más de largo y el ya mencionado Queen Mary 2, 16. El resultado es que el «efecto mazacote» se agrava. Si a esto le sumamos unas chimeneas ridiculamente pequeñas, una popa completamente cuadrada que da todo el aspecto de haber sido cortada con un cuchillo y una disposición inverosímil de los botes salvavidas el resultado es un engendro estético en toda regla.

Nada funciona estéticamente en este buque, ni siquiera la doble chimenea que da la sensación de ser muy pequeña respecto al tamaño general de la nave.

Vamos a pararnos en dos de los elementos citados de los que contribuyen a arruinar la imagen externa del Epic. En primer lugar mencionaré las dos medias cubiertas superiores por ser en gran medida las culpables del desaguisado estético final. Dichas cubiertas se corresponden a lo que la naviera NCL ha dado en llamar el Villa Suites Complex y que definen como un barco dentro de otro barco. Se trata de una zona exclusiva con suites que cuentan con su propio bar y salón privado, además de unas vistas privilegiadas. El concepto es similar al que presentan los buques de la Clase Fantasia de MSC con su MSC Yacht Club pero donde los italianos optaron por armonizar este área con la fachada general de sus naves los de Norwegian optaron por todo lo contrario dejando bien marcada incluso exteriormente la exclusividad de esta zona, con el resultado estético tan desafortunado que se puede ver en las fotos.

El Villa Suite Complex ocupa las cubiertas 17 y 18 del Epic.

Otro de los puntos que da que hablar en la imagen de esta nave es la extraña disposición de los botes salvavidas. Los
botes están en la cubierta 7 y a diferencia de lo que suele ser habitual no «descansan» sobre la habitual cubierta de paseo o van semi-encastrados en la superestructura de la nave; en el Epic los botes semejan ir colgados del costado dando la sensación de que van a medio arriar. Su particular disposición tiene como objetivo el
evitar obstruír las vistas a los camarotes con balcón, algo que se ha conseguido a
costa de sacrificar otras cosas.
La primera de ellas, obviamente es la estética de la
nave y la segunda es la sencillez de las maniobras de la nave; debido a su ubicación,
en algunos puertos donde el embarque se realiza mediante fingers (como los de los aeropuertos) el capitán del Epic se ve obligado a dar la orden de arriar varios
botes del costado sobre el que atraca la nave y volverlos a subir una vez el barco ya ha desatracado.

Arriba: La ubicación de los botes salvavidas busca evitar obstruír las vistas a los camarotes exteriores más bajos. 
Abajo: Debido a su extraña situación, los botes aumentan considerablemente el ancho de la nave y en algunos puertos donde el acceso se realiza mediante fingers es necesario arriarlos antes de atracar.

¿Pero es que de este barco sólo se pueden decir cosas malas?. Nada más alejado de la realidad; su desacertada fachada exterior es el único «pero» que se le puede poner a este navío, uno de los más originales y formidables que surcan los mares porque lo realmente épico de este buque lo encontramos en su interior. ¿Resultará este patito feo al final todo un elegante cisne?. De momento lo dejamos aquí pero en la tercera y última entrada especial sobre el Norwegian Epic descubriremos algunos de los asombrosos secretos que alberga en su interior.