(Foto: Jose R. Montero)

Nueva escala en el puerto de A Coruña esta vez con el buque Braemar como protagonista. Fue el pasado viernes y supone la séptima recalada del presente mes, lo que teniendo en cuenta que aún falta una semana para su finalización y con una previsión de tres escalas por delante augura un octubre con muy buenos números.

El Braemar se convirtió el pasado viernes en el séptimo navío en hacer escala este mes.
(Foto: Jose R. Montero)

Procedente de Cádiz el más pequeño integrante de la naviera Fred. Olsen Cruise Lines llegó a aguas coruñesas poco antes de las 08:00 horas con 750 pasajeros a bordo, en su totalidad británicos por ser el mercado para el que opera esta compañía. La del Braemar no es una escala sorprendente dado que su presencia en la ciudad es muy habitual (este año lleva dos visitas); lo que llama la atención en esta ocasión es el modo en el que se ha producido esta última recalada: ¿y si les digo que 48 horas antes de atracar en nuestra dársena nadie sabía que el destino de la nave era A Coruña?. Y cuando digo nadie me refiero a que nadie a bordo lo sabía, ni siquiera su capitán. Si no se trató de ninguna emergencia, ¿a que se debió esta desinformación?. Ahora se lo explico pero antes situemos todo en su debido contexto.

Fred. Olsen Cruises, todo un clásico de los muelles coruñeses, esta vez con una propuesta diferente.
(Foto: Jose R. Montero)

La tendencia actual de la industria crucerística es el gigantismo; las naves de crucero actuales son auténticas megaciudades flotantes con capacidad para miles de pasajeros (en unos años se botarán la última generación de navíos con capacidad para 6.600 turistas) y numerosas instalaciones a bordo enfocadas al ocio a cada cual más inverosímil. Ya poco importa que el barco navegue por las exóticas aguas del Caribe, por las islas griegas o por el Mediterráneo occidental visitando alguna gran capital europea; el navío es el destino en sí mismo.

Los grandes megacruceros como el Independence OTS (en primer término) dominan actualmente el sector pero los pequeños buques de pasaje como el Braemar (al fondo) siguen teniendo su nicho de mercado.

La naviera Fred. Olsen Cruise Lines, propietaria del Braemar, no busca competir en esta liga de  mega-resorts flotantes; lo suyo es otra «guerra», pero ha cogido esta idea de establecer el destino como algo secundario y le ha dado una vuelta. El resultado es una de las propuestas más originales vistas últimamente en esto de los cruceros y que ha realizado por primera vez en la travesía que lo trajo el pasado viernes a nuestra ciudad. La idea se denomina «you choose your cruise» (en cristiano «tú eliges tu crucero») y consiste en que las escalas del crucero las eligen los propios cruceristas a medida que va transcurriendo el viaje. Con los únicos puntos fijos del embarque y el final de la travesía el resto de paradas se decide entre dos opciones 48 horas antes de producirse dicha escala.

(Foto: Jose R. Montero)

La novedosa singladura partió el pasado 10 de octubre del puerto de Southampton, un viaje de dos semanas repleto de incógnitas. Al poco tiempo de zarpar los pasajeros tuvieron que elegir la primera parada del itinerario con Vigo y Leixoes como propuestas. Leixoes y el tirón provocado por su cercanía a la bella ciudad de Oporto le ganaron la partida a la ciudad olívica que ese día (13 de octubre) se quedó sin la escala triple anunciada. Tras la parada en aguas lusas la segunda elección fue entre Málaga y Gibraltar resultando ganadora la urbe andaluza. Ya en aguas del Mediterráneo a los turistas les fue planteada una opción completamente antagónica; de un lado una ciudad cosmopolita como Barcelona, del otro la tradición y el encanto de un pequeño rincón de la costa catalana como Palamós. Barcelona se llevó la palma.


(Foto: Jose R. Montero)

Y hablando de «palmas» el siguiente dilema para los viajeros del Braemar fue decidir si era Valencia o Palma de Mallorca el próximo punto de recalada, una decisión difícil que se resolvió en favor de la capital levantina. Alicante y Cartagena fueron propuestas para la siguiente parada con el visto bueno para esta última. De vuelta al Atlántico batalla hispano-portuguesa entre las dársenas de Cádiz y Portimao resultando vencedora «la tacita de plata» y en la última encrucijada de la ruta puro acento gallego: los pasajeros eligieron nuestra ciudad en detrimento de nuestros vecinos ferrolanos. Una lástima para la dársena departamental que contaba con la visita de la nave inglesa para seguir engrosando los estupendos números de este 2015.

…y los pasajeros del Braemar eligieron A Coruña.
(Foto: Jose R. Montero)

Y por fín hace unas horas el pasaje del Braemar desembarcaba de nuevo en el mismo punto donde semanas antes había iniciado un viaje de ensueño con el atractivo que da el viajar hacia lo desconocido, o por lo menos hacia un puerto no anunciado, una iniciativa que a buen seguro volverá a repetirse en el futuro con éste o algún otro navío de la flota Fred. Olsen y quien sabe si proponiendo a la ciudad de A Coruña de nuevo como escala. En la que de momento es la última visita de la nave a la ciudad (y la última del presente año), la de este viernes, el Braemar se despidió a las dos y media de la tarde enmedio de un festivo ambiente a bordo, con las cubiertas superiores atestadas de gente y con la música a todo volumen, lo que no parecía indicar que ésta era la última escala del itinerario. En 2016 volveremos a recibir la visita del más pequeño integrante de la compañía inglesa en agua herculinas.

(Foto: Jose R. Montero)
Agradecimientos a mi buen amigo Jose Montero por las estupendas fotos prestadas para la realización de esta entrada.