Abriendo lo que será un inusualmente prolífico mes de diciembre en cuanto a recaladas de cruceros se refiere, el pasado día 1 el buque Aurora, propiedad de la naviera P&O, hizo su primera y única escala prevista en nuestra ciudad para este 2013. El elegante navío británico llegó a A Coruña sobre las 07:00 horas procedente de Southampton para permitir el desembarco de sus 1.950 pasajeros en esta primera parada de su itinerario de una semana por el Atlántico y que le llevó a visitar entre otros destinos Lisboa y las Islas Canarias.

Detalle de la proa del soberbio Aurora.

Construido en los astilleros Meyer de Papenburg (Alemania) en el año 2000 en su día se convirtió con sus 76.152 toneladas de registro bruto y sus 270 metros de eslora en el mayor buque construido para la P&O. Actualmente el Aurora forma parte junto al Oriana de lo que podríamos denominar «la vieja guardia» de la naviera inglesa; buques que sin tratarse de auténticos clásicos destilan un aire más tradicional que los navíos de nueva generación como el Ventura o el Azura. Por ello tanto el Oriana como nuestro protagonista de hoy son muy apreciados por parte de los cruceristas y gozan de un tremendo éxito.

 El Aurora a punto de completarse en los astilleros alemanes Meyer. Los botes 
salvavidas esperan en el muelle a ser colocados, al igual que la chimenea, sostenida por dos enormes grúas. Obsérvese el detalle de que por aquel entonces el barco estaba registrado en Londres. (Hoy en día todos los buques de la P&O  están matriculados en Bermudas)
 (Foto: Andreas Busecke)

El Aurora basa su diseño en las líneas maestras del Oriana botado apenas 5 años antes que él y aunque no se trate de buques realmente gemelos, lo que si es cierto es que forman uno de los duetos más elegantes de cuantos surcan los mares. Pese a que, como digo ambas naves guardan grandes similitudes hay un aspecto en el que difieren y es en sus dispares trayectorias siendo la del Aurora bastante más accidentada que la del Oriana pese a ser más joven; siendo politicamente correctos diré que nuestro protagonista de hoy es un buque bastante «proclive a las incidencias» o al menos lo era, siendo que en los últimos años su dosis de mal fario parece haberse agotado, si es que esa era la razón de sus infortunios. Un dato que apoyaría esta teoría está en el hecho de que durante su botadura llevada a cabo el 26 de abril de 2000 en la ciudad de Southampton la botella de champán utilizada en estas ceremonias no se rompió al impactar contra la proa del navío y fue a parar de una sola pieza al fondo del mar, un augurio de la mala suerte que se cernirá sobre esa nave durante toda su vida según las arraigadas tradiciones marineras. Ahí pudo empezar todo.

El Aurora se cruza con el portacontenedores OPDR Cádiz durante su salida de A Coruña.

Y desde ese preciso instante comenzaron a desencadenarse los acontecimientos. Nada más salir de Southampton en su viaje inaugural el 1 de mayo, las cosas comenzaron a torcerse. A las 16 horas de su primera navegación, un crucero de 14 días por el Mediterráneo, la tripulación detectó un grave problema mecánico en una de las hélices que requería una reparación urgente; el Aurora se vio obligado a volver a Southampton donde los desolados pasajeros desembarcaron 48 horas después de haber subido a bordo con un ánimo bien distinto. Las caras de los directivos de la P&O tampoco debieron ser muy alegres; entre el reembolso de los pasajes y la correspondiente indemnización la compañía británica se gastó algo más de 7 millones de euros, eso sin contar el tremendo varapalo mediático. El Aurora zarpó enseguida rumbo a los astilleros alemanes Blohm & Voss para llevar a cabo cuanto antes las reparaciones y el 15 de mayo volvió al servicio para realizar, esta vez sí, su viaje inaugural con éxito. ¿Saben cual fue el primer puerto en recibir a este navío en escala oficial?: A Coruña.

A Coruña tuvo el honor de ser el primer puerto donde el Aurora hizo escala. 
Fue el 17 de mayo de 2000 aunque la foto de arriba no es de aquella recalada.



Apenas un año después de su accidentado viaje inaugural el Aurora volvió a ser noticia en los medios de comunicación cuando el navío se vio envuelto en un dramático rescate en el Mar de China mientras realizaba su primera vuelta al mundo. Cuando el navío inglés se encontraba atravesando el estrecho de Taiwan recibió un S.O.S desde el mercante Pamela Dream que se hundía rapidamente cerca de la posicion del crucero. El capitán del Aurora puso rumbo hacia el buque accidentado pero cuando llegó el Pamela Dream ya se había hundido. Viviendo una situación que pocos hubieran imaginado al embarcar, los pasajeros del Aurora, situados en las cubiertas exteriores, ayudaban a localizar entre el mar embravecido y los restos del barco naufragado algún superviviente del siniestro; en total consiguieron rescatar a tres tripulantes de nacionalidad rusa pero uno de ellos no sobrevivió. La actitud heroica y la entrega tanto de la tripulación como del pasaje del Aurora tuvo consecuencias; una de las hélices del crucero sufrió el impacto de un objeto procedente de la carga del mercante y quedó doblada por lo que el buque tuvo que abandonar su vuelta al mundo y llevar a cabo reparaciones en Singapur. En el hundimiento del Pamela Dream murieron 8 personas.

Pero pese a lo sonado a nivel mediático de estos dos incidentes nada comparable a lo ocurrido en octubre de 2003 cuando el Aurora sufrió una de las experiencias más humillantes de cuantas le hayan ocurrido a una nave de pasaje. Durante un crucero por el este del Mediterráneo un brote vírico altamente infeccioso afectó a medio millar de pasajeros. Cuando el buque se dirigía hacia el puerto de El Pireo las autoridades helenas denegaron su entrada, el barco quedó en cuarentena cerca de la costa y tras recibir mediante una lancha suministros médicos el Aurora zarpó con rumbo incierto con la prohibición expresa de atracar en ningún puerto griego y sin saber si podrían hacerlo en Dubrovnik, su siguiente destino previsto. Allí las autoridades croatas sí permitieron el atraque del Aurora  pero la vigilancia a la que fueron sometidas todas las personas que iban a  bordo hizo que el navío pareciera más una cárcel flotante con peligrosos criminales en su interior que una nave de pasaje realizando un viaje de placer.

Tras varios días errando por el Mediterráneo el día 3 de noviembre al buque se le permitió atracar en el puerto de Gibraltar pero lejos de que la medida pusiera fin a la odisea vivida por la nave la escala en el territorio inglés añadió más gasolina al incendio en el que se había convertido el «asunto Aurora». A los pasajeros que mostraban todavía síntomas víricos, unos 450, se les aconsejó no salir de la nave y a los que les permitieron bajar a tierra se les retiró el pasaporte como medida preventiva. A España las precauciones no le parecieron suficientes y en un hecho que no tenía lugar desde 1982 se decidió cerrar la frontera entre nuestro país y la colonia británica. La medida no gustó nada en el Reino Unido y el conflicto diplomático permanente que viven ambos países en torno a la roca se avivó durante aquel incidente. Finalmente el 6 de noviembre el Aurora llegó a Southampton para poner fin a la travesía de los horrores. El resultado fueron dos pasajeros muertos (aunque según fuentes de la compañía
ninguna de las muertes fue causada por el virus) y la imagen del soberbio crucero británico hecha trizas.



Pero tras la desagradable experiencia del virus Norwalk sufrida en 2003 al Aurora aún le quedaba una última estación en el particular Via Crucis en el que se ha convertido su historial. Fue en enero de 2005, al poco de iniciar su viaje de circumnavegación al globo, de 103 días de duración, cuando el buque se encontraba en ruta hacia el archipiélago de Madeira volvieron a aparecer los fantasmas del pasado. Como ya sucediera durante su viaje inaugural, el Aurora se vio obligado a volver a Southampton con su sistema de propulsión renqueante y tras unos días allí atracado tratando de buscar una solución imposible y mientras los pasajeros eran agasajados con bebidas gratis a la espera de reanudar el viaje a la compañía no le quedó más remedio que tomar la decisión de cancelar la vuelta al mundo y mandar el buque de nuevo a dique seco para reparaciones. El «choteo» fue mayúsculo; los medios de comunicación se burlaron diciendo que el Aurora había batido un nuevo récord con aquella travesía al conseguir «dar la vuelta al mundo» en menos de una semana. Bromas de mal gusto a parte lo cierto es que con aquella nueva calamitosa experiencia la nave inglesa sí había batido un récord; con el reembolso de los pasajes y la consiguiente indemnización a cada uno de los casi dos mil pasajeros la P&O desembolsó la cantidad de 29 millones de euros, la cancelación más costosa de todos los tiempos en la industria crucerística.

(Foto: Stefan D2)


Desde  esa última fatal (y costosa) experiencia el Aurora parece que no ha vuelto a sufrir desagradables decepciones salvo los típicos percances que sufren este tipo de buques a lo largo de su vida. En defensa de este barco diré que pese a que pueda sonar a una auténtica contrariedad después de todo lo escrito anteriormente, el Aurora es un barco formidable y que el hecho de «patearse» los mares sin apenas descanso hace que, por mera probabilidad, eches un borrón en tu curriculo de vez en cuando: El que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Para el caso concreto del Aurora soy de los que piensan que no se trata de un barco gafado ni de que haya tenido un mayor número de incidentes que otros navíos si no que la repercusión mediática de los que ha tenido ha sido mayor que los de otros barcos. Lo demás ya viene rodado; ya saben como es el dicho, cría fama…




Volviendo al pasado día 1 y tras pasar toda la mañana atracado en el muelle de transatlánticos finalmente el Aurora partió cuando el reloj señalaba las cuatro de la tarde rumbo a Casablanca sin mayores contratiempos. Esperaremos a 2014 para volver a ver a este bello navío surcar de nuevo las aguas de nuestra bahía y que cuando esto suceda no haya vuelto a sufrir ninguna incidencia desagradable. Se lo merece; tiene su cuota de incidentes más que cubierta.

Mi amigo Jose, enfrentándose cuerpo a cuerpo con el enorme Aurora 
durante la salida de éste  rumbo a Casablanca.