El viento en la cara. Una sensación que muchos marineros (y también algunos moteros) describen como una de las más placenteras que se pueden experimentar en esta vida. Se trata de la expresión misma de la libertad más absoluta y que está presente desde los inicios de la navegación, algo que ni la constante evolución ni el continuo e imparable aumento de la tecnología a bordo ha hecho disminuir un ápice; y es que ya sean impulsados por velas o en los buques actuales propulsados a motor la sensación es indescriptible. Puede que parezca una divagación pero está muy relacionada con nuestro protagonista de hoy…

(Foto: Jose Manuel Cereijo)

… que no es otro que el Oriana, el buque británico de la naviera P&O que recaló por espacio de unas horas en A Coruña el pasado miércoles día 13 procedente de Bilbao para dar la oportunidad a los 1.900 pasajeros que llevaba a bordo en esta ocasión para que conocieran nuestra ciudad y alrededores, entre ellos como no podía ser de otra manera la magnífica Santiago de Compostela, parada obligada para todo crucerista que se acerque a tierras gallegas. De sobras conocido por todos aquellos que tienen ciertas nociones del mundillo cruceril y por aquellos que acostumbran a pasear por las inmediaciones portuarias, el Oriana es todo un habitual por los muelles herculinos a los que en lo que va de año se ha acercado un total de cinco ocasiones teniendo pendiente hasta finalizar 2014 otra escalas más.

El Oriana, todo un habitual de nuestros muelles.

En más de una ocasión ya he mencionado en este blog mi predilección por este barco, uno de mis favoritos sin duda, y se debe a múltiples razones; la principal es porque su puesta de largo en esta ciudad coincidió en el tiempo con el comienzo de mi afición de ir a fotografiarlos durante sus estancias en puerto por lo que instintivamente asocio el nombre de Oriana a una etapa de mi vida muy especial. Además su esbelta figura, que a día de hoy se nos antoja clásica, muestra líneas de auténtico navío muy alejadas de las actuales tendencias que dan lugar a auténticos cajones flotantes sin apenas gracia. Y otra de las razones fundamentales de mis simpatías hacia este buque es la infinidad de anécdotas interesantes relacionadas con él, lo que para un bloguero que se dedica a contar historias sobre los buques de pasaje que llegan a su ciudad supone todo un manjar, además de darme gran parte del trabajo (si se le puede denominar trabajo) hecho. La de hoy es a mi juicio la anécdota más bonita (al menos de las que yo conozco) de cuantas rodean al Oriana y entronca con esa sensación tan marinera descrita en el primer párrafo de este post.

Oriana. Un barco lleno de curiosidades.
(Foto: Jose Manuel Cereijo)

Una de las características más llamativas de esta nave y que le dan ese aspecto tan tradicional son sus alas del puente abiertas, un aspecto que en la fecha de su construcción, mediados de los 90, era la tendencia habitual en el diseño de este tipo de barcos (hoy en día casi todos los buques de pasaje llevan el puente completamente cubierto para preservar mejor los sistemas eléctricos que hay en ellos). Dicha característica no se contemplaba inicialmente en los planos del Oriana ya que en principio su puente iba a ser totalmente cubierto. ¿Cual fue entonces la razón del cambio? Pues pese a que pueda sonar raro no fue ninguna decisión de tipo técnico ni nada parecido…

Una imagen de archivo del Oriana con su clásico puente de mando con las alas abiertas.

Una sensación. Esa fue la razón. Puede sonar absurdo pero no debemos olvidar que los buques se construyen por y para personas, y la capacidad de sentir, de percibir las cosas que nos rodean y las sensaciones que se esas percepciones nos provocan es lo que nos hace únicos. Cuando el Oriana se encontraba en un estadío temprano de su construcción, en los astilleros alemanes Meyer Werft, una representación de la P&O realizó una visita para comprobar el estado de los trabajos. En el grupo se encontraba Ian Gibb, una leyenda dentro de la compañía británica con sus 43 años formando parte de las tripulaciones de esta histórica naviera, entre ellos el legendario Canberra; Gibb no era un miembro más dentro de la extensa plantilla de la naviera sino que se trataba de la persona designada como capitán del nuevo barco y da prueba del enorme prestigio que el Capitán Gibb tenía en la P&O el que la compañía lo escogiese para estar al mando de su nuevo y flamante buque insignia pese a estar ya retirado desde hacía unos meses.

El capitán Gibb es toda una leyenda en la naviera P&O, con sus más de cuatro décadas formando parte de las tripulaciones de sus buques. En la imagen Gibb aparece en el puente de mando del Iberia, otro nombre histórico de la compañía, en el año 1955.
(Foto: Terry Connell)

 Gibb mostró gran entusiasmo por el aspecto general que lucía «su» nuevo barco salvo por una pequeña excepción; su puente de mando completamente cerrado. La explicación de su descontento fue que echaba en falta unas alas del puente abiertas porque según sus propias palabras «un capitán debería poder sentir el viento en su cara». Su valoración fue tenida muy en cuenta, tanto que los planes originales se modificaron para dejar las alas al descubierto, un rasgo que se ha convertido en uno de los principales signos de identidad de este navío. En la actualidad el Oriana sigue presentando esta característica que se ha convertido ya en emblemática, si bien sus alas incorporan desde su última gran remodelación dos cubiertas de lona a modo de techo que protegen a la tripulación de las inclemencias del tiempo.

El puente del Oriana ha sufrido una serie de modificaciones desde su construcción. En la actualidad las alas lucen dos techos de lona (flechas verdes) para proteger a la dotación de las inclemencias del tiempo. Otra modificación realizada en la última reforma del navío fueron las tres pequeñas ventanas (flechas violetas) que lucen ahora en ambas alas.

Así que a partir de ahora cuando vayan a ver las maniobras de este gigante y miren hacia su puente de mando allá en las alturas ya tendrán una buena historia que contar a los que se encuentren a su lado. Volviendo al pasado miércoles el Oriana dio por terminada su estancia en A Coruña poco antes de las cinco de la tarde cuando soltó amarras y puso rumbo hacia el norte con destino a Southampton.

El Oriana de vuelta a tierras inglesas.
(Foto: Manuel Candal)


Agradecimientos a Manuel Candal y a Jose Manuel Cereijo por las fotos prestadas para la elaboración de este post.