En una fecha tan significativa como la de hoy me veo obligado a dedicarle unas líneas al asunto, y es que aunque no se trate del tema fundamental del blog, su significado y su relevancia en la industria actual hacen imposible pasar por encima del tema. Hoy 15 de abril de 2012, como muchos de ustedes ya sabrán, se cumplen los 100 años del hundimiento del Titanic, la que es sin duda la catástrofe marítima más famosa de todos los tiempos.

Digo famosa, porque desgraciadamente las ha habido peores aunque no hayan alcanzado su relevancia mediática; asi de memoria se me viene a la cabeza la del ferry Doña Paz en 1987, donde murieron más de 4.300 personas y si incluimos el periodo bélico habría que hablar del Wilhem Gustloff en cuyo hundimiento en 1945 a dia de hoy ni se conoce el numero exacto de muertos, pero donde se estima que se perdieron más de 9.000 almas (si, lo han leido bien: 9.000).

La prensa de la época se hacía eco al día siguiente de la tragedia del Titanic.

Estas cifras no restan importancia a la catástrofe del buque más legendario de todos los tiempos y el significado que cobra como pieza clave para mucha gente; a los que escuchando su historia se nos abrió una puerta que nos llevó a descubrir el mundo de los barcos. Oyendo el relato de la fatalidad del Titanic a muchos nos picó el gusanillo de saber más acerca de esos grandes transatlánticos que surcaban el Atlántico y asi descubrimos otros nombres legendarios como los del Lusitania, el Mauretania, el Queen Mary. el Normandie o el Queen Elizabeth 2 y la bola echó a rodar…

Museo Titanic en Belfast, inaugurado recientemente.

…hasta  llegar al día de hoy. Tratar de explicar a alguien en que momento comenzó esta «fiebre» que me lleva a pasar frío, perder de dormir o terminar en ocasiones empapado hasta las cejas para tomar unas cuantas fotos a algún barco atracando en nuestros muelles a horas intempestivas resulta difícil incluso para mi; no sabría hasta que momento remontarme, cual sería el punto de inicio de todo ésto. Pero si es verdad que existe un momento exacto de comienzo y que todo nace en algún punto; quizás ese punto se encuentre en los 41º43´57´´N y 49º56´49´´W y a más de 4.000 metros de profundidad.

El Titanic preside mi salón desde hace ya algunos años.

Escribir algo nuevo sobre el Titanic resulta simplemente absurdo; a estas alturas ya está todo escrito, ya todo está explicado desde los diferentes ángulos que pueda tener la historia así que ni siquiera voy a intentar aportar algún dato medianamente original sobre el asunto. Fracasaría. Entre los múltiples relatos que se pueden encontrar por la red yo les recomiendo la lectura del artículo de Luis Jar Torre titulado «Los tres titanes gafados» en el que el autor narra mil y una curiosidades sobre el infortunado transatlántico británico asi como de sus dos gemelos, el Olympic y el Britannic. A continuación les dejo el enlace donde pueden leer este maravilloso artículo:

El Titanic (derecha) todavía en construcción acompañado de su gemelo 
Olympic durante una reparación de una hélice en Belfast. Fue la última vez 
que ambos buques estuvieron juntos.

El motivo de dedicarle una entrada al aniversario es recordar lo esencial de esta historia, dejando de un lado la épica, si es que la hubo, la leyenda, o el circo mediático en el que se ha convertido todo lo que lleve el nombre de este grandioso navío con tan grandiosa desgracia. Lo esencial de la historia, lo realmente importante de la misma es que en ella se perdieron 1.503 vidas, 1.503 personas que simplemente dejaron de existir víctimas de una cadena de infortunios y que dejando de lado su clase (en el barco, me refiero) o su condición social constituyen millar y medio de historias personales que tuvieron un final anticipado hace hoy 100 años en mitad del Océano Atlántico. A todos esas vidas que tocaron a su fin en aquellas gélidas aguas van dedicadas estas líneas.

La auténtica campana del Titanic permanece a buen recaudo en mi casa 
(bueno, al menos me aseguraron que era la auténtica…)

Y por todos los que nos dejaron en aquel accidente son los homenajes que estos dias se llevan a cabo en multitud
de formas y lugares, incluyendo dos cruceros conmemorativos con inicio en una y otra punta del océano, con los buques Balmoral y Azamara Journey como protagonistas y que se unieron ayer en el punto exacto donde descansan los restos de la malograda nave (prometo entrada sobre el tema).

El Balmoral participa en uno de los múltiples homenajes que estos dias se 
le dedican al Titanic.

Quizás la corrosión acabe en unos años con lo que queda del Titanic (sus restos son Patrimonio de la Unesco desde hace unas semanas) pero el paso del tiempo no hará desaparecer el recuerdo de todas aquellas personas cuya vida quedó truncada para siempre en aquel punto del Atlántico; y es que los recuerdos resisten más que el más duro de los aceros y ningún bloque de hielo podrá hacerlos desaparecer jamás.

Esta foto tiene la particularidad de ser la última que se tomó del Titanic.
 Se realizó en Queenstown, el último atisbo de costa que vio el legendario navío
en su breve carrera comercial.