(Foto: Manuel Candal)

Si hubiesen sido barcos de guerra la escena nos habría «acongojado» bastante pero no lo eran; eran buques civiles, de crucero para ser más exactos. Y eran 6. O lo que es lo mismo la madre de todas las invasiones por vía marítima nunca antes vista en esta ciudad. Puede que la cifra sea de lo más normal en las capitales mundiales de esta industria como Miami o Barcelona, pero ésto es A Coruña y aquí la marca cobra otro significado pese a que cada año es más frecuente la presencia de este tipo de tráficos amarrados en nuestros muelles y ya pocos se sorprendan cuando al pasar por la zona portuaria y girar la cabeza ven un crucero atracado.

2 comienza a ser «normal» y 3 ha pasado de ser todo un acontecimiento a simplemente una coincidencia llamativa; pero con 6 se nos agotan los calificativos. El 2 de  mayo de 2014 forma ya parte de la historia del puerto de A Coruña con letras de oro destronando a la que hasta ahora era la referencia; fue no hace mucho, concretamente el pasado 18 de septiembre y en aquella señalada ocasión fueron 4 los navíos de pasaje que coincidieron; entonces se nos antojaba imposible repetir semejante hazaña. Hace unos días fue ampliamente superada.

El muelle de Calvo Sotelo al completo el pasado 2 de mayo.

Un hito en número de barcos pero no en número de pasajeros. El reducido tamaño de los protagonistas del pasado día 2 (si dejamos de lado al Oriana y al Empress) hizo que en este campo no se batiera la marca que hasta ahora figura como el mayor de todos los desembarcos; fue el 16 de mayo de 2013 cuando la llegada de los buques Independence of the Seas y Ventura dejó en la ciudad a 7.200 cruceristas. De hecho la marca de este fenomenal sexteto ni siquiera se cuela en el top 3 de desembarques masivos en A Coruña pero aún así la cifra es muy destacable; 6.000 pasajeros en una sola jornada, 8.500 personas si sumamos a las tripulaciones, algo que pocas veces se ve por estas aguas.

Una jornada como la vivida el pasado día 2 exigía por parte de todos un enorme esfuerzo organizativo para que se desarrollase con éxito y todos los profesionales, desde prácticos, amarradores, fuerzas del orden, a representantes de las consignatarias, autoridades locales, etc.. se volcaron al máximo. También los shipspotters, que llevábamos planificando la jornada desde hacía varias semanas estudiando «la jugada» sobre la ubicación idónea y tratando de cuadrar las horas de las maniobras para no perderse ninguna, o las menos posibles. Como suele ocurrir en este tipo de jornadas multitudinarias tocó madrugar pero a casi nadie le importó; era un pequeño e incómodo precio que hubo que pagar para gozar del espectáculo de apostarse en cualquier punto de la costa para ver un auténtico desfile de cruceros de distintas clases y tamaños. Una sensacional parada naval que tuvo en el buque Deutschland su punto de inicio.

Los buques Deutschland (en primer término) y Delphin (al fondo) vistos 
desde la cubierta superior del Empress.

Muy de mañana. Tan de mañana que todavía era de noche. Al que madruga dios le ayuda, dicen, y quizás por eso el buque más germano de cuantos se dedican a los cruceros maniobraba  poco antes de las 06:30 horas en aguas interiores para atracar dando atrás en los norays de inicio del muelle de transatlánticos, bien arrimado en previsión de lo que faltaba por venir. El navío alemán procedía del puerto de Lisboa.

 El Deutschland, el primero en llegar.

Minutos más tarde se repetía el proceso, esta vez con el buque Voyager como protagonista, que procedente del puerto de Leixoes el madrugar no le valió para ocupar un privilegiado amarre en transatlánticos. De todas maneras su emplazamiento ya estaba asignado de antemano y era bastante inusual para un barco de sus características aunque plenamente válido a niveles operativos; el muelle de Calvo Sotelo Norte.

El Voyager atracó en Calvo Sotelo Norte.

Con el Voyager todavía acabando de hacer firmes todos sus cabos comenzaba a asomar una chimenea tras el castillo de San Antón: Era la del Delphin, el tercero del grupo, que llegaba procedente de tierras portuguesas con las primeras luces de un día que además de histórico apuntaba a brillante también en lo climatológico. Al veterano buque de bandera bahameña le tocó uno de los amarres más «incómodos» de la jornada, el muelle de Batería, lo que unido a la poca maniobrabilidad de la nave (no estamos hablando de ningún «pipiolo» precisamente) hizo necesaria la asistencia de un remolcador con el que poder completar el atraque con éxito. Por esas casualidades que tiene la vida y pese a lo raro de su emplazamiento, el Delphin ya sabía lo que era atracar allí; lo hizo en mayo de 1998, en aquella ocasión por la coincidencia de su escala con la de otros dos navíos.

Imagen poco habitual: Un buque de crucero en el muelle de Batería.

Pese a la larga y complicada maniobra del Delphin no había un minuto de descanso ya que el cuarto protagonista del día pedía paso. Sin tiempo apenas de tomar aire el Oriana hacía su majestuosa entrada en la dársena herculina procedente del puerto de Cádiz tras dos jornadas de navegación luciendo su estampa convertida ya en todo un icono de la industria e hizo bien en lucirse durante la entrada porque al elegante navío británico, todo un clásico de los muelles coruñeses le tocó el emplazamiento más discreto, o al menos el que quedaba más oculto de las miradas de los curiosos; el muelle de Calvo Sotelo Sur. El más grande del grupo demostró buenas cualidades técnicas que sumadas a la pericia del práctico convirtió una maniobra compleja en una operación vistosa y efectiva llevada a cabo en un suspiro.

El Sertosa Ventiocho «observa» la maniobra de atraque del Oriana.

Y es que el Oriana no atracase en su habitual amarre del muelle de transatlánticos pese a ser el más grande de la «manada» se debía a que ese muelle estaba reservado para el Empress; de hecho era el único del que se sabía seguro su lugar de atraque semanas antes de la histórica jornada debido a que al realizar embarque de pasajeros en la ciudad necesitaba estar atracado próximo a la terminal de cruceros. Fuera por la deferencia de tener el sitio reservado de antemano o fuese por una mera cuestión técnica, el buque de la naviera Pullmantur, que llegaba poco antes de las 09:00 horas procedente de Leixoes, atracó en el muelle de transatlánticos mirando desafiante con su proa a su compañero de atraque Deutschland. Con el amarre del último cabo del Empress a los norays del muelle ya se podía hacer oficial: Se acababa de batir el récord de barcos de pasaje en una sola jornada y aún faltaba uno…

La llegada del Empress supuso batir el récord de naves atracadas 
al unísono en A Coruña.

…Y éste llegó a mediodía cuando el ambiente festivo ya se había apoderado por completo de la urbe herculina. El buque Hamburg vino a ponerle la guinda a un enorme pastel de 6 pisos. Procedente del puerto de Leixoes al igual que algunos de sus compañeros de escala, el llegar el último a la fiesta le ocasionó al pequeño buque germano un evidente problema logístico y es que  la presencia repentina de tanto barco daba como resultado la práctica ocupación total de los principales muelles comerciales. para solucionar este pequeño problema de superpoblacion no quedó más opción que hacer uso del muelle del Centenario, habitual hogar de portacontenedores y mercantes en general y que desde ese momento contaba con un nuevo especímen en sus vitrinas. Con el atraque del Hamburg  se daba por concluída una macromaniobra iniciada 6 horas antes y que dejaba para la posteridad una instántanea nunca antes vista en la ciudad, con 5 muelles atestados de buques de pasaje y una línea de atraque continua de más de un kilómetro. 6 barcos de 6. Invasión finalizada con éxito.

Hamburg, el último en llegar.

Hasta aquí la primera parte de esta entrada dedicada al histórico 2 de mayo vivido en los muelles herculinos pero la jornada dio mucho más de sí y lo contaré en el siguiente post.

(Foto: Manuel Candal)