No puede haber mejor manera de acabar el mes de septiembre en lo que a escalas de buques de crucero se refiere que cerrarlo con un dueto de naves portentoso como el que tuvimos oportunidad de ver el pasado día 28; Por un lado el bellísimo Aurora de la naviera P&O, que llevaba varios años sin visitar la ciudad, y por otro el AidaMar,  la última unidad en incorporarse a la prolífica flota de la naviera germana Aida Cruises y que hacía su escala inaugural en aguas herculinas.

El Aurora, en primer término, permanece amarrado en el muelle de transatlánticos 
mientras el AidaMar (al fondo) maniobra para atracar en Calvo-Sotelo Sur.

De esta manera el puerto de A Coruña fue testigo de un nuevo «doblete», el tercero del mes tras los protagonizados por el Marina y el MSC Magnifica el día 20 y el del Empress y Seven Seas Voyager el 23. Con la escala de estos dos nuevos navíos se cierra un mes de septiembre histórico en el que un total de 17 naves de crucero han hecho parada por unas horas en la ciudad y que lo convierten en el mejor mes en cuanto a número de escalas de toda la historia en el puerto herculino junto con el pasado mes de mayo. Está claro que en lo relativo a captación de este tipo de tráficos se están haciendo las cosas pero que muy bien.

La esbelta silueta del Aurora volvió a presidir el puerto de A Coruña tras 
varios años de ausencia. A la derecha aparece la proa del buque escuela 
noruego Christian Radich.
(Foto: Manuel Candal)

La jornada «cruceril» comenzó sobre las siete de la mañana. A esa hora el Aurora, procedente del puerto de Southampton, maniobraba lentamente a la altura del Castillo de San Antón para quedar atracado unos minutos después en el muelle de transatlánticos. Más tarde sería el turno del Aidamar, pero para darle la importancia que se merecen ambos voy a dedicarles unas cuantas líneas a cada uno de los protagonistas de la jornada, empezando en este caso por el más madrugador, el Aurora.

Construido en el año 2000 en los astilleros de Meyer Werft de la ciudad de Papenburg (Alemania) este navío era en el momento de su botadura el buque más grande de la historia de la naviera P&O (a día de hoy el Aurora es por tamaño el 5º más grande de su flota) con unos números que por aquel entonces resultaban ciertamente colosales: 76.152 toneladas de registro bruto, 270 metros de eslora, 32´2 metros de manga (los máximos permitidos para transitar por el Canal de Panamá) y un calado de 7´9 metros. En sus 10 cubiertas de pasaje el buque puede albergar a un total de 1.975 pasajeros en capacidad máxima y lleva una tripulación formada por 816 personas. El coste total de este magnífico navío fue de unos 375 millones de dólares.

(Foto: Manuel Candal)

Pese a que el Aurora es más británico que tomar el té a las cinco de la tarde, su corazón es cien por cien alemán (no olvidemos que fue en ese país donde se construyó). Este barco es movido por 4 motores MAN B&W 14V48/60 que producen un total de 58.800 KW utilizados para alimentar los diferentes componentes a bordo del buque así como a dos motores STN AEG que son los encargados de mover las 2 hélices que tiene el Aurora, cada una de ellas de 5,8 metros de diámetro. Es un barco realmente potente, cuya velocidad de servicio es de 24 nudos, mucho más que otras naves de similar tamaño, y eso que no se entrega al cien por cien; en los tests del mar realizados antes de su botadura oficial el Aurora alcanzó unos espectaculares 29 nudos.

Pese a las bondades de su sistema de propulsión, éste es el verdadero talón de Aquiles del buque inglés y a lo largo de su carrera comercial le ha dado bastantes disgustos, tantos que entre problemas mecánicos y otros contratiempos al Aurora se le conoce dentro del mundillo como el «pupas» de las naves de crucero. Si nos centramos sólo en los incidentes mecánicos habría que citar dos como los más graves. El primero tuvo lugar a las pocas horas de iniciar su crucero inaugural el 1 de mayo de 2000. Tras zarpar de Southampton en un crucero de 14 noches de duración por aguas del mediterráneo, a las 16 horas de travesía se canceló el viaje debido a un sobrecalentamiento en una de las hélices que obligó al Aurora a volver al punto de salida para desembarcar al decepcionado pasaje. La naviera tuvo que sufrir el escarnio de los medios de comunicación asi como hacer frente al pago de indemnizaciones millonarias a los pasajeros, que alcanzaron la cifra de 7´5 millones de euros. Un gran «palo» económico y moral para la compañía inglesa.

Un «lugareño» saluda al Aurora a su llegada.

El Aurora fue llevado a los astilleros alemanes de Blohm & Voss para ser reparado pero como dice el refrán: no hay mal que por bien no venga y esa circunstancia tuvo su contrapunto positivo; La anulación del viaje inaugural convirtió a la segunda travesía (un crucero hacia las Canarias) en la primera del navío estrella de la compañía P&O y tras volver al servicio activo el 15 de mayo, 48 horas después el Aurora llegaba a A Coruña convirtiéndose de esta manera la ciudad herculina en uno de los primeros puertos del mundo en recibir al navío británico en viaje oficial.

Si esta avería fue grave por tratarse de su viaje inaugural (con el correspondiente «marrón» mediático) en términos estrictos de importancia fue peor lo que le sucedió  en enero de 2005 cuando recién iniciada una travesía de circumnavegación al mundo de 103 días de duración, camino de Madeira uno de sus motores dijo basta y pese a los intentos de resolver el problema por parte de la tripulación el viaje tuvo que ser cancelado y el Aurora retornó a Southampton de nuevo. La nave fue llevada a Bremerhaven (Alemania) para su reparación y permaneció en dique seco por espacio de varios meses durante los cuales el motor defectuoso fue sustituido por uno completamente nuevo destinado a un buque en fase de construcción. La «broma» le costó cara a la P&O: sólo en en concepto de indemnizaciones se pagaron 30 millones de euros, lo que figura a día de hoy como la cancelación más costosa en la historia de la industria crucerística.

Quizás tantas averías graves, sumadas a otros episodios problemáticos que tuvieron gran repercusión en los medios (en otra ocasión haré mención a éstos últimos) son las que hacen que al Aurora se le considere un barco con mala suerte, algo que los más supersticiosos achacan al hecho de que el buque nació gafado puesto que en su ceremonia de bautizo, el 26 de abril de 2000 en la ciudad de Southampton y con la princesa Ana como madrina, en el momento en el que la botella de champán chocó contra la amura del Aurora  no se rompió y fue a parar al fondo del mar en mitad del pasmo de la concurrencia (hay vídeos en los que se aprecia el estupor de los asistentes, que casi ni aplaudieron). Por lo general el hecho de que la botella de champán no se rompa se considera un símbolo del mal augurio que se cernirá sobre la nave durante toda su vida.

Más sobre esta doble escala protagonizada por el Aurora y el AidaMar en el siguiente post…