Y es que los grandes descubridores casi siempre llegaron por mar…

A diferencia del hombre que le da nombre y que buscando un nuevo camino hacia Las Indias se topó de pura casualidad con el nuevo mundo, el C. Columbus puso proa deliberadamente hacia A Coruña  (valga como atenuante que nuestra ciudad sí aparece reflejada en los mapas) y el pasado lunes 23 recaló en nuestro puerto pasadas las siete de la mañana procedente de Lisboa.

Construido en el año 1997 en los astilleros alemanes MTW, el C. Columbus es un buque pequeño de 14.903 toneladas de registro bruto, 144 metros de eslora y 21,5 metros de manga que navega bajo pabellón  de Bahamas. Tiene capacidad para 423 pasajeros en capacidad máxima y su tripulación la componen 170 personas. El barco está al servicio de la naviera alemana Hapag-Lloyd.
Y digo «está al servicio» puesto que Hapag no es la propietaria de la nave si no que la tiene alquilada por un periodo de 15 años que toca a su fín en mayo de 2012 lo que convierte a la escala de este lunes (si no hay cambios de última hora) en la última que el C.Columbus realiza en A Coruña.

 Los colores de la Hapag-Lloyd.

Que no cunda el pánico; Hapag-Lloyd lo tiene todo previsto y cuenta ya con el sustituto de esta nave. Se trata del actual Insignia de Oceania Cruises, que a partir del próximo año cambiará sus colores actuales por el naranja y azul corporativos de la naviera alemana y pasará a ser bautizado con un nombre nunca antes oído en el mundillo cruceril: Columbus 2. Originales los teutones, ¿verdad?.

¿Y que pasará con nuestro protagonista?, ¿un dramático final tal vez?. Nada de eso. El actual Columbus iniciará una nueva etapa comercial a partir del próximo año en otra compañía germana, Plantours, que actualmente opera con el pequeño Vistamar y sus colores pasarán del naranja al amarillo para convertirse en el nuevo buque insignia de esta modesta naviera bajo la denominación de Hamburg, un nombre mítico en la historia marítima alemana.

Hacia las 18:00 el C. Columbus soltó amarras por última vez en A Coruña para poner rumbo a Londres, inusual escala para los cruceros puesto que lo habitual al dirigirse hacia las islas británicas desde el sur es recalar en puertos como Southampton o Dover. Sin embargo los buques más pequeños de la flota crucerística pueden darse el lujo de atracar en el centro de la gigantesca capital inglesa y quedar inmortalizados cuando pasan bajo uno de sus símbolos más característicos: el London Bridge (en mi opinión el puente más bonito del mundo).

El C. Columbus pasando bajo el mítico London Bridge durante su escala 
en la capital inglesa.
(Foto: Tradewinds.no)