La niebla fue la encargada de recibir al Seabourn Pride el pasado domingo 22 y con el pequeño barco de
Seabourn se cerraba una semana de lo más movida con la presencia de tres cruceros en la ciudad (anteriormente llegaron el Spirit of Adventure y el Silver Spirit, todo muy «espiritual»).
El Seabourn Pride  llegó hacia las 07:30 en mitad de una espesa niebla que apenas dejaba ver un palmo más allá de tus narices por lo que hasta que la pequeña nave no se encontró cerca del muelle de trasatlánticos resultó imposible distinguirla, tan sólo el sonido de la sirena indicaba que algo muy grande (bueno, quizás no tan grande) se estaba acercando. Afortunadamente durante la maniobra la niebla se disipó lo justo para poder ver la elegante estampa del pequeño buque y sacar unas cuantas fotos.

El Seabourn Pride (creo)  asoma entre la niebla para dirigirse 
a su punto de atraque.

Mega-yate o mini-crucero? A simple vista se nos podría plantear la duda de si estamos ante la propiedad de un excéntrico multimillonario o si se trata de un barco de crucero convencional. Ni una cosa ni la otra; Claro está que nos hayamos ante un crucero, pero juntar las palabras Seabourn y convencional es como intentar hacerlo con el agua y el aceite. Quizás la definición correcta de lo que ofrece la naviera americana esté a medio camino entre los dos conceptos; La experiencia de un crucero pero en la intimidad de un pequeño barco, tan pequeño que por un momento da la sensación de encontrarse en algo de nuestra propiedad.

El coqueto atrio central es el corazón del Seabourn Pride.
(Foto: Seabourn)

Y es que si hablamos del lujo extremo, pocos osan acercarse a los estándares de calidad que ofrece Seabourn (salvo contadas excepciones como la naviera Silversea o el buque Europa de Hapag-Lloyd).
Tratar de explicar con palabras eso que se ha dado en llamar «la experiencia Seabourn» resultaría  demasiado frustrante así que me limitaré a citar aquello que hace de Seabourn lo que es: El lujo con mayúsculas.
Y si algo sirve para cuantificar el lujo en este tipo de barcos eso es el ratio pasajero-tripulante (o cuantos pasajeros «tocan» por tripulante). Esta cifra suele moverse entre el 2,5 y el 2 y cuanto más baja es, mayor calidad alcanza el servicio (puesto que se traduce en una mayor atención al pasaje). Por debajo de 2 empezamos a hablar de una naviera de lujo y rebajar una sóla décima esta cifra supone un gran esfuerzo y un gran salto cualitativo. Dicho esto les diré que el Seabourn Pride tiene un ratio pasajero-tripulación de 1,3. Sin comentarios.

El mimo a sus pasajeros es una constante durante una travesía a bordo del Seabourn Pride (o de cualquier otro componente de la flota Seabourn) y los ejemplos con los que demostrar la veracidad de esta afirmación son miles. Ahí van unos cuantos: Al 2º día de viaje te saludarán por tu apellido como si te conocieran de toda la vida y te servirán el café exactamente como a ti te gusta sin necesidad de hacerles ninguna matización, en días lluviosos al salir a la cubierta exterior algún miembro de la tripulación te estará esperando paraguas en mano para acompañarte sin que te mojes y al atardecer, si te encuentras dormido en las tumbonas de la piscina, pronto notarás como alguien te tapa con una manta para que no cojas frío. Es el detalle elevado a la enésima potencia.

En cuanto a instalaciones a bordo parece imposible que en una nave que no llega a las diez mil toneladas pueda existir algo realmente original o novedoso y sin embargo sí lo hay. Una de las carácterísticas más típicas de la flota Seabourn es la presencia de la marina de popa.
La marina es una estructura desplegable que permite realizar actividades acuáticas tales como submarinismo, un paseo en bote a pedales o simplemente disfrutar de un baño en el agua del mar mientras el barco permanece fondeado. Muy pocos cruceros presentan esta instalación  a bordo y el Seabourn Pride pertenece a ese grupo de elegidos.

Arriba: Detalle de la ubicación de la marina del Seabourn Pride 
(es la puerta cerrada donde está escrito el nombre del barco)
Abajo: La marina desplegada mientras el Seabourn Pride se encuentra fondeado.

 (Foto abajo: Seabourn)

A las 18:00 horas el Seabourn Pride finalizó su breve estancia en la ciudad herculina y tras un grácil giro de 180 grados puso proa al puerto de Santander, destino este poco usual para los cruceros pero que Seabourn suele utilizar con asiduidad. Es otra de las marcas de la casa. Sus destinos muchas veces son puertos donde los cruceros convencionales no pueden entrar por problemás operativos (que no caben, vamos) lo que otorga a esta naviera otro plus de exclusividad. ¡Como si no tuvieran ya suficiente!
Para los amantes de esta compañía (como yo) que no pueden permitirse el capricho de realizar un crucero a bordo de sus majestuosos barcos (como yo) nos queda el consuelo de volver a ver las maniobras del pequeño «orgullo Seabourn» en A Coruña el último día de septiembre. Eso, o ahorrar…