(Foto: Wearecunard.com)

Ni es lo mismo ni es igual. Era el título de un disco de Juan Luis Guerra y sus leales 440, pero que me vale como pretexto para comentar el particular encuentro que el pasado 1 de abril tuvo lugar en el puerto de Dubai.
Si, ya lo se. El blog se llama «cruceros en la ciudad de cristal» y debería centrarse en los barcos que llegan a nuestra hermosa ciudad, que no son pocos en este mes de abril, pero siempre es interesante comentar las noticias que surgen acerca de los buques de crucero y más si se trata de mi amado Queen Elizabeth 2 como en esta ocasión
Hace diez días tuvo lugar un encuentro muy especial entre 2 barcos con el mismo nombre (o casi).  Se trata del primer «proa a proa» entre el Queen Elizabeth 2, el que fuera buque insignia y leyenda durante más de 40 años de la Cunard Line, y su sustituto oficial el Queen Elizabeth botado hace casi un año.
Si bien es verdad que el nombre es practicamente lo único que comparten puesto que
un vistazo rápido a ambas naves atracadas a escasos metros la una de la
otra nos dejan ver a las claras no sólo sus grandes diferencias si no
las existentes entre la actual industria crucerística y la pasada.

 (Foto: Wearecunard.com)

La evolución se ha convertido en casi revolución y el único punto en común entre el antes y el ahora parece ser que, al igual que antaño, las naves cumplen el principio de ingeniería básico de flotar, haciendo tabla rasa de todo lo demás. Así los barcos de hoy en día adquieren formas muy cuadradas y cerradas, ganando mucha altura para poder ofrecer en sus numerosas cubiertas un mayor porcentaje de camarotes con balcón, lo que les asemeja en muchas ocasiones a auténticas «cajas» dotadas de propulsión propia. Naves con mil y una instalaciones dedicadas al ocio (y al gasto) del pasajero, que en muchas ocasiones constituyen el destino en sí mismo siendo las escalas en los puertos mera anécdota (si esta afirmación les parece exagerada busquen información sobre los gigantes Oasis y Allure of the Seas y luego me comentan).
Y no es que lo critique. Es la evolución. Ocurre en todos los ámbitos de la vida, ya sea al referirse a la industria crucerística o a la musical, por poner algún ejemplo. Renovarse o morir, supongo. Es simplemente que a mi juicio con ese cambio se ha perdido algo importante: La esencia del verdadero viaje por mar, lo épico, la idea romántica de cruzar el Atlántico en los enormes «liners», barcos que eran más que eso; eran auténticos símbolos que muchas veces habían participado en guerras o acontecimientos importantes cambiando el curso de la historia. Estoy divagando. Quizás es simplemente que me hago mayor…

 El Queen Elizabeth 2 durante la maniobra de desatraque en mayo de 2007 
en A Coruña.

Eso sí, lo que no ha perdido ni un ápice su aura de grandeza son esos
colores míticos tanto en el casco como en la chimenea. Agrada ver como al menos
algo queda de la época dorada de los trasatlánticos, y si la Cunard ya no es el símbolo británico del pasado (que para algo ahora la compañía es americana), alivia ver que por lo menos el rojo y el negro no han quedado en el olvido y siguen luciendo con todo su esplendor en el último componente en llegar a la flota de la legendaria naviera.
Ahí los tienen Queen Elizabeth y Queen Elizabeth 2, juntos por un instante. El primero reposando unas horas para continuar viaje por el Golfo Pérsico. El segundo en su retiro «dorado»  en el emirato árabe gracias a los petrodólares. Juzguen ustedes y elijan. ¿Hace falta que les diga con cual de los dos me quedo yo?

 Un mismo nombre, unos mismos colores y dos filosofías distintas.
(Foto: Wearecunard.com)

Mismo tamaño y mismo nombre, pero que quieren que les diga, ni es lo mismo ni es igual…