Tras las presentaciones de la anterior entrada es hora de ahondar un poco más en la vida obra y milagros de los cuatro componentes del fenomenal grupo que el pasado 18 de septiembre hicieron historia en el puerto de A Coruña al compartir escala por unas horas en nuestra ciudad. Puede que su pequeño tamaño les haga pasar un tanto desapercibidos
vistos por separado pero la realidad es que se trata de un grupo con
bastante carisma dentro del mundillo crucerístico (quizás el que menos
sea el Hamburg) y en el caso concreto de dos de ellos estamos ante auténticas
estrellas en el sentido más estricto del término.

El Hamburg, quizás el menos mediático del grupo.

Estrellas de la tele
para ser más exactos. Les hablo del Deutschland y del Discovery, las dos
naves que casualmente ocupaban el muelle de transatlánticos el pasado
miércoles (desconozco si la condición de VIP tuvo algo que ver con la
asignación del emplazamiento) y que en su época fueron dos rutilantes
entrellas en la pequeña pantalla, así que para este caso concreto quizás deberíamos haber sacado la alfombra roja
para recibir como se merecen a estos dos «divos» de la televisión. Puede que en la
actualidad sus nombres ya no se relacionen con la fama pero en su día
estos dos barcos fueron los brillantes protagonistas de dos afamadas
series de ficción de la caja tonta. Por ser el caso del Discovery el más conocido empezaré por él.

Y
es que ya he mencionado en más de una ocasión la historia de como el
ahora conocido como Discovery tuvo hace ya unas décadas su cuota de éxito y reconocimiento al
calor de los focos gracias a vivir a la sombra de su hermano, toda una gran estrella en el mundo televisivo, parentesco que le granjeó
fama (y suculentos dividendos a la naviera Princess Cruises; la
propietaria de ambas naves, por partida doble). Hablar de la serie «The
Love Boat»
(«Vacaciones en el Mar» para los españolitos) es hacerlo de una
serie que a los que pasamos  de largo la treintena nos trae algún recuerdo, ya sea en forma de añorada nostalgia o como monumento a la horterada (que para gustos hay colores y series). De lo que no
cabe duda es que la serie de Aaron Spelling marcó un antes y un después
no sólo en el devenir de las ficciones televisivas por capítulos si no
también en la industria del crucero, actuando como verdadero catalizador
para que ésta alcanzara la madurez y la expansión que hoy en día vive.

(Foto: Manuel Candal)

En
la serie las aventuras discurrían a bordo del Pacific Princess, un buque real y a bordo del cual se filmaban muchas escenas, pero
cuando éste tenía otros compromisos se utilizaba como doble a su
gemelo, el Island Princess, que no es otro que nuestro Discovery de hoy
en día. Cuando comento este dato muchos no se lo creen
porque viendo al Discovery les da la sensación de que el barco que
aparecía en la pantalla era mucho más grande que el que estos días atrás estuvo atracado en los muelles coruñeses (será por
eso de que dicen que la tele engorda) pero les doy mi palabra de que
es cierto.

A la vista de la foto nos da la sensación de que el buque que aparecía 
en «Vacaciones en el Mar» era mucho más grande.

Por
una de esas ironías de la vida (más bien injusticia) el otrora famoso
protagonista de la por entonces serie más popular de medio mundo pasó sus
últimos años de vida agonizando en el puerto de Génova hasta hace unas
semanas cuando su cadaver fue arrastrado de mala manera hasta los astilleros turcos de
Aliaga donde permanece de forma precaria a la espera de que se tome la
decisión de desguazarlo o dejar simplemente que se hunda. Ya ven que
haber sido una estrella de la tele no te asegura ni siquiera un entierro
digno.

Del barco del amor al barco del horror. El ex-Pacific Princess a punto de hundirse 
en una chatarrería turca. (Si lo ve el Capitán Stubing le da un infarto)
(Fuente: odin.tc)

Hasta
aquí la historia más o menos conocida. Lo que ya no es tan conocido es
que el éxito de la serie norteamericana traspasó fronteras llegando a
muchos países (entre ellos España) y que en algunos se lanzaron
versiones propias siguiendo más o menos la idea original. Uno de esos
países fue Alemania donde se rodó su particular versión de «The Love
Boat»
a la que titularon como «Das Traumschiff» (algo así como «El barco
de ensueño») y que se empezó a emitir en 1981. La serie, de gran éxito
en el país germano tuvo varias temporadas rodadas en diferentes intervalos de tiempo y
se usaron varios buques para rodarla; así en los primeros capítulos
la ficción transcurría en el Saga Ruby (por entonces Vistafjord) o en el
Astor, buques muy conocidos en nuestro puerto.



En 1999 y con un nuevo rebrote de popularidad de las
reposiciones de la serie se tomó la decisión de grabar una nueva
temporada y el buque elegido para hacerlo fue el Deutschland, el mismo que el miércoles atracaba proa con proa con otro famoso de la tele. Ya ven que coincidencia. De
su época como estrella televisiva el Deutschland guarda un recuerdo en
forma de «tatuaje» a la altura de la chimenea y donde se puede leer el
nombre de la serie que le otorgó fama en toda Alemania.

En el frente de la chimenea el Deutschland luce un anagrama 
que hace referencia a la serie en la que particpó varios años.
(Foto: autor desconocido)

Pero pese al pasado catódico de dos de los integrantes del cuarteto del pasado miércoles si tuviera que destacar a uno de los cuatro buques por encima de los demás ese sería el Funchal y lo haría por varios motivos; el primero de ellos porque personalmente es de mis buques favoritos dentros de los de pequeño tamaño, en segundo lugar porque a diferencia del Discovery o del Deutschland al Funchal llevábamos bastante tiempo sin verlo por la ría coruñesa (y poco faltó para que no lo volviéramos a ver nunca más, ahora les contaré) por lo que su presencia en A Coruña resultó todo un acontecimiento. Pero por encima de ésto figura el hecho de que estamos hablando de toda una leyenda viva de los mares y uno de esos navíos especiales de los que por quedar ya tan pocos navegando se los puede considerar como una auténtica reliquia.

Leyenda viva no sólo porque sobre sus cuadernas lleva el peso de 52 años con todo lo que eso acarrea si no porque en sus más de cinco décadas de vida este navío ha mantenido invariable su nombre, algo que es muy extraño de encontrar entre la flota crucerística contraviniendo una de las máximas del mundo naval que dice que cambiar de nombre a un barco trae mala suerte. Puede que sea una superstición pero para el caso concreto del Funchal parece que el permanecer fiel a ese nombre le ha traido una vida longeva que a pesar de algún que otro altibajo se ha traducido en una exitosa carrera comercial.

El Funchal amarrado en el muelle de Batería.
(Foto: Manuel Candal)

Quizás la peor época en sus 52 primaveras tuvo lugar estos últimos años. En 2010 el destino parecía tenerle reservado al ilustre buque luso un futuro espléndido cuando su naviera de aquel entonces, la Classic International Cruises, especializada en ofrecer cruceros a bordo de buques clásicos, decidió acometer en el Funchal una profunda reforma con el objeto de actualizarlo y adecuarlo a la estricta normativa de seguridad SOLAS 2010. Pero lo que se presumía un renacimiento para la nave portuguesa, con unos nuevos interiores y una nueva imagen externa que recuperaba el color oscuro de su casco que lucía a comienzos de su carrera, estuvo a punto de convertirse en su funeral…

…y hasta aquí puedo leer. Más sobre la historia del Funchal y de sus tres compañeros de escala en el siguiente post.