(Foto: Manuel Candal)

Prosiguiendo con el resumen iniciado en la anterior entrada sobre la triple escala crucerística que tuvo lugar en A Coruña el pasado día 26, toca hablar un poco más a fondo de sus protagonistas empezando por el más pequeño de los tres, el Sea Cloud II, el navío en el que nada es lo que parece.

El majestuoso Sea Cloud II.

Para empezar muy poca gente lo relacionaría con el sector de los cruceros y de hecho muchos lo confunden con un buque escuela y lo encuadran en el mismo grupo que el español Juan Sebastian de Elcano o el Sagres portugués. Nada más lejos de la realidad; el Sea Cloud II fue construído como barco de pasaje pero dentro de un selecto grupo de navíos, el de los cruceros a vela, que buscan ofrecer a los afortunados que viajen en estos barcos la experiencia más genuína y pura de la navegación.

Su función no es el único parámetro en el que su aspecto nos lleva a error sino que también nos hace dudar en lo relativo a su edad, y es que donde muchos podrían pensar estar ante un buque con muchas décadas de vida sobre sus cuadernas lo cierto es que el Sea Cloud II fue construído hace relativamente poco; entró en servicio en febrero de 2001 tras ser creado en los astilleros Gondán situados en la localidad asturiana de Figueras, muy próxima a la costa gallega. De todas maneras el malentendido con respecto a su edad es algo deliberadamente buscado ya que su diseño se basa en el Sea Cloud original, compañero de naviera de nuestro protagonista y que continúa aún en activo pese a que le contemplan la friolera de 83 años.

Una imagen totalmente «retro».
(Foto: Manuel Candal)

El turno ahora es para el ejemplar mediano del trío, si bien no es del todo correcto catalogar al Oceana como buque de tamaño medio porque en realidad no lo es; la prueba es que en el momento en que este barco y sus gemelos Sun Princess, Dawn Princess y Sea Princess (el Oceana nació como Ocean Princess) comenzaron su actividad comercial a finales de los 90, figuraban en el top ten de buques de crucero más grandes de todos los tiempos y sus más de 77.000 toneladas de registro bruto, 261 metros de eslora y 32´2 metros de manga hacían palidecer a la mayoría de la competencia; hoy en día son casi 60 los navíos de más de 100.00 toneladas de registro bruto dedicados al negocio de los cruceros.

Ejemplo de gran buque a finales de los 90, actualmente el Oceana 
ha sido ampliamente superado en tamaño  por decenas de barcos.

La vertiginosa evolución de esta industria desde entonces es la que ha convertido a este otrora gigante de los mares en un buque con un porte respetable pero que no impresiona por sus dimensiones. eso sí, aunque no pueda presumir de tamaño sí puede hacerlo de belleza, al menos a mi modesto entender; con un diseño marcadamente noventero donde su línea se aparta de los diseños actuales con cubiertas atestadas de camarotes con balcón privado y que dan a los buques recién salidos de los astilleros el aspecto de un gran edificio en lugar de un verdadero barco. Lo único que le falla a mi modo de ver al Oceana es algo tan clásico como el no llevar las alas del puente abiertas, rasgo que sí lucen dos de sus hermanos gemelos.

Por último y en la expresión más superlativa del tamaño encontramos al Emerald Princess, un digno representante de la actual moda de la gigantización dentro de la industria crucerística, una exitosa corriente que cuenta también con múltiples detractores y que argumentan no sin razón que en estas megaciudades flotantes de dimensiones exageradas se ha perdido cualquier atisbo de la esencia marinera que antes tenían estas travesías de placer. Para muestra un botón: basta comparar a este gigante de la Princess Cruises con el buque que le hizo compañía en el muelle de trasatlánticos el pasado día 26, el Sea Cloud II, para afirmar con rotundidad que las experiencias vividas a bordo en cada una de estas naves, si bien serán inolvidables en cualquiera de los casos, no se asemejarán ni lo más mínimo.

El mastodóntico Emerald Princess.

La tendencia en esta industria de «cuanto más grande, mejor» lejos de decaer está en pleno auge y el ejemplo más claro lo encontramos en la propia naviera Princess Cruises donde los buques como el Emerald Princess y sus gemelos Crown y Ruby Princess, pese a sus impresionantes medidas de más de 113.000 toneladas de registro bruto y casi 290 metros de eslora ya se les han quedado pequeños. La nueva generación de navíos de esta compañía americana que inició su andadura en 2013 con el debut del Royal Princess y que tendrá su continuación este año con su gemelo Regal Princess, apunta mucho más alto y sus estratosféricas cifras se elevan a las 141.000 toneladas de registro bruto y a los 330 metros de eslora.

Los buques de crucero actuales, cada vez más parecidos a edificios y no a barcos.
(Foto: Manuel Candal)

Volviendo al pasado día 26 y tras pasar toda la mañana haciéndose compañía mutuamente, a primera hora de la tarde los tres integrantes de la expedición comenzarón su ritual de despedida. El primero en ponerse en movimiento fue el Emerald Princess que a las cuatro de la tarde inició la maniobra de desatraque para poner rumbo al norte con destino a Bilbao. Con esta escala la «Princesa Esmeralda» puso el broche de oro a su presencia en la ciudad por este año, un 2014 en el que sin lugar a dudas el nombre de este navío figurará entre los más destacados al final del ejercicio.

El Emerald Princess será uno de los destacados en el resumen del 2014 coruñés.

Una hora más tarde se puso en marcha el resto del convoy, con el Sea Cloud II abriendo brecha y el Oceana siguiéndole a pocos metros de su popa. Una pena no ver al bello velero de bandera maltesa navegar por aguas de la ría con sus velas desplegadas pero aún así todo un espectáculo contemplar a este barco surcar las aguas y ver la icónica instantánea de sus palos con los faros de Mera de fondo, imagen que tendremos la oportunidad de volver a ver el próximo 1 de septiembre. El Oceana por su parte siguió el camino de los dos buques que le precedían ya que los tres repetirían al día siguiente en Bilbao. Al navío de la P&O le quedan todavía cinco visitas en la ciudad antes de acabar el año.

El Oceana «persiguiendo» al Sea Cloud II por la ría coruñesa. Ambos 
se volverían a encontrar al día siguiente con el Emerald Princess en Bilbao.

Hasta aquí el resumen sobre la presencia al unísono de estos tres estupendos ejemplares del mundo de los cruceros en la ciudad herculina. Tres tamaños distintos para elegir y tres formas muy diferentes de entender un mismo negocio. Mil gracias a mi amigo Manuel Candal por las maravillosas fotos prestadas para la elaboración de este doble post.