Dicen que una joya es uno de los mejores regalos que una persona puede hacerle a un ser querido ya que expresa como ningún otro objeto el afecto hacia la persona obsequiada. El valor sentimental de la joya deja en un segundo plano el valor monetario de ésta pero siempre quedaremos mejor cuanto más exclusivo sea el material que la forma así que imagínense si el regalo en cuestión es un enorme rubí… Ese fue el regalo que recibimos los shipspotters coruñeses el pasado domingo 27 de octubre con la inesperada visita del Saga Ruby, todo un clásico de los mares. Inesperada porque, de hecho, la escala del pequeño y mítico buque de Saga Cruises no estaba prevista en el calendario inicial de escalas de este año.

Si a los aficionados al mundillo de los barcos en general y de los cruceros en particular se nos preguntase sobre que buque querríamos ver entrar en nuestra ciudad estoy seguro de que un porcentaje muy alto de los votos serían para el rubí de Saga y realmente motivos para elegirlo a él no faltan; se trata de uno de esos ejemplares clásicos de los que ya van quedando muy pocos, con líneas de auténtico barco totalmente alejadas de conceptos actuales que entienden como elegancia el superponer cubierta sobre cubierta para obtener el máximo número de camarotes con balcón privado, olvidando así las leyes de la proporción estética.

El elegante Saga Ruby saliendo de la ciudad.
(Foto: Jose R. Montero)

Pero quizás el motivo más importante para elegir al Saga Ruby como la nave que todos querríamos volver a ver una vez más es que este buque tiene fecha de caducidad; el navío de Saga Cruises realiza en este último tercio del año su particular gira de despedida antes de poner punto y final a una dilatada carrera comercial de 40 años plagada de éxitos el próximo 6 de enero. En esta gran «tourné» del adiós nuestra ciudad jugará una baza muy importante no sólo por la visita inesperada de estos días si no porque A Coruña tendrá el honor de ser el último puerto en acoger a esta mítica nave en escala comercial antes de parar motores para siempre en el Reino Unido un día después de tocar tierras gallegas. Por ello y pese al magno acontecimiento que será ese emotivo 5 de enero, la visita no prevista de este pasado domingo es todo un regalo del cielo.

El Ruby con Seixo Branco al fondo.

Y al cielo hay que mirar para encontrar el motivo de la escala de estos días. La razón de tan agradable visita fueron las adversas condiciones climatológicas que el Saga Ruby se topó en el inicio de su travesía de 15 días por el Atlántico y que tras zarpar desde Reino Unido lo llevaría a visitar la Isla de Madeira, las Islas Canarias, Marruecos y la costa portuguesa antes de retornar a su punto de partida pero todo el itinerario quedó en papel mojado por culpa de una enorme borrasca situada entre el Saga Ruby y el archipiélago portugués. Ya lo ven, a veces el mal tiempo trae cosas buenas (al menos esta vez para los coruñeses, sí)

La icónica chimenea del Ruby recortando el amenazante cielo coruñés.

Tal y como recoje el capitán del Saga Ruby, Wesley Dunlop, en su magnífico blog ya a su salida de Southampton en la tarde del día 25 se dieron cuenta de lo que se les venía encima en su camino a su teórico destino inicial: con vientos huracanados y un estado de la mar terrible que convertirían la travesía en una pesadilla muy alejada de lo que debería ser una placentera navegación recreacional el Capitán Dunlop decidió buscar refugio cuanto antes en la costa española y fijó su objetivo en nuestra ciudad. Funchal tendría que esperar.

Pese al cambio de planes para salvaguardar la integridad de todos aquellos que se encontraban a bordo del Ruby la ruta hasta A Coruña tampoco fue fácil; les esperaba «una noche llena de baches» como advirtió el capitán a su pasaje de camino a la costa gallega, con vientos de fuerza 8 y gran oleaje que hicieron que el Saga Ruby tuviera que levantar el pie del acelerador para negociar las olas de manera segura. El resultado fue un retraso de más de 4 horas sobre su entrada prevista en la ciudad a las 8 de la mañana y que de esa manera se realizó sobre el mediodía cuando la bella silueta del buque británico apareció en el horizonte para alegría de todos aquellos que disfrutamos de la estética de los buques de antaño.

(Foto: Jose R. Montero)

Tras subir el práctico a bordo dos remolcadores esperaron al Saga Ruby a la altura del dique de abrigo para escoltar por proa y por popa a esta gran dama de movilidad un tanto reducida hasta su punto de amarre en el muelle de transatlánticos junto al megayate Ace, convertido en estrella mediática por unos días en A Coruña debido a su espectacular tamaño y diseño. Pero pese a sus colosales cifras de envergadura y dinero y su imponente figura la llegada del Ruby, con sus clásicas y bien proporcionadas líneas, parecieron quitarle de golpe todo el protagonismo al fastuoso yate del megamillonario ruso que ya no parecía lucir tanto.

Dos remolcadores esperan al Saga Ruby a la altura del dique de abrigo para llevarlo 
hasta su punto de amarre.

De todas maneras ambos buques tuvieron tiempo para hacer buenas migas; en previsión de que la potente borrasca seguiría haciendo de las suyas bastante tiempo, el «master» del Saga Ruby decidió quedarse 48 horas para dejar pasar lo peor de la tormenta, una decisión que fue acogida con gran entusiasmo entre el pasaje del buque y que le permitió a muchos de ellos conocer una ciudad que en principio no figuraba en sus planes.

El Saga Ruby, en la foto parcialmente oculto por la terminal de pasajeros, pasó 
dos noches atracado en el muelle de transatlánticos.

Tras dos días de resguardo en nuestro puerto, el Capitán Dunlop decidió retomar el itinerario fijado y a media mañana del martes 29 el Saga Ruby soltó amarras para poner proa al sur en busca del archipiélago de Madeira. Las condiciones climatológicas habían mejorado bastante pero aún así el fuerte mar de fondo reinante aún en la bahía nos permitió ver lo buen marinero que es este navío y durante su despedida de A Coruña nos brindó un gran espectáculo cabalgando sobre las olas como ya muy pocos buques de su clase saben hacer. La veteranía es un grado. La próxima vez que veamos al Ruby por nuestras aguas todo será distinto, al menos animicamente porque estaremos ante el definitivo adiós de esta joya de los mares. Será, no lo olviden el próximo día de 5 de enero, un sensacional obsequio anticipado al día de Reyes. Por eso  dicen que una joya siempre es el mejor regalo…

Espectacular foto del Ruby demostrando sus estupendas cualidades marineras
 a la salida de la ciudad.
(Foto: Jose R. Montero)

Para acabar quisiera agradecer a mi amigo Jose Montero las sensacionales fotos prestadas para la elaboración de este post, sacadas durante la salida de la ciudad del Saga Ruby.