El pasado día 10 de noviembre tuvo lugar la segunda visita del año del buque Marco Polo a la ciudad de A Coruña, lo que me brindó una nueva oportunidad para disfrutar con la estampa clásica de esta leyenda viva de los mares, uno de los últimos exponentes de una generación que poco a poco va desapareciendo.

Perteneciente a la naviera Cruise & Maritime voyages, el Marco Polo llegó al puerto poco antes de que el reloj marcara las 7:00 horas procedente de Arrecife, en la isla canaria de Lanzarote y tras realizar un giro de 180 grados quedó amarrado unos minutos más tarde permitiendo a su pasaje bajar a tierra para conocer la ciudad o coger alguno de los autocares con destino a Santiago.

Con motivo de su anterior recalada en la ciudad hace unas semanas les hablé de un poco de las peculiaridades de este barco, centrándome en su pasado como componente de la flota soviética y dejé un poco de lado sus datos técnicos, que en un principio y a la vista de su reducido tamaño podrían parecer irrelevantes pero que esconden más de una curiosidad.

Construido como Aleksandr Pushkin en 1965 en los astilleros Mathias-Thesen de la ciudad germana de Wismar, el Marco Polo es un buque de pequeño tamaño con 22.080 toneladas de registro bruto, una eslora de 176´28 metros, una manga de 23´55 metros y 8´2 metros de calado. A este ex-integrante de las filas comunistas lo mueven 2 motores diesel Sulzer-Cegielski que le otorgan un total de 15.447 KW y en sus 8 cubiertas de pasaje puede albergar a un total de 820 pasajeros con una tripulación formada por 356 personas.

Si alguno de estos datos destaca por encima de los demás ese es sin duda su enorme calado, y es que con 8,2 metros el calado del Marco Polo es mayor que, por ejemplo, el del Queen Victoria (que tiene 8 metros), aún cuando el buque de la Cunard sobrepasa las 90.000 toneladas de registro bruto y se acerca a los 300 metros de eslora.  El motivo de que el Marco Polo presente un calado tan enorme se debe a que fue diseñado originalmente para realizar la ruta trasatlántica entre San Petersburgo y Montreal, y lo que tan complicada ruta pide es un buque con un gran calado para soportar de manera estable los embates del Atlántico Norte. No es la única característica sobresaliente del Marco Polo; Su casco está especialmente reforzado para navegar entre hielos por lo que en la actualidad pertenece a ese selecto club de naves de pasaje que pueden realizar rutas turísticas por alguna de las zonas más inhóspitas del planeta.

Marco Polo «on the rocks».
(Fuente: ianinsights.blogspot.com)

Tras pasar la mañana amarrado en el muelle de trasatlánticos el Marco Polo partió a las 14:00 horas rumbo a su puerto base de Tilbury (Reino Unido) para poner punto y final a una travesía de 7 días. Durante la salida por la megafonía del barco comenzó a sonar el famoso «Maybe Baby» de Buddy Holly mientras que dos miembros de la tripulación bailaban animando al pasaje. Al ver la escena no pude evitar esbozar una sonrisa pensando en lo curioso que resulta oir a una de las grandes leyendas del rock americano en un barco que ha navegado durante gran parte de su carrera comercial con una hoz y un martillo en su chimenea.

Al Marco Polo lo volveremos a ver por A Coruña, si las previsiones se cumplen, el próximo año, concretamente el 26 de octubre. Aguardaremos ansiosos la fecha esperando ver de nuevo a este clásico navío, todo un superviviente de una época ya lejana.

El Marco Polo durante su salida de la ciudad el pasado dia 10, a punto de 
dejar A Marola por la banda de estribor.