Se define como vuelta encontrada la navegación de dos buques con rumbos opuestos o casi opuestos con riesgo de abordaje. Y no es que defina muy bien lo que ocurrió con el pasado día 20 en el puerto herculino con los buques Oceana y Saga Sapphire puesto que ambas naves no llegaron a sufrir tal situación en nuestras aguas pero la expresión se me vino a la cabeza a la hora de escribir la entrada.

El Oceana atracado en trasatlánticos.

Lo del pasado domingo fue más que una vuelta encontrada un cruce de caminos entre «unos que iban» y «otros que venían», si bien atracados ambos en los muelles coruñeses (el Saga Sapphire lo hizo en Calvo Sotelo Sur por falta de espacio) no se apreciaba más diferencia que las propias entre dos naves de tan diferente porte, edad y color. Donde a buen seguro debía notarse alguna diferencia era en el estado de ánimo de los pasajeros de cada uno de los barcos; gozoso y lleno de júbilo para los huéspedes del Saga Sapphire por iniciar un extraordinario viaje de una semana por el sur de Europa, triste y resignado para los temporales habitantes del Oceana por ser A Coruña su última escala antes de poner punto y final a un viaje de ensueño en el puerto de Southampton. Como la vida misma; el principio del camino para unos es el final de la senda para otros.

El Saga Sapphire tras haber doblado el dique de abrigo durante su salida de la ciudad.

Centrándonos en los aspectos meramente prácticos diremos que los más «alegres» fueron los primeros en llegar; poco antes de las 08:00 horas y procedente de Southampton el Saga Sapphire ya maniobraba en aguas interiores para atracar en un muelle poco frecuente para él como Calvo Sotelo Sur. Fue la única variación a una maniobra que el capitán del buque británico debe de conocerse al dedillo por ser la del pasado domingo su cuarta escala del año en A Coruña y por haber realizado la última de ellas tan sólo cuatro días antes.

Y si al Saga Sapphire ya le es familiar la maniobra de aproximación y atraque en la ciudad, la dotación del Oceana seguro que ya es capaz de hacerla hasta con los ojos cerrados puesto que con esta última son ya siete las veces que el navío de la P&O ha recalado en nuestro puerto en lo que llevamos de año. Con la «plaza» reservada en el muelle de transatlánticos el Oceana decidió que tampoco era necesario madrugar un domingo y hasta pasadas las nueve de la mañana el segundo protagonista de la jornada no se dejó ver por aguas de la bahía. El buque inglés procedía de Casablanca.

Los pasajeros de ambas ciudades flotantes aprovecharon la mañana para realizar las excursiones programadas o simplemente callejear por el centro de la urbe en una jornada que en lo climatológico no fue para tirar cohetes. Tampoco importaba mucho puesto que era domingo y salvo los taxistas y alguna cafetería no se pudo aprovechar el tirón comercial que supone el desembarco de más de 2.500 personas en un mismo día. Lástima.

Tras más de 8 horas de escala los dos protagonistas comenzaron a preparar su salida. El fuerte viento reinante ese día obligó a ambas naves a utilizar el apoyo de un remolcador como elemento de seguridad para realizar la maniobra de desatraque siendo el Saga Sapphire el primero en zarpar a eso de las cinco y media rumbo a Leixoes. Por su parte el Oceana parecía no querer irse quizás en un gesto de comprension hacia su pasaje, sabedor de que soltar amarras suponía ir acortando la distancia hacia el desembarque en Southampton, pero tras hacerse el «remolón» media hora el imponente buque volvió a ponerse lentamente en movimiento siguiendo la estela que minutos antes había dejado su compañero de amarre, con la salvedad de que el Oceana utilizó la canal norte para abandonar la ría coruñesa, la que suelen emplear los buques que se dirigen hacia las islas británicas.

Sin más visitas programadas por este año, esperaremos al 2014 para ver de nuevo por nuestra costa al Saga Sapphire. El Oceana sin embargo parece no cansarse de nuestra ciudad; todavía le quedan tres recaladas antes de finalizar el año, la próxima el 5 de noviembre.