Una vez el buque se encuentra fuera de los muelles de construcción y tras una serie de trabajos de preparación, los barcos se encuentran listos para el inicio de un viaje insólito que atrae a una multitud de curiosos y que constituye por si mismo uno de los atractivos turísticos más importantes de la zona. La travesía, no exenta de dificultades, se estudia al milímetro teniendo en cuenta las mareas, los vientos y demás condiciones climáticas en general. Hasta 2002 la ruta sólo podía realizarse coincidiendo con las pleamares, pero la construcción de la barrera del río Ems cerca de su desembocadura facilita un poco más estos tránsitos tan complicados desde entonces..
(Foto orianaof1995.blogspot.com)
Nada se deja al azar puesto que los peligros acechan en cualquier lugar. En Meyer Werft todavía recuerdan que hace ahora casi 5 años media Europa se quedó a oscuras como consecuencia de uno de estos viajes. Aquel noviembre de 2006 el Norwegian Pearl estaba listo para recorrer el tramo del Ems que le permitiría ganar la costa e iniciar así su servicio como buque de cruceros. Debido al tamaño, en un punto del recorrido estos barcos pasan muy cerca de un tendido eléctrico asi que, como medida de seguridad se desconecta para evitar males mayores. Pura rutina. Pero aquel día algo salió mal; el intento posterior de reconexión provocó una sobrecarga y se inició un efecto dominó que dejó sin luz a unos 10 millones de personas en un total de 9 países europeos. El apagón también alcanzó España.
(Foto: Meyer Werft)
Problemas eléctricos aparte lo cierto es que ningún incidente destacable ha ocurrido durante estas complicadas travesías (será por lo de la conocida eficiencia germana) a pesar de que muchos son los puntos complicados que presenta la ruta. Si tuviésemos que destacar los puntos calientes de esta ruta yo me decantaría por 4, y de ellos voy a hablar a continuación aunque estoy seguro de que las palabras sobran y un vistazo a las imágenes que apoyan esta entrada sirven para demostrar las dificultades que superan los barcos salidos de Meyer Werft.
Desde que el barco sale de alguno de los 2 muelles cubiertos donde ha sido construido, se realizan a bordo todos los preparativos para el singular viaje mientras los trabajo en distintas partes del interior de la nave siguen su curso. Llega el día «D». Una muchedumbre de curiosos llegados desde distintas partes del país y del extranjero se agolpan en los alrededores del complejo para ver en primera línea el espectáculo: un gigante de acero practicando «contorsionismo».
Con la ayuda de los remolcadores, que acompañan a los barcos hasta que alcanzan la costa, nos encontramos el primer escollo a salvar; se trata de la compuerta del astillero que comunica directamente con el río. La dificultad de este punto se encuentra en la anchura de dicho paso, que obliga a que la maniobra se realice con especial cuidado dadas las dimensiones gigantes de los barcos que la sobrepasan.
Una vez en el río, el viaje transcurre lentamente hasta el segundo punto conflictivo. Tras unas tres horas de travesía se llega a la localidad de Weener, donde hay que superar el Friesenbrücke. Este puente permite el paso de trenes y data de 1875. Antaño era una importante vía de comunicación, pero en la actualidad y ya obsoleto, su uso ha quedado restringido al ferrocarril local. Al cruzar una vía navegable el Friesenbrücke fue construido para permitir el paso de naves de hasta 25 metros de ancho, pero con el crecimiento exponencial de tamaño del sector crucerístico los barcos que bajan desde Papenburg superan ampliamente esta marca desde hace ya muchos años (el AidaSol, por ejemplo tiene 32,2 metros de manga). Para solucionar este problema, cada vez que un crucero sale de Meyer Werft una grúa flotante retira la sección central del puente para dejar el vano necesario que permita el paso de estos gigantes.
Una vez superado el Friesenbrücke el viaje continúa a baja velocidad guiado por los remolcadores pero los problemas todavía no se han acabado y tras unas 5 horas desde la salida de Papenburg aparece una nueva piedra en el camino. Agárrense. Llegamos a Leer.(y no hablo del verbo)
Leer es una pequeña localidad germana a los pies del río Ems, que entrecruza su historia con los grandes cruceros salidos de los astilleros situados varios kilómetros río arriba por culpa del (o gracias al) puente Jann Berghaus.
El Jann Berghaus es uno de los puentes levadizos más grandes del oeste de Europa. El actual se construyó en 1991 para sustituir a su antecesor, que llevaba el mismo nombre pero que era de tipo giratorio y tras una reforma efectuada en los últimos años permite un paso de 56 metros de ancho máximo gracias al levantamiento de sus 2 partes móviles.
Tras pasar Leer, el río Ems cruza su derrota con la autopista A-31 dando lugar a una de esas imágenes icónicas correspondientes a estos viajes tan peculiares. Y es que se diría que los grandes cruceros una vez llegados a este punto parecieran tomar una de las incorporaciones a la autopista para acompañar al tráfico rodado durante unos kilómetros. Más de un conductor se habrá sorprendido al encontrarse de frente con semejante espectáculo y es más que probable que fruto de la distracción producida por semejante vista panorámica alguno haya sufrido un susto al volante.
Tras 32 kilómetros de tortuosa travesía se alcanza el último gran obstáculo que separa a los cruceros de su ansiado objetivo que es el mar. Junto a la localidad de Gandersum se encuentra la barrera del río Ems, conocida en alemán como Ems-Sperrwerk. Esta barrera mide 476 metros de longitud, tiene un vano de 60 metros para el tráfico marítimo y fue creada para evitar el efecto de las mareas de tormenta sobre las poblaciones situadas a las orillas del río.
Tras superar la Ems-Sperrwerk, 4 kilómetros más adelante se llega a la desembocadura del Ems en la bahía de Dollart. El viaje río abajo ha concluido tras unas 10 horas desde la salida en Papenburg (el AidaSol marcó un nuevo récord y lo realizó en tan sólo 9 horas y media), pero aún queda trabajo: Tras alcanzar el puerto de Emden, los buques se dirigen a mar abierto para realizar los tests en los que se fuerza el barco hasta su máximo para comprobar que todo funciona correctamente.
Tras las pruebas en mar abierto los barcos se dirigen hacia Emshaven (ya en territorio holandés), la particular meta final de este singular viaje iniciado tierra adentro. Todavía queda trabajo por hacer en cada una de las naves que llegan a este puerto, sin embargo lo más duro ya ha quedado atrás: Meses de trabajo y la gran prueba final que supone bajar el río se han llevado a cabo con éxito y en Meyer Werft pueden respirar tranquilos con la satisfacción que da el deber cumplido. Sin embargo, eso no significa que haya que cruzarse de brazos: Río arriba ya trabajan en nuevos proyectos para entregar en fecha los encargos más variopintos hechos por sus clientes.
El próximo en ver la luz será el Celebrity Silhouette a finales de este mes de julio. Gemelo de los Solstice, Equinox y Eclipse, con sus 122.000 toneladas el Silhouette volverá a suponer toda una inyección económica en esta región del noroeste alemán y un nuevo desafío logístico a la hora de ganar el mar. Una nueva página dorada que añadir a los 216 años de historia de este gigante naval y que han convertido a Meyer Werft en lo que es hoy en día. Unos de los mayores exponentes en la construcción de barcos de cruceros en todo el mundo.
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