Expresión ésta muy coruñesa que sirve para indicar que en un determinado lugar no cabe ni un alfiler. Hasta tal punto el aforo estaba completo el pasado 25 de abril en el puerto que varios invitados tuvieron que buscar otro sitio para pasar el día.
Tres fueron los nombres de la jornada en la dársena coruñesa: Balmoral, Boudicca y Ventura,
todos ellos ya conocidos en nuestra ciudad. Y pudieron ser más. La
previsión indicaba que este 25 de abril  5 cruceros tenían escala
prevista en A Coruña, pero un contratiempo tan simple y obvio
como que el puerto no da para más (hay que dar cabida a buques con otro
tipo de «mecancías») provocó que por primera vez en la historia de la dársena herculina se tuviera que desviar este tipo de tráfico por falta
de espacio. Los beneficiados fueron nuestros vecinos ferrolanos que se
quedaron con el Discovery y el colosal Independence of the Seas en una jornada histórica para la ciudad departamental.

 Ventura. La estrella del día.

Aquí tampoco nos pudimos quejar y si bien los tres protagonistas del día no alcanzaron la cifra récord establecida el pasado14 de abril de 6.300 turistas desembarcada por Oceana e Independence of the Seas, se obtuvo un registro muy cercano con 5.000 pasajeros .
Procederé por estricto orden de llegada. En un día muy complicado para los prácticos (por el volumen de tráfico, no por lo climatológico) el primero en hacer acto de presencia fue el Balmoral de la naviera Fred. Olsen Cruise Lines que arribó hacia las 06:30 horas procedente de Southampton.

El Balmoral es un asiduo visitante y con la de este pasado lunes suma su 8ª escala en nuestro puerto. Se trataba de la primera de las 3 escalas que la nave de la compañía británica tiene previstas hacer este año en nuestra ciudad. En esta ocasión sus 1.340 pasajeros tuvieron que desembarcar en el muelle de Calvo-Sotelo sur en previsión de la llegada del Ventura, atraque éste que no le resultaba desconocido puesto que a finales de noviembre del año pasado ya ocupó este amarre por coincidir su escala en aquella ocasión con la del Independence of the Seas.
Media hora más tarde y tras finalizar el Balmoral su maniobra de atraque el siguiente en presentarse fue el Ventura, procedente del mismo puerto que el barco de la Fred. Olsen. Tras realizar el giro a la altura del Castillo de San Antón el buque de la naviera inglesa P&O se dirigió a su atraque natural, el muelle de trasatlánticos (el más grande se queda el muelle). Aún reciente su anterior visita tan sólo 5 días antes, el Ventura pudo disfrutar en esta ocasión de un clima mucho más benévolo que el de su última visita y sus 3.300 pasajeros pudieron aprovechar mejor la jornada para descubrir la urbe.

Esta espectacular nave centró las miradas de los coruñeses a lo largo de todo el día por su descomunal tamaño, y es que sus 290 metros de eslora no pasan precisamente desapercibidos. El Ventura se está convirtiendo en uno de los gigantes más habituales en nuestra bahía y con la de este pasado lunes suma un total de 7 escalas.

El más perezoso de la terna de barcos fue el Boudicca, compañero de naviera del Balmoral y que alcanzó la costa coruñesa a eso de la 11:00 horas procedente del puerto de Liverpool. Es la 2ª vez que recala en nuestro puerto en lo que va de año tras la inesperada parada realizada el pasado mes de marzo y todavía tiene 2 escalas más programadas hasta final de 2011. Los más de 1.000 pasajeros a bordo de la nave británica tuvieron que utilizar un amarre alternativo ante la presencia de tanto crucero y su destino fue el muelle de Centenario-oeste, quizás no muy acorde para albergar a un buque de estas características (en cuanto a sus instalaciones, ya que a efectos operativos cumple de sobra), pero que le permite ser el primer crucero en atracar a este muelle en toda su historia.

El Boudicca acercándose a A Coruña y visto desde el canal de entrada al 
puerto de Ferrol.

De este modo, y tras una mañana de locos quedaba completado el elenco de estrellas presentes en la ciudad. Durante unas horas las 3 naves compartieron estancia en A Coruña ofreciendo una estampa no muy frecuente de nuestros muelles, si bien la coincidencia no duró mucho y pronto la calma dio de nuevo paso al ajetreo propio de las maniobras. 

El Boudicca amarrado en un emplazamiento tan inusual como el muelle
del Centenario-oeste.