En un mes de junio donde la cadencia de escalas de buques de cruceros ha caído considerablemente, algo por otra parte habitual a estas alturas del año, el protagonista de la semana en la ciudad y en lo relativo a este tipo de naves ha sido el Aurora, de visita por unas horas en la dársena herculina este pasado martes.
Hoy en el blog le abrimos las puertas al Aurora.
 En su segunda comparecencia del año en los muelles coruñeses el buque de la P&O llegó a la ciudad a primera hora de la mañana con más de 1.800 pasajeros a bordo, casi todos británicos y que se encontraban realizando un crucero de una semana de duración iniciado el pasado día 14 en Southampton, puerto base del navío. La travesía tenía un claro acento español puesto que incluyó escalas en Gijón y Santander además de A Coruña. Tras una visita a la isla de Guernsey el Aurora puso fín a la singladura en el día de ayer en el puerto de Southampton.
Decir que el Aurora es un clásico de los muelles coruñeses es quedarse corto; desde que debutara en la ciudad en el transcurso de su viaje inaugural, en mayo del ya lejano año 2000, el buque británico ha efectuado un sinfín de escalas en A Coruña a lo largo de estas dos décadas. En todas ellas ha hecho gala de ese porte elegante que le otorgan unas líneas esbeltas, y que le dan ese aspecto de barco auténtico, quizá el mejor cumplido que se le puede decir a una nave de estas características en el apartado estético y que en el 99% de los megacruceros actuales sea una cuestión utópica (o irrelevante, más bien). Pero si por algo ha destacado el Aurora en muchas de sus visitas a nuestra dársena a lo largo de estos 20 años es por ser uno de los buques de pasaje al que le han pasado más «cosas» durante sus estancias, un hecho que le ha llevado a ganarse, y con todo merecimiento, el título de «rey de las incidencias».
En A Coruña el Aurora es el rey… de las incidencias.
Puede que se trate de una simple apreciación del que escribe pero también es cierto que el Aurora tiene ganada (de manera injustificada para mí) una cierta fama de gafe, con un historial cargado de incidentes que juega claramente en su contra: anulación de su viaje inaugural por problemas mecánicos, experiencia humillante a causa de una infección vírica a bordo que le llevó a vagar sin rumbo por el Mediterráneo ante la negativa de varios países a acogerle en su territorio, o cancelaciones por diferentes motivos, son sólo los más reseñables. En este último apartado el Aurora puede presumir (aunque no creo que lo haga) de ser el buque de la industria crucerística que ostenta el récord de cancelación de viaje más costosa: fue durante su vuelta al mundo de 2005 cuando una avería en su sistema de propulsión obligó a indemnizar a sus 2.000 pasajeros con casi 29 millones de euros. Los más supersticiosos achacan tan tremendo gafe acumulación de hechos negativos a que durante la ceremonia de bautismo del Aurora la botella de champán que se suele usar en este tipo de actos, no se rompió al impactar contra el casco de la nave y fue a parar intacta y de una sola pieza al fondo del mar (la botella, no el Aurora).
Sea o no sea porque la botella no se rompiera, por una conjunción astral o por un mal de ojo, lo cierto es que el buque repite este mismo patrón de «malaje» a nivel local en el caso de nuestro puerto; muchas de sus visitas se han saldado con alguna incidencia y no hablo de los simples retrasos motivados por alguna evacuación médica o por la espera a un autobús rezagado de alguna excursión. Al Aurora le ha pasado casi de todo en A Coruña: así de memoria me viene a la cabeza el día en el que tras zarpar del muelle de trasatlánticos el navío británico estuvo dando vueltas como una peonza a la altura del castillo de San Antón debido a un problema con sus aletas estabilizadoras. Más surrealista si cabe fue otra de sus experiencias coruñesas en la que el buque casi se vio obligado a pernoctar en la ciudad  ante la imposibilidad de arriar una de las estachas que lo aseguraban al muelle. Ese día se llegó a barajar incluso la opción del hacha para conseguir liberar al buque de su forzado amarre.
El Aurora atracado en el muelle de trasatlánticos el pasado martes. En una ocasión un fallo mecánico estuvo a punto de impedirle soltar las amarras que lo sujetaban a uno de los norays. Si es que lo que no le pase a este barco…
Volviendo a su visita del pasado martes y tras pasar buena parte de la jornada en la ciudad, a las cinco de la tarde el Aurora tenía prevista su salida y si digo «tenía prevista» es porque como ya nos tiene acostumbrados, una nueva incidencia se cruzó en la derrota del Aurora para hacer trizas el guión establecido. En esta ocasión su retraso en la maniobra, de más de una hora, se debió a los fuertes vientos reinantes en el momento programado de la partida y que llevaron a su capitán a tomar la determinación de postergar la maniobra en previsión a que estos amainasen para no tener así que tomar remolcador. La jugada le salió «rana» al master del Aurora que a las seis de la tarde y con los vientos soplando con la misma intensidad que antes, no le quedó más remedio que hacerse a la mar ayudado por el remolcador Ibaizábal Doce para poner rumbo al Canal de la Mancha.  Tras esta escala al buque británico aún le quedan dos recaladas más en A Coruña antes  de finalizar el año, siendo la próxima el 31 de julio… o no, porque hablando del Aurora nunca se sabe.
Tras una hora de espera, a las séis de la tarde el Aurora zarpaba del puerto herculino asistido por el Ibaizábal Doce, al que podemos ver en la foto por la popa del buque británico.
Las fotos de esta entrada han sido
realizadas por Diego Veiga. Por favor, respetad la autoría de todas
ellas.