Un pueblo, una idiosincrasia. Una nación, un modo particular de ver las cosas. Más allá de los límites geográficos establecidos por las fronteras físicas, los ciudadanos de uno u otro país presentan una serie de rasgos comunes en su forma de ser, un nexo que les une y que viene marcado en gran medida por la cultura heredada. En un país con una vasta historia como es el Reino Unido uno de los rasgos más destacados de sus gentes es el respeto y orgullo por su pasado, un enorme y privilegiado legado del que los británicos hacen gala siempre que pueden. Es por esta razón por la que en un país con uno de los pasados marítimos más prolíficos y brillantes la llegada de un nuevo navío nunca pasa desapecibida; a eso súmenle el hecho de estar ante el mayor buque de pasaje de todos los tiempos y el de ser portador del nombre y los colores de la nación y se harán una idea de lo que ha supuesto la aparición este año del fastuoso Britannia, el nuevo buque de la P&O y que nos visitó de nuevo este pasado martes. En su tercera escala del año en A Coruña el Britannia ha vuelto a
asombrar al igual que lo hiciera el primer día, provocando numerosas expresiones de admiración entre los coruñeses durante las 10 horas que ha permanecido atracado en el muelle de trasatlánticos.

El gigantesco Britannia durante su salida de la ciudad este martes.
(Foto: Manuel Candal)


El Britannia es sin lugar a dudas una de las estrellas de este 2015 en A Coruña; casi se podría decir sin faltar a la verdad que la más grande del firmamento crucerístico de este año si no fuera por el debut del colosal Anthem of the Seas el pasado mes de junio. Pero la importancia de la escala inaugural del Britannia este año no reside tanto en lo portentoso de su tamaño como en el hecho de tratarse de un barco de la compañía P&O, una de las navieras con mayor peso específico en nuestra ría en lo que a tráficos de este tipo se refiere. Y es que sin necesidad de hacer números estoy casi seguro de que la P&O es una de las compañías con más visitas realizadas en la ciudad en los últimos 25 años; no olvidemos que fue uno de sus buques quien inauguró oficialmente el muelle de trasatlánticos el ahora lejano 1991. Se trató del emblemático Canberra. Por eso cualquier novedad de esta naviera alcanza una relevancia tan acusada por nuestras costas, más si cabe cuando hablamos del mayor buque poseído por esta legendaria marca en sus casi dos siglos de historia comercial.

La relación entre la naviera P&O y A Coruña va más allá de lo meramente comercial, creándose entre ambas un profundo hermanamiento a lo largo de los últimos 25 años.

Si bien su debut se produjo este año, el Britannia realmente comenzó a nacer el 1 de junio de 2011. Ese día la P&O dio a los astilleros italianos Fincantieri la orden de construír el que se convertiría en el octavo miembro de flota británica que, sin un nombre oficial designado, se conocería desde ese momento como «proyecto 6231». Durante un período de dos años técnicos del astillero, arquitectos navales y personal de la compañía trabajaron codo con codo para proyectar el futuro buque insignia de la naviera. El equipo de diseño visitó a principios de 2012 el Azura, el buque que hasta esa fecha era la última incorporación de la flota, con el objetivo de evalúar qué aspectos de la nave se podrían incorporar en el futuro buque. Tras ultimar todos los detalles del nuevo navío finalmente el 15 de mayo de 2013 tuvo lugar la ceremonia de colocación de la quilla en tierras transalpinas, un mero acto simbólico que marca el inicio oficial de la construcción del buque.

¿Una cuestión de marketing?: Esta espectacular fotografía de la popa del Britannia nos revela 
el hecho de que en un principio el nuevo megacrucero de la P&O iba a ser abanderado en las Bermudas. Actualmente y a diferencia de sus compañeros de naviera el Britannia navega con Southampton como puerto de registro,  posiblemente con la idea de vender una imagen mas «british» a costa de perder unas más que suculentas ventajas fiscales.
(Fuente: telegraph.co.uk)

El 24 de septiembre de 2013 es una de las fechas más simbólicas dentro de la biografía de nuestro protagonista de hoy; ese día David Dingle, jefe de operaciones de la división Carnival UK, anunció a bombo y platillo el nuevo nombre de la nave: Britannia (la tercera vez en utilizar esta nomenclatura en un barco de la compañía). La decisión de bautizar con el nombre de la nación al futuro buque (una de las opciones barajadas fue la de Canberra) fue con la idea de «aunar la famosa herencia de la compañía con la nueva imagen moderna de la nación». Quizás aprovechando el tirón del sentimiento patriótico que trajo la publicación del nombre del futuro buque, los directivos de la naviera británica anunciaron pocas semanas después de mostrar al mundo los primeros bocetos de la criatura los nuevos colores que luciría, colores que se harían extensibles al resto de la flota y que supondrían un cambio radical dentro de una compañía tan poco dada a grandes revoluciones. A partir del año siguiente (2014) y de manera progresiva la flota iría incorporando la nueva imagen consistente en unas chimeneas que mudaban el tradicional beige por el color azulón y, por encima de todo la aparición de una enorme bandera británica pintada en la proa.


Arriba: En un principio en la primera imagen del Britannia mostrada al mundo el barco lucía aún los tradicionales colores corporativos de la naviera, con las chimeneas en beige y el casco pintado de color blanco inmaculado.
Abajo: A las pocas semanas apareció la versión definitiva de la nueva y revolucionaria imagen que luciría el Britannia.
(Fuente: P&O Cruises)

El cambio de colores corporativos fue acogido con división de opiniones. En un barco pensado y construído para el mercado británico el lucir una enorme «Union Jack» de 97 metros de tamaño (la más grande del mundo) en la proa del mismo fue recibido con gran efusividad entre los súbditos de las islas pero no tanto por el aficionado naval en general. Acostumbrados a ver sus inconfundibles chimeneas beige el pasarse a un color tan impersonal como el actual acabando con una tradición que se remontaba a medidados de los años 30 del siglo pasado hizo aflorar muchísimas críticas en foros especializados y redes sociales. Confieso que asimilar el cambio me está costando una barbaridad y más en el caso de las unidades más entradas en años como es el caso del Oriana o el Aurora.

Una bandera de récord: La impresionante «Union Jack» que luce a proa el Britannia posee la marca de ser la más grande de su clase en todo el mundo. Para realizar sus 97 metros se emplearon 420 litros de pintura.

Los números que rodean a la gigantesca bandera pintada en la proa no son los únicos que impresionan en esta nave y es que casi cualquier cifra que guarde relación con el Britannia causa asombro por su magnitud: con sus 143.730 toneladas de registro bruto el nuevo buque insignia de la P&O es el 12º en el ránking de navíos de pasaje más grandes del mundo. Verlo acercarse a su línea de atraque es un espectáculo visual indescriptible gracias a sus descomunales 330 metros de eslora, y 38 metros de manga en la línea de flotación, cifra que alcanza los 47 metros en las alas del puente. Un barco superlativo se mire desde donde se mire, también a lo alto: hasta el «top» de la chimenea el Britannia luce unos vertiginosos 70´7 metros.

En sus 15 cubiertas de pasaje el Britannia puede acomodar a un total de 4.324 pasajeros en capacidad máxima en alguno de sus 1.837 camarotes de diversas categorías que incluyen desde 27 habitaciones para «singles» hasta las 64 suntuosas suites a las que no les falta detalle. En lo que respecta a los alojamientos el Britannia también se ha hecho con otra marca: es el primer buque de la P&O en el que todos sus camarotes exteriores poseen balcón privado. La tripulación está formada por 1.398 personas. Sus 4 motores diésel-eléctricos desarrollan una potencia total de 84.000 C.V. que permiten alcanzar a este espléndido ingenio mecánico una velocidad de 22 nudos, todo ello con un considerable ahorro de combustible de hasta el 20% si lo comparamos con cualquier crucero de similar tamaño gracias a un concienzudo estudio de las formas de su casco y a los vanguardistas sistemas de iluminación a bordo. El ahorro también se consigue a fuerza de aprovechar al máximo cada caloría de la energía producida. Un ejemplo: el Britannia produce al día 1.500 toneladas de agua potable en su planta desalinizadora utilizando el calor desprendido por sus generadores diesel. No falta detalle a bordo: 13 restaurantes, 13 bares, 4 piscinas, un impresionante spa o un espectacular teatro con 936 butacas son sólo algunos de los detalles que nos encontramos al cruzar la escala de acceso a este
nuevo orgullo británico cuyo coste aproximado de construcción ha sido de unos 775 millones de euros.

 Con todas estas espectaculares características resulta difícil encontrar un «pero» en el nuevo monarca de los británicos, no obstante lo hay y es que el Britannia no es del todo original; su diseño es el mismo que el de la nueva Royal Class de la naviera Princess Cruises y que cuenta ya con dos unidades, el Royal y el Regal Princess. Evidentemente el diseño interior se ha adecuado completamente a los gustos del mercado británico e incluso muchos detalles de su diseño externo se han modificado para darle un aspecto más tradicional y más acorde a su target de clientes; por ese motivo y a diferencia de sus dos «primos-hermanos» el Britannia luce dos chimeneas en lugar de una y no incorpora el espectacular SeaWalk, el corredor de suelo acristalado situado a  50 metros del nivel del mar. Tampoco es que el hecho de ser una «réplica» sea una pega muy a tener en cuenta dentro de la compañía; en su descargo hay que decir que salvo el Oriana ningún buque de la flota P&O tiene un diseño original al 100%.


El Britannia parte del mismo diseño inicial que el Royal Princess salvo por dos grandes diferencias estéticas externas: la presencia de las dos chimeneas en lugar de una y la ausencia del SeaWalk (flechas amarilas), el espectacular corredor panorámico que podemos ver en detalle en la foto de abajo.

Tras 22 meses de trabajos llegó el gran día. El nuevo sueño británico era una realidad y tan sólo quedaba darle una bienvenida acorde a su colosal figura. La ceremonia de bautismo oficial tuvo lugar el pasado 10 de marzo en el puerto de Southampton y contó con una madrina a la altura del acontecimiento; nada más y nada menos que Su Majestad La Reina Isabel II quien tras pronunciar las clásicas palabras » I name this ship Britannia. May God bless her and all who sail in her» («Bautizo a esta nave con el nombre de Britannia.
Que Dios la bendiga y a cuantos naveguen en ella») accionó el mecanismo que estampó la botella de vino (no se usó el tradicional champán) contra el Britannia esparciendo el caldo por toda su amura, lo que en la cultura marinera se considera un augurio de la buena suerte que acompañará al navío durante toda su vida.

(Fuente: P&O cruises)



Tan sólo 4 días después de la exitosa ceremonia de bautismo el Britannia zarpó en su primera singladura comercial, una travesía de 15 días de duración con inicio y final en Southampton y escalas en los puertos de Gibraltar, Barcelona, Montecarlo, Civitavecchia (Roma), Ajaccio, Cartagena y Cádiz. Tras concluír este viaje el megacrucero inglés continuó con su calendario de travesías que acabarían por traerlo a aguas gallegas, primero por Vigo a principios de abril y semanas después, el 14 de mayo, por A Coruña. Por fín los gallegos pudimos disfrutar y asombrarnos con este nuevo prodigio naval.


La escala inaugural del Britannia en A Coruña el pasado mes de mayo fue todo un acontecimiento en la ciudad.



 
De momento lo dejamos aquí pero en la siguiente entrada nos daremos una vuelta por los interiores del Britannia para ver que ofrece a sus huéspedes el nuevo orgullo de la P&O.