Decía Séneca que para aquel que navega sin rumbo ningún viento es favorable. Quizás para los protagonistas habituales de este blog la cuestión del viento se ve contrarrestada en buena medida por grandes dosis de tecnología que convierten cada singladura en un seguro y tranquilo viaje de placer ajenos a cuestiones atmosféricas. Sin embargo hay excepciones en este mundillo que tratan de eliminar de la ecuación el exceso de tecnología con la intención de recuperar las sensaciones de tiempos pretéritos lo que supone toda una bocanada de aire (en este caso, mejor viento) fresco. Hoy voy a hablar de algo diferente, de un modo de viajar que busca reencontrarse con la más pura tradición de la navegación que parece haber quedado sepultada por la constante e inevitable evolución y es que el protagonista de este post no es unas colosal ciudad flotante con miles de moradores llegada de un lugar remoto en una rápida travesía realizada gracias a sus potentes motores. No. Hoy retrocedemos al pasado y el protagonismo lo cobra un elemento sin el cual el arte de navegar sería inconcebible. Hoy el protagonista es el viento.

Wind Surf. El viento como protagonista.

O mejor dicho un buque para el cual el viento es su razón de ser; les hablo del Wind Surf, un buque de crucero muy especial y que el pasado 7 de julio se convirtió en la estrella de la ría de Ferrol con su primera visita a la ciudad departamental. Esta nave de aspecto tan peculiar propiedad de la naviera Windstar Cruises llegó a la bocana de la ría poco antes de las 08:00 horas procedente de Vigo, una travesía que se tomó con calma a una media de unos 10 nudos y que forma parte de un viaje 9 días de duración con salida en Lisboa y escalas en Leixoes (Portugal), las dos ciudades gallegas, Brest (Francia), Tresco (Isla de Scilly), Waterford (Irlanda) y final en Dublín.

El Wind Surf  a la altura del castillo de San Felipe.
(Foto: Jose R. Montero)

Muchos ferrolanos se quedaron sorprendidos con la estampa que lucía el recién llegado atracado en el muelle Fernández Ladreda ya que su imagen no casa con la del tradicional buque de crucero que en las últimas fechas están tan acostrumbrados a ver por nuestra ciudad vecina. Pero es que el Wind Surf a pesar de ser lo segundo (un buque de crucero) no tienen nada de lo primero (tradicional), tradicional entendiendo el término como que comparte muchas similitudes con los demás especímenes de su género. Ahora bien, si el sentido que le damos a la palabra es algo relativo a la tradición posiblemente no encontremos un navío más tradicional como éste y gran parte de la culpa la tiene su modo de propulsión.

Como bien queda reflejado en su propio nombre («Wind» es viento en inglés) el Wind Surf es un buque especializado en travesías de placer con la particularidad de que gran parte de su ruta se realiza utilizando como principal medio propulsor el viento, recuperando de este modo la esencia más pura de la navegación, pero con todas las comodidades de los navíos modernos. Este tipo tan particular de cruceros están muy de moda y son varias las compañías que se dedican a explotar este nicho de mercado siendo la propietaria de esta nave, la Windstar Cruises,  uno de los principales nombres del sector contando para ello con otras dos unidades con propulsión a vela.

De ellos su buque insignia es nuestro protagonista de hoy, todo un prodigio de tecnología que sigue sorprendiendo incluso en la actualidad cuando ya han pasado 25 años desde su botadura en los astilleros Société Nouvelle des Ateliers et Chantiers du Havre de Francia. En aquel momento el Wind Surf, que recibía el nombre de Club Med 1, era el buque a vela más grande del mundo con sus 14.745 toneladas de registro bruto, 187´2 metros de eslora, 20 metros de manga y 5 de calado. En sus 8 cubiertas de pasaje este insólito buque puede albergar a 453 pasajeros en capacidad máxima (a Ferrol llegaron 281) atendidos por una tripulación de 196 personas en un ambiente de gran lujo como corresponde a una naviera tipo premium.

Su principal característica, es evidente, son las velas izadas sobre 5 mástiles que alcanzan los 67´5 metros de altura sobre el nivel del mar y que exponen al viento una superficie vélica total de 2.497 metros cuadrados. Semejante área parecería difícil de manejar o de precisar una enorme mano de obra pero nada más lejos de la realidad; para su manejo no es necesario ni tocarlas, basta un ordenador desde el puente de mando para ajustarlas en función de las condiciones del viento en cada momento. Navegar al estilo del siglo XVIII pero con los adelantos del siglo XXI. Eso es el Wind Surf.

Tradición y modernidad van de la mano a bordo del Wind Surf.

Pero como todo no puede fiarse al viento y como plan B cuando Eolo se da un respiro, el Wind Surf está equipado también con cuatro motores Wartsila-Duvant Crepelle que generan una potencia de 4.932 caballos aplicados a dos hélices y que impulsan a este prodigio naval hasta los 12 nudos de velocidad máxima; no es mucho si lo comparamos con los buques de crucero convencionales pero el leitmotiv del Wind Surf no es llegar rápido sino disfrutar del camino.

(Foto: Jose R. Montero)

Tras pasar toda la mañana atracado en el corazón de la urbe ferrolana finalmente a las cinco de la tarde el Wind Surf reemprendió la marcha poniendo proa a la bocana de la ría. Lo hizo izando gran parte de su velamen para darle a la maniobra un punto más de magia por si ver navegar a este bellísimo navío por el angosto canal no era suficientemente mágico. En un año en el que Ferrol batirá récords en cuanto a la presencia de estas ciudades flotantes en su dársena las habrá mucho más grandes pero ninguna será protagonista de una foto tan icónica como la del Wind Surf y sus velas parcialmente izadas navegando a la altura del los castillos de La Palma y San Felipe, puro espectáculo en el que se unen la tradición marinera e historia arquitectónica y que alcanza su cénit cuando en las murallas de la vieja fortaleza de San Felipe se apostan los intrépidos soldados de la Asociación Batalla de Brión para darle una más que merecida despedida al buque con una buena andanada de disparos respondidos esta vez desde el puente de mando del Wind Surf con un prolongado bocinazo de agradecimiento.

Un miembro de la Asociación Batalla de Brión espera a que el Wind Surf se  acerque para darle su particular «saludo».

Volverá. será el próximo 9 de septiembre cuando el viento vuelva a traer a este «rara avis» del mundo crucerístico hasta aguas ferrolanas, entretanto serán muchos los buques de cruceros que se acerquen a este puerto del golfo ártabro, algunos auténticos mastodontes del océano, pero seguro que ninguno igualará en belleza al Wind Surf, la nave que hace del viento una experiencia única.

 Agradecimientos a Jose R. Montero por las fotos prestadas para la elaboración de este post y a los amigos de la Asociación Batalla de Brión que convierten cada maniobra de salida desde el castillo de San Felipe en una experiencia memorable.

Una imagen de otro tiempo.