El pasado 15 de julio el buque Ventura tomó el testigo de su compañero de naviera Oceana, presente hace unos días en la ciudad, como inquilino del muelle de transatlánticos por unas horas. El enorme coloso de la naviera P&O, englobada desde hace algunos años en el megaconsorcio americano Carnival Corp. líder del sector crucerístico mundial, llegó a la ciudad pasadas las 07:00 horas procedente del puerto de Southampton en la que es ya su tercera escala en lo que va de año en nuestra ciudad de las ocho que tiene previstas para este 2013. Una de ellas, marcada para el pasado 27 de junio, finalmente no se produjo debido a las adversas condiciones climatológicas en nuestra costa que provocaron que el buque de bandera bermudeña se dirigiese finalmente hacia el puerto de Vigo.

Botado en abril de 2008 el Ventura supuso un enorme salto de calidad y sobre todo de tamaño para la compañía P&O, no obstante el día en el que este buque iniciaba su andadura comercial se convertía en el navío más grande jamás construido para el mercado británico. Del gran éxito cosechado por este barco desde su primera singladura da fe la construcción de un hermano gemelo, el Azura, tan sólo dos años más tarde.

Quizás en un buque con una carrera tan corta como la del Ventura, con poco más de 5 años sobre sus cuadernas, resulte difícil encontrar algún incidente digno de mención y realmente se han producido pocos hechos noticiables de este tipo relacionados con esta nave pero lo cierto es que hay uno que merece ser destacado por lo raro del asunto y por la polémica que generó en su día pese a que no se saldó con ningún tipo de daño sobre las personas que viajaban a bordo. Tratar de explicar el incidente que sufrió el Ventura en octubre de 2012 sin poner a los lectores en antecedentes resultaría un tanto absurdo así que conviene explicar ciertos detalles previos sobre como están construidas estas ciudades flotantes para entender este suceso (prometo no enrollarme demasiado).

A finales de la década de los 70 la industria crucerística experimentó un gran auge motivado por una serie de factores que sería demasiado extenso explicar ahora. En esencia los cruceros, que siempre se habían visto como una actividad elitista reservada para las clases más acaudaladas, comenzaron a percibirse como una opción de ocio al alcance de muchos bolsillos lo que dio lugar a una demanda de plazas nunca antes vista. Los dueños de las navieras, muy listos ellos, se dieron cuenta de que los beneficios serían mayores cuantas más personas se transportaran por viaje y como no era cuestión de llevarlas hacinadas la solución sería hacer crecer el ingenio flotante en alguna de las direcciones posibles. Crecer hacia los lados o a lo largo supondría ir en contra de los más básicos principios de la ingeniería naval y crecer hacia abajo, esto es, aumentar el calado, impediría utilizar gran parte de los destinos más demandados como por ejemplo, los caribeños. No quedaba otro remedio que mirar hacia arriba y ahí el límite es el cielo. Hay que salvar claro está el problema de la mayor inestabilidad derivada de la gran altura pero dándole al buque un poco de «manga ancha» tenemos la cosa arreglada.

Este gráfico pretende describir la evolución que tuvo el transatlántico a lo largo del siglo XX pero podría hacerse extensible al buque de crucero. Se observa claramente como, al no poder hacerlo en otras direcciones los buques han crecido a lo alto con la consiguiente pérdida de elegancia en las líneas maestras. En el último estadío (figura de arriba) se aprecian ya las formas de cajón flotante tan habituales hoy en día.
(Fuente: autor desconocido)

Abierta la veda de las megaciudades flotantes y enfrascadas las compañías en construir el buque más grande, pronto se vio que el crecimiento en altura presentaba ciertos peros. Y es que el superponer piso tras piso cual enorme tarta de bodas tiene además del problema de la inestabilidad el hándicap del aumento de peso con el consiguiente aumento en el consumo de combustible y como no es cuestión de que el dinero extra que se consigue aumentando la capacidad del pasaje se nos vaya en gasto de carburante los ingenieros navales encontraron hace unos años una solución casi definitiva (o más bien paliativa) gracias al uso de uno de los elementos más abundantes sobre la corteza terrestre y que presenta como virtudes principales una extraordinaria ligereza a la vez que resulta bastante resistente; les hablo del aluminio, que después del acero es el metal más usado en ingeniería y que sin alcanzar las extraordinarias propiedades del rey de los metales en la construcción (el aluminio no vale como elemento estructural al no ser suficientemente resistente) aprueba de sobras para el cometido de ahorrar peso en los buques. El aluminio comenzó a usarse en estos monstruos acuáticos para construir sus cubiertas superiores, zonas que no necesitan estar tan reforzadas como el casco de la nave y que gracias al uso de este material consiguen un gran ahorro de peso (y por lo tanto de dinero).

El Ventura durante su fase de construcción en Monfalcone (Italia). 
Sus cubiertas superiores, al igual que en la mayoría de megabuques
de crucero actuales están fabricadas en aluminio para ahorrar peso.
(Fuente: P&O Cruises)

Siempre he pensado que la dureza de algo se mide en función del adversario con el que se enfrenta y en términos marítimos el Golfo de Vizcaya es uno de esos adversarios muy fuertes dispuestos a doblegar a cualquier rival, aluminio incluido. Pues por esas aguas se encontraba nuestro protagonista de hoy el pasado mes de octubre en una de sus típicas rutas con salida y llegada en Southampton, un viaje de lo más habitual para el Ventura con una travesía muy similar a las que lo traen en multitud de ocasiones al puerto coruñés. Aquel viaje no obstante fue algo diferente. El mal tiempo y el fuerte oleaje reinante no era nada para alarmarse porque en la zona en la que se encontraba el buque británico era de lo más normal tales condiciones hasta el punto de que gozar de las «bondades» del Cantábrico constituía parte del encanto del viaje. Pero lo ocurrido el día 18 sin embargo no fue tan normal y algunos pasajeros si que comenzaron a alarmarse cuando sobre sus cabezas, en el costado de estribor del navío y a la altura de la cubierta 16 surgió una vistosa y preocupante grieta de varios centímetros de grosor que se extendía horizontalmente hacia la cubierta de piscinas y bajaba en vertical hacia la última cubierta de camarotes con balcón.

Una nueva ventana: Aspecto de una de las preocupantes grietas aparecidas 
en el Ventura hace unos meses durante una travesía por el Golfo de Vizcaya.
(Fuente: blogs.mirror.co.uk)

Con el paso de las horas los pasajeros comenzaron a ver como se abrían otras fisuras de distinto tamaño en las cubiertas altas de la nave, llegando en algunos casos a dejar los cristales sin punto de apoyo. Mientras todo esto ocurría los miembros de la tripulación iban acordonando las zonas afectadas sin dar más explicaciones y los pasajeros se encontraban cada vez más preocupados por el inesperado estirón que había pegado de pronto el buque en el que viajaban. Y no era para menos; pese a haber nacido con las mismas dimensiones que el Azura, en esos momentos el Ventura era 4 centímetros más largo que su buque gemelo (glubs!).

Años atrás un incidente de este tipo hubiese pasado completamente desapercibido pero en la era de la aldea global los comentarios de los asustados pasajeros colgados en Twitter, Facebook y demás redes sociales hicieron saltar la noticia por todo el mundo y la naviera se vio obligada a emitir un comunicado en el que informaba que la aparición de las grietas «no suponía problemas en la seguridad del pasaje ni daños estructurales en la nave y que las reparaciones se realizarían a la vuelta del buque a Southampton«. En el comunicado también se afirmaba que los daños no habían sido producidos por causas climatológicas, lo que a mi juicio asusta más que tranquiliza: Si no había sido por causas del oleaje entonces ¿por que se resquebraja un buque con tan sólo un lustro de vida?.

Fueran o no las adversas condiciones climatológicas las culpables, lo cierto era que tras navegar por una zona con mala mar la estructura de aluminio de una de las cubiertas superiores del Ventura no aguantó la tensión y se había abierto. La incógnita ahora era, si como decía la naviera el estado de la mar no había tenido nada que ver, saber si se trataba de un fallo en el proceso de construcción y de ser así las implicaciones que este incidente tendría en otras unidades con un diseño similar al del Ventura.

Días después del incidente y con el Ventura convenientemente reparado y de nuevo navegando, algunos expertos afirmaban que la causa más probable del incidente había sido la longitud de las olas que había provocado enomes momentos flexores en la nave que se acentuaron en algunos puntos concretos como la zona central del barco, provocando la rotura del material en las zonas donde el mismo era más débil. El acero sometido a esta flexión vuelve a su posición cuando  las fuerzas que actúan sobre él cesan, siempre y cuando no se superen los límites propios de cada material. El aluminio de esta cubierta simplemente superó ese punto de flexión y se rompió. 

Un miembro de la tripulación supervisa la maniobra de atraque del Ventura 
el pasado lunes en el puerto coruñés.

Un mal menor ya que puestos a elegir, en un barco y en alta mar, si tienen que aparecer grietas mejor que lo hagan en la cubierta 16 y no en la 2  por lo que pudiera pasar. De todas maneras y poniéndose en la piel de los pasajeros que se encontraban a bordo aquel día no debe ser plato de gusto ver como el buque en el que te encuentras se desgaja sobre tu cabeza.

Tras pasar toda la mañana atracado en la ciudad, a las 17:00 horas el Ventura reemprendió viaje para dirigirse hacia su siguiente destino, el puerto de Gibraltar, destino que alzanzó tras dos jornadas de navegación y sin que aparecieran grietas a bordo (ni falta que hace…). La próxima visita del Ventura a aguas herculinas tendrá lugar el próximo 16 de agosto y será muy especial al coincidir por unas horas con su hermano gemelo, el Azura. Todo un día histórico para la ciudad de A Coruña.

El buque británico se despide de A Coruña hasta mediados de agosto.