Programación. Es uno de los términos que más veces se repite en el mundillo de los cruceros. La programación es vital para que la industria de los viajes de placer por mar vaya sobre ruedas y otorgue así suculentos dividendos a las navieras del sector (grandes beneficios si nos fijamos en la excelente salud de la que goza esta industria en la actualidad). Se programan las rutas de cada uno de los buques con una antelación que mucha gente no creería; sirva como ejemplo que en las fechas en las que nos encontramos ya se puede conocer, por ejemplo, algunos de los barcos que visitarán nuestra ciudad en julio de 2015, incluso sus horas de llegada y salida.

Una agenda más comprometida que la de un político trabajador (si es que esa especie existe) donde cada hora de los 365 días del año está planificada al minuto pero que en ocasiones se va al traste por ciertos imponderables que de vez en cuando obligan a los capitanes de estas ciudades flotantes a romper el guión establecido. Hace unos días, sin ir más lejos el buque Ventura tenía una escala prevista en A Coruña pero el fuerte viento reinante en nuestra costa hizo que el capitán del buque inglés tomara la decisión de dirigirse a Vigo como lugar alternativo de atraque al presentar la ría viguesa unas condiciones meteorológicas más favorables. A fin de cuentas un cambio de escala entre A Coruña y Vigo no compromete demasiado la ruta puesto que las excursiones programadas más importantes, las de Santiago, se mantienen sin comprometer los horarios. Por supuesto la seguridad prevalece siempre por delante de cualquier cuestión económica (o al menos eso debería ser) pero no duden de que antes de romper el encorsetado guión de la ruta establecida, los capitanes consultan con sus navieras para ver por cuanto sale la «improvisación».

Viene todo este rollo a cuento porque el pasado viernes 12 de julio fue uno de esos días locos en los muelles herculinos donde casualidad e infortunio hicieron que todo lo programado para ese día quedara en papel mojado. En principio el calendario marcaba la escala de un gran crucero, en concreto el buque Oceana en la que suponía su tercera escala del presente año en nuestro puerto, pero día y medio antes de que se produjera la misma los planes estuvieron a punto de irse al traste cuando el buque de la P&O, tras zarpar de Gibraltar con dirección a A Coruña, se veía obligado a retornar al puerto del peñón tras una hora de navegación por motivos desconocidos. La incidencia ponía en peligro la visita del navío a nuestra ciudad pero finalmente, y con un ligero retraso sobre el horario previsto, el Oceana asomó la proa entre la bruma a la altura de la Torre de Hércules sobre las nueve de la mañana del viernes.

(Foto: Manuel Candal)

La jornada transcurrió conforme a lo programado y tal como establecía el guión de ese día el Oceana era la estrella de los muelles pero a primera hora de la tarde el protagonismo le fue arrebatado al navío de la P&O.

(Foto Jose R. Montero)

Poco antes de las cuatro de la tarde el MSC Opera, que transitaba a la altura de la costa coruñesa en ruta VigoBilbao efectuó un brusco cambio de rumbo poniendo proa al puerto herculino a toda velocidad. Era la señal de que algo no iba bien. Una emergencia médica obligaba a la nave italiana a variar su curso y dirigirse al puerto más cercano para desembarcar a un pasajero que acababa de sufrir un infarto. La gravedad del enfermo hacía imposible la evacuación mediante el helicóptero o el traslado mediante una embarcación auxiliar por lo que la única opción viable era la de atracar en la dársena coruñesa en el menor espacio de tiempo posible.

El MSC Opera se cruza a su salida con el portacontenedores OPDR Cadiz.

La llegada fue espectacular: a toda máquina y haciendo sonar su bocina repetidamente para que todo aquel que se cruzaba en su camino pudiera apartarse. Aminorar no era una opción para el buque italiano. Tras una entrada digna de figurar en el libro Guiness de los récords como la más rápida jamás realizada por una embarcación de pasaje en la ciudad, el navío de MSC continuó saliéndose del guión habitual de estas naves hasta en lo referente al punto de amarre; con el muelle de transatlánticos ocupado por el Oceana y sin tiempo de realizar la complicada maniobra que supone atracar en el muelle de Calvo-Sotelo Sur, el MSC Opera dirigió sus 252 metros de eslora al muelle Centenario Sur donde nunca antes había atracado una nave de este tipo.

Una vez amarrado en esta insólita ubicacion se procedió a la evacuación del herido junto a sus familiares para dirigirse en una unidad medicalizada al Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña. Fue visto y no visto. 10 minutos después el MSC Opera ya maniobraba para continuar viaje hacia Bilbao y lo hizo siguiendo la estela del Oceana, que había salido minutos antes rumbo a Southampton, dando lugar a una llamativa estampa en la ría coruñesa con las dos naves practicamente en convoy tomando rumbo norte.

Mientras el Oceana zarpa del puerto coruñés podemos ver en primer término al visitante inesperado, el MSC Opera, atracado en un lugar tan atípico como el muelle de Centenario Sur.
 (Foto: Manuel Candal)

La desgraciada circunstancia al menos nos ha permitido ver al MSC Opera por nuestras aguas en 2013, un año en el que el buque de MSC no tiene previsto realizar atraques en A Coruña, algo que se nos hace raro por lo acostumbrado que nos tenía los dos últimos años a realizar unas 10 escalas en cada ejercicio en su apuesta de situar A Coruña como puerto base, estrategia que este año la compañía MSC ha modificado sustituyendo el puerto herculino por el de Vigo por razones operativas.

Una vez atendida la emergencia el MSC Opera reemprendió camino hacia Bilbao.

Agradecimientos a los habituales colaboradores del blog, Jose Montero y Manuel Candal por sus estupendas fotografías, partes de las cuales ilustran este post.