El Funchal, el legendario navío portugués, entró el pasado domingo en el dique seco número uno de los astilleros NavalRocha de Lisboa tras varios años de inactividad atracado en la capital lusa. A simple vista parece una buena noticia pero, ¿y si no lo fuera?. ¿Estamos ante el principio del fin para el mítico Funchal?.

Todo cuanto rodea al futuro al legendario Funchal permanece rodeado de una espesa niebla que nunca se disipa. A día de hoy se desconoce cual es su actual propietario y cual será el uso que éste le va a dar a la veterana nave. Lo único cierto es que el buque se subastó a finales del pasado mes de enero en Londres alcanzando la puja máxima un valor de 1´7 millones de euros. A partir de aquí comienzan las especulaciones.

Algunos rumores afirman que el Funchal fue adquirido por intereses griegos y que el destino final del buque será el desguace. Otras fuentes, más documentadas, afirman por el contrario que el Funchal habría sido comprado por un grupo inversor norteamericano que tiene como objetivo restaurar el navío. A partir de aquí sólo caben las conjeturas puesto que nadie ha reclamado publicamente ser el dueño del barco. En este contexto (el que un comprador permanezca en el anonimato) desgraciadamente parece más factible la primera posibilidad que la segunda. Con estos datos sobre la mesa, ¿en qué relato encaja mejor la entrada en dique seco del pasado domingo?.

Una varada antes de iniciar su nueva vida…

Poco ha trascendido de los trabajos que se van a realizar durante la estancia del Funchal en NavalRocha. Lo único seguro es que estos se prolongarán por espacio de casi dos meses, hasta finales de agosto. La duración de los mismos podría indicar una profunda puesta al día a nivel mecánico que lo preparara para un viaje vía remolque al otro lado del Atlántico o allí donde vaya a producirse la remodelación del trasatlántico que le devuelva su antiguo resplandor.

El estado del buque, que lleva desde 2015 amarrado sin actividad en el muelle de Matinha, obligaría a una profunda puesta a punto que permitiera su navegabilidad. Esto casaría con una estancia tan prolongada en el astillero.

…o antes de dirigirse a su funesto final

Pero como mencioné al principio, la entrada en dique seco del Funchal podrían no ser buenas noticias al tratarse simplemente de una preparación para su viaje final hacia algún desguazadero asiático.

La actual legislación europea impide que, incluso después de una transacción comercial, ningún barco abandone un país de la UE para su desmantelamiento sin eliminar antes todo el amianto presente a bordo. Esta ley se aprobó con el objetivo de proteger la salud de los trabajadores de los grandes desguaces de los países pobres, donde las condiciones sanitarias y de seguridad son muy precarias. Así la parada veraniega del Funchal en el astillero luso obedecería a la retirada de este material tóxico que abunda en una nave que, no olvidemos, se construyó allá por la década de los 60.

Funchal en A Coruña
El Funchal atracado en A Coruña durante su última visita a la ciudad herculina y que se produjo en septiembre de 2013. (Foto: Manuel Candal)

En los días previos a su entrada en dique la actividad a bordo del Funchal se reactivó y numerosos operarios realizaron tareas de desescombro, retirando gran parte de la madera que recubría las cubiertas superiores del barco. Este hecho corroboraría por lo tanto la teoría del desmantelamiento parcial previo a su viaje al desguace.

Con el paso de los días (o de las semanas) se irán conociendo más detalles acerca del futuro que le espera al bellísimo Funchal, un futuro que esperamos sea esperanzador y que no suponga decir adiós a una de las últimas joyas navales que han llegado a nuestros días.

Foto portada: Diego Veiga