(Foto: Manuel Candal)

Conocidos algunos detalles generales del L-61 Juan Carlos I en la primera parte de esta entrada especial, es hora de adentrarse en las profundidades de este gigante para descubrir lo que esconde en su interior, algo que pudieron hacer todos los coruñeses que se acercaron los días 7 y 8 al muelle de transatlánticos con motivo de las celebraciones por el Día de las Fuerzas Armadas. La iniciativa tuvo un gran éxito a pesar de la lluvia que no faltó a su cita en ambas jornadas, algo que confirmaban las continuas colas en las puertas de acceso al muelle. En total más de 6.000 personas se acercaron a lo largo de ese fin de semana para conocer a fondo al orgullo de nuestra flota. Y es que subir a bordo de este buque es hacerlo en toda una ciudad flotante, una fortaleza en la que hasta el más mínimo detalle está pensado al milímetro y que incita a recorrer palmo a palmo todos sus recovecos y pasear  por sus cubiertas, convirtiéndose así por unos momentos en un miembro más de su dotación.

Ahora un paseo rápido por sus entrañas. El L-61 Juan Carlos I tiene cuatro cubiertas principales (además de otras siete). Empezando desde abajo encontramos la cubierta de dique y el garaje de vehículos pesados donde a popa aparece el dique inundable, con unas dimensiones de 69×17 metros y con capacidad para 4 transportes de desembarco anfibio LCM-1E que tienen acceso al mar abriendo la rampa de popa de acceso al dique. Además de ésta, en esta cubierta encontramos dos puerta laterales de acceso desde el muelle para el embarque de vehículos y material. La parte de proa la ocupa el garaje para vehículos pesados que tiene capacidad para 46 carros Leopard que incluso se puede incrementar cuando no hay embarcaciones en el dique inundable. Una rampa comunica esta cubierta con la de hangar.

Arriba: Una LCM de desembarco en el dique de babor.
Abajo: Un MOWAG Piranha en la cubierta de vehículos pesados del L-61 Juan Carlos I.

Subiendo un nivel encontramos la cubierta de habitabilidad que es donde se sitúan la mayoría de los alojamientos para la tripulacion además de los comedores, cocinas, un gimnasio con capacidad para 30 personas, salas de esparcimiento para la dotación y el hospital. Destacar esta última estancia por su gran equipamiento ya que cuenta con un área ambulatoria con sala de consultas, sala de curas, sala odontológica y sala de hospitalización para 14 pacientes, y un área hospitalaria con 2 quirófanos, U.C.I. para 8 pacientes, sala de aislamiento para 4 pacientes, sala de esterilización, laboratorio, sala de rayos X y farmacia entre otros servicios.

Vista por proa del L-61 Juan Carlos I.

Por encima de esta cubierta encontramos la cubierta de hangar y garaje de vehículos ligeros que aloja a las aeronaves y a los vehículos ligeros variando su disponibilidad para cada área según las necesidades. Los vehículos, que pueden llegar a las 16 toneladas, se alojan a proa y el espacio está intercomunicado por una rampa con la cubierta de vehículos pesados. A popa se estiban las aeronaves y la capacidad varía dependiendo del tipo que sean llegando a albergar hasta 19 AV-8B Harrier II Plus, 30 helicópteros de tipo medio o 10 helicópteros pesados «Chinook».

Arriba: Vista frontal de uno de los AV-8B Harrier II Plus a bordo del L-61.
Abajo: La imagen de la Virgen del Carmen preside la cubierta de hangar y vehículos ligeros del Juan Carlos I.
(Fotos: Manuel Candal)

Por último encontramos la cubierta de vuelo, que es asimétrica y cuenta con un área de 5.440 metros cuadrados y unas dimensiones de 202 metros de largo por 32 metros en su zona de máxima anchura. A proa y a babor cuenta con un «sky-jump» de 12º de inclinación para facilitar el despegue de aviones STOVL (iniciales del inglés referida a los aviones de despegue corto y aterrizaje en vertical) y para llevar la aeronaves desde el hangar a la cubierta de vuelo el Juan Carlos I cuenta con dos ascensores, uno a proa por el lado de estribor y otro a popa que recuerda mucho al del recientemente retirado R-11 Príncipe de Asturias.

Arriba: Uno de los Harrier situado al final de la cubierta de vuelo.
Abajo: Detalle del «sky-jump» a proa del Juan Carlos I con Maria Pita como telón de fondo.

(Foto abajo: Manuel Candal)

Puede parecer una paradoja pero el buque más grande de nuestra Armada no es, ni de lejos el más poderoso a nivel armamentístico: no hay misiles, como en  una fragata convencional porque este navío no está pensado para el ataque en ese sentido y el armemento que lleva está ideado unicamente para defenderse ante cualquier amenaza enemiga y tratar de repeler un ataque repentino. Para este cometido el Juan Carlos I va equipado con 4 ametralladoras Browning y 2 ametralladoras MG; puede parecer poco pero es suficiente para intimidar.

Un Harrier en la cubierta de vuelo del Juan Carlos I apunta con su morro a 
un hotel cercano de forma amenazante.
(Foto: Manuel Candal)

De lo que si va sobrado este impresionante leviatán es de tecnología y es que en el siglo XXI la electrónica es un arma tanto o más importante que la más mortífera de las ametralladoras: Radar tridimensional LANZA-N con un alcance máximo de 250 millas, dos radares ARIES gemelos de vigilancia y control de helicópteros uno a proa y otro a popa, un radar de aproximación para controlar las aeronaves que van a aterrizar, sistemas de navegación DIANA, sistema de combate SCOMBA, equipos de guerra electrónica REGULUS y RIGEL… Un mar de enrevesadas siglas con el plus añadido de que casi todos los sistemas son de desarrollo nacional por parte la multinacional Indra lo que da muestra de la capacidad española en este campo.

(Foto: Manuel Candal)

Difícil describir una máquina tan sensacional en tan poco espacio, más para un profano en la materia como yo. Lo que si puedo asegurar sin ningún género de dudas es que la visita al L-61 Juan Carlos I fue una experiencia inigualable para para mí (en este apartado darle las gracias a mis colegas Carlos, Roberto y Jose, y muy especialmente al Cabo Mayor Francisco Díaz Mellado por su labor impagable como anfitrión) al igual que para muchos coruñeses que tuvieron la oportunidad a lo largo de un inolvidable fin de semana de visitar este coloso. Tras dos días como un coruñés más, a las finalmente a las 18:00 horas del domingo el buque insignia de la Armada dijo adiós a la ciudad no sin antes ser despedido por cientos de personas que se apostaron en distintos puntos de la costa para darle un merecido adiós al emblemático navío.

(Foto: Manuel Candal)

De todas maneras el buque de guerra no se alejó demasiado de la ciudad y durante unos días se mantuvo cerca de la costa realizando diversos ejercicios militares acompañado por dos fragatas salidas del Arsenal de Ferrol. Esperamos que vuelva pronto a visitarnos porque es un navío fascinante. Lleva nombre de monarca y sustituye a un príncipe. El mundo al revés. Tenemos nuevo Rey y éste no abdica.

 El L-61 Juan Carlos I llegando a la ciudad con Seixo Branco al fondo.

Para acabar quisiera agradecer a mi amigo Manuel Candal el sensacional surtido de fotos suministrado para la ocasión, muchas de las cuales ilustran estas dos entradas dedicadas al buque insignia de la Armada española. También agradecer la colaboración a otro gran amigo, José R. Montero, de cuyo inmenso archivo fotográfico también he «tomado prestado» alguna instantánea.