El Seven Seas Voyager maniobra durante su atraque en presencia del Hanseatic.

Continuamos con el relato de la escala doble del pasado domingo 26 de mayo. En la anterior entrada les comenté algunas peculiaridades sobre uno de los protagonistas de esa jornada, el Hanseatic, cuya inusual presencia en nuestros muelles en comparación con su compañero de amarre de ese día, el Seven Seas Voyager hizo que centrara mi atención en el primero de ellos dejando en un segundo plano al «viajero de los siete mares». Siendo habitual en nuestras aguas la presencia del Voyager ya habrá tiempo en los próximos meses de hablar con más detalle sobre él por lo que en este post les contaré alguna curiosidad más sobre un buque tan especial como el Hanseatic, un barco de expedición acostumbrado a navegar por las regiones polares del globo.

Colores corporativos de la Hapag-Lloyd en la chimenea del Hanseatic.

Evidentemente navegar entre hielos supone un mayor riesgo que hacerlo por otras rutas más convencionales  como el Caribe y el Mediterráneo y ello se traduce en una mayor posibilidad de salir en los periódicos; un
vistazo rápido al historial de accidentes de este barco sirve para ver
que el Hanseatic tiene más cicatrices que un torero, aunque viéndolo en perspectiva resulta de lo más lógico y normal teniendo en cuenta las aguas tan peligrosas que frecuenta la mayor parte del año.

De las múltiples «desavenencias» que el Hanseatic ha tenido con el hielo ninguna ha tenido consecuencias fatales pero en varias ocasiones si que se ha visto obligado a una varada para arreglar los desperfectos. Por citar los incidentes más importantes diré tres: el primero de ellos tuvo lugar en agosto de 1996 en la isla King William (Canadá), donde el buque permaneció encallado tres días y los pasajeros tuvieron que ser evacuados por el rompehielos ruso Kapitan Dranitsyn. Poco antes de cumplirse un año de este accidente el Hanseatic volvió a encallar, esta vez en aguas de Spitzbergen (Noruega) siendo reflotado a los 4 días y llevado a reparar tras evacuar a todos sus pasajeros.

Hanseatic «on the rocks» en Spitzbergen.
(Foto: Bjorn Frantzen)

El último accidente relevante de esta nave sucedió en agosto de 2005 cerca de Luroy (Noruega) y en él la colisión contra un témpano de hielo provocó un agujero en el casco del Hanseatic de unos 5 metros (lo que se le llama en el argot «hacer un Titanic») aunque a pesar de los graves daños el buque pudo ir por sus propios medios a un puerto cercano a desembarcar a sus pasajeros y ser a continuación reparado. Si todos estos accidentes se han saldado sin mayores consecuencias se debe en gran medida por el casco especialmente reforzado que presenta el buque para navegar por estas aguas inhóspitas. Al lado del «curriculum» que presenta el Hanseatic el Seven Seas Voyager ha tenido una vida de lo más tranquila aunque evidentemente los riesgos asumidos en las travesías habituales de uno y otro navío no son comparables.

No me he olvidado de la historia de los colores del Hanseatic que mencioné al principio de la anterior entrada. Como comenté en ella el barco fue construido inicialmente con el nombre de Society Adventurer si bien nunca navegó con esa denominación por la quiebra de la compañía que lo había encargado. Cuando el buque se encontraba todavía sin acabar fue comprado por la Hanseatic Tours, una compañía recién creada por Dirk Moldenhauer, un antiguo capitán de la naviera Hamburg Atlantik Line, una compañía alemana mítica de la época dorada de los grandes transatlánticos. Moldenhauer adquirió los derechos para poder  utilizar los colores corporativos de esta antigua naviera ya desaparecida además de poder usar la denominación «hanseatic» en su nueva aventura empresarial y con esa imagen comenzó su carrera el Hanseatic, con unos colores prestados de una compañía extinta.

Moldenhauer adquirió los derechos para poder usar la imagen de una naviera histórica, 
la desaparecida Hamburg Atlantik Line, en su compañía recién creada. También se hizo 
con los derechos del nombre Hanseatic. En la foto el Hanseatic original de1958.
(Foto: autor desconocido)

Sin embargo la aventura de la Hanseatic Tours fue breve y en 1997 la compañía fue adquirida por la Hapag-Lloyd tomando la naviera alemana posesión del pequeño buque de expedición. Cuando la lógica apuntaba a que el Hanseatic pasaría a lucir los colores de su nueva empresa se decidió que la nave continuara con los originales colores en su casco y en su chimenea y así se mantuvo hasta el 2011 cuando Hapag decidió que por cuestiones de imagen de marca el Hanseatic pasara a lucir el preceptivo uniforme de la compañía consistente en un casco blanco con motivos azules y naranjas.

Poco o nada tiene que ver la imagen del Hanseatic actual cn la que lucía hace tan sólo unos años. En la foto podemos verlo con su antiguo uniforme durante una de sus escalas en A Coruña allá por el 97 (ya ha llovido..) con el logo original de la Hamburg Atlantik Line en la chimenea.



De todas maneras su antigua librea no ha desaparecido del todo y en ambos costados de la nave, donde leemos el nombre del Hanseatic, aparece aún el mítico símbolo blanco sobre fondo rojo de la legendaria Hamburg Atlantik Line, que se resiste de esta manera a caer en el olvido. Así queda demostrado que un barco puede cambiar de colores corporativos sin necesidad de cambiar de compañía.

No todo se ha perdido: A los lados del Observation lounge el Hanseatic luce 
con orgullo su nombre y el simbolo de la antigua Hamburg Atlantik Line. 
Es de lo poco que externamente ha quedado de su imagen original.



 
Volviendo al pasado domingo tanto Hanseatic como Seven Seas Voyager permanecieron buena parte de la jornada atracados juntos en el muelle de transatlánticos y si su llegada fue practicamente conjunta, la salida estuvo separada por un lapso de tiempo bastante breve. El primero en tomar las de villadiego fue el Seven Seas Voyager que al dar las 5 de la tarde reinició la marcha rumbo a su siguiente destino, que en esta ocasión era el puerto de Bilbao. Tan sólo una hora más tarde hacía lo propio el Hanseatic para dirigirse también al norte aunque hacia un punto más lejano, la localidad francesa de St. Malo.



El Seven Seas Voyager sabrá perdonarme que en esta ocasión haya pasado un poco desapercibido pero es que su compañero de amarre pocas veces se deja ver por aquí y a fin de cuentas él tendrá su cuota de protagonismo el próximo 19 de septiembre cuando vuelva a visitarnos, esta vez en solitario con lo que ese día prometo darle todo el protagonismo que se merece. ¡Palabra!