Los barcos de cruceros se toman hoy un breve descanso en el blog para darle protagonismo a un impresionante buque que visitó A Coruña el pasado fin de semana, quizás no impresionante en tamaño, donde dificilmente puede competir con los gigantescos megacruceros que nos visitan de un modo tan habitual, pero en donde seguro que éstos no pueden hacerle ni sombra a nuestro protagonista de hoy es en su soberbia estampa, con una imagen que nos retrotrae a una época pretérita de corsarios y bucaneros (pese a que realmente la nave en cuestión nada tuvo que ver con la piratería). Os hablo de la fragata réplica Shtandart.

¡Al abordaje!: Una amenazadora vista de proa de la fragata rusa Shtandart con su feroz mascarón de proa formado por la cabeza de un león.

Muchos de los que se encontraran cerca de la costa sobre el mediodía el pasado día 11 sobre se quedarían atónitos al ver surcar aguas coruñesas a un navío propio de otra época, al que sería más lógico ver en alguna secuencia de la saga «Piratas del Caribe» que navegando en mitad de la ría herculina. Procedente de la localidad francesa de Saint Malo el buque ruso arribó a tierras herculinas para pasar unos días en nuestra ciudad, en parte para dar un merecido descanso a su tripulación y también para que todo aquel que lo quisiera pudiera acercarse  a conocer los secretos que esconde esta fragata réplica de uno de los más famosos buques rusos construído en el s.XVIII. Y sólo por unos módicos 4 euros, que era lo que costaba la entrada. Para aquellos que no tuvistéis la oportunidad de verlo llegar ni pudisteis acercaros a visitarlo en el post de hoy os contaré la curiosa biografía de este imperial navío, pero para conocer realmente que se esconde tras este llamativo velero hay que contextualizar un poco el relato con unas pequeñas nociones de historia, lo que requiere viajar más de 300 años atrás en el tiempo.

Una imagen majestuosa la del Shtandart navegando a vela por la ría herculina. La pudimos ver el pasado día 11.
(Foto: José R. Montero)

A principios del siglo XVIII Rusia consiguió uno de sus principales botines en su guerra contra Suecia: el acceso al mar Báltico. Esta importante conquista permitió a los rusos obtener una nueva salida al mar y una importante vía de comunicación con el mundo occidental y para ello se fundó en la desembocadura del río Neva la ciudad de San Petersburgo, la futura capital del imperio y que debe su nombre al zar Pedro el Grande. Fue precisamente por orden del zar cuando en 1703 se dio orden a los astilleros Olonetsky de construír la primera fragata de la flota del Báltico y que recibiría el nombre de  Shtandart en honor al estandarte imperial. Su primer capitán fue el propio Pedro I en persona. Durante la Gran Guerra del Norte (1700–21) y en la cual se consiguió la estratégica vía del Báltico, el Shtandart tomó parte en varias acciones militares con bastante éxito gracias a los 28 cañones con los que iba equipado hasta que en el año 1719 fue dado de baja tras una carrera plagada de un sinfín de problemas consecuencia de una apresurada construcción que tan sólo llevó 5 meses. Tras su baja, el zar promulgó un edicto de conservación del buque, del “Primogénito de la flota” cómo él mismo lo denominó, en calidad de monumento a la industria naval rusa pero desgraciadamente, sin cuidados ni atención, el Shtandart y otros barcos atracados en el canal de Kronwerk se deterioraron muy rápidamente. En 1727, una comisión enviada por Catalina I, viuda del difunto Pedro I y primera mujer que gobernó Rusia, revisó el estado del buque y decidió llevarlo a dique seco para ser restaurado, pero el tiempo y el agua ya habían deteriorado tanto el casco que durante los intentos de elevarlo el cable cortó el casco en varias secciones. El viejo Shtandart fue desguazado y la emperatriz promulgó un nuevo decreto por el que «en honor a su nombre dado por su majestad Pedro I se construirá uno nuevo». La orden sería ejecutada… casi 300 años después.

Como era tradicional en el período, el Shtandart está profusamente decorado con hermosas tallas. En el espejo de popa encontramos un dragón de tres cabezas, una imagen del rey Neptuno cabalgando sobre el mar y el escudo de la Marina Imperial Rusa. Antes de 1701 éste mostraba un águila sosteniendo en sus garras los mapas de los tres mares a los que Rusia tenía acceso (el de Azov, el Negro y el Blanco). Tras la consecución del Báltico se añadió el cuarto.

Construír una réplica de un barco desaparecido hace casi 3 siglos plantea una serie de inconvenientes; en el caso que nos ocupa hoy el principal fue la falta de planos de la nave original. El escollo fue salvado gracias a los trabajos del historiador naval Victor Krainyukov que había sido contratado en 1987 por el Museo Hermitage de San Petersburgo para descubrir todo lo posible sobre este barco. Tras una exhaustiva investigación en cientos de archivos y registros rusos Krainyukov recopiló información  sobre los diversos métodos de construcción naval de la época así como todo lo que pudo acerca de la nave; incluso encontró un grabado del siglo XVIII que mostraba al Shtandart en acción naval. Partiendo de esta base Vladimir Martus, un gran entusiasta de los navíos y actual capitán del Shtandart, creó «The Shtandart Project», una organización sin ánimo de lucro orientada a los jóvenes que pretendía llevar a buen puerto (nunca mejor dicho) la idea de construír una réplica de la famosa fragata rusa y tras superar numerosos escollos tales como conseguir planos y diagramas del barco, fondos para el proyecto y un lugar donde llevar a cabo los trabajos éstos pudieron iniciarse finalmente en Orlovsky Park en 1994.

Imponente vista desde la banda de estribor de la fragata réplica Shtandart.

La construcción del Shtandart no estuvo exenta de dificultades; se trataba de crear una fragata plenamente operativa, esto es, que cumpliera todos los estándares de seguridad y confort actuales pero respetando siempre que fuera posible las técnicas de construcción naval empleadas en el s.XVIII, lo cual implicaba en la mayoría de los casos a aprender técnicas extraídas de libros de la época o tener que rebuscar en numerosos archivos. El barco fue dividido en dos áreas: por un lado la parte histórica, que se corresponde con la cubierta de cañones, en la cual todo ha sido reconstruido de la forma más fiel a los diseños originales; desde la madera tallada hasta la jarcia, pasando por los mástiles, los masteleros y el timón. La parte moderna engloba la zona de bodega, donde los barriles, las balas de los cañones y la pólvora han dejado su sitio a dos motores diésel Volvo-Penta que generan 420 KW, tanques y bombas de agua entre otros elementos.


Arriba: El buque combina a la perfección la reconstrucción de un buque del siglo XVIII
con los estándares de seguridad modernos para poder navegar.
Abajo: A diferencia del original el único armamento que lleva a bordo la fragata réplica Shtandart son 7 pequeños cañones para lanzar salvas de saludo cuando la ocasión lo requiere.

El Shtandart cuenta con unas dimensiones de 34´5 metros de eslora, 6´9 metros de manga y un calado de 3´3 metros para un desplazamiento de 220 toneladas. La altura del palo mayor alcanza los 33 metros y en total puede desplegar una superficie vélica de 620 metros cuadrados. La estructura del Shtandart está integramente construída en madera de tres tipos: roble para la quilla y las cuadernas, pino para la cubierta y los mástiles y alerce para el casco; curiosamente éste último fue obtenido de un bosque a las afueras de San Petersburgo plantado en 1730 precisamente para producir madera para barcos. Los buques a vela suelen tener un lema, una frase que resume su filosofía de vida y el Shtandart no iba a ser menos; el suyo es «La vida es lo que hacemos».


Arriba: El barco presenta mil y un detalles llamativos como estas tallas en la popa que representan a unas sirenas.
Abajo: Grabado sobre la campana del Shtandart podemos leer en ruso y en inglés el lema de la nave: «Life is what we make it»

Tras 5 años de construcción el 4 de septiembre de 1999 el nuevo Shtandart era bautizado haciendo realidad el sueño casi 300 años después. Su viaje inaugural tuvo que esperar sin embargo hasta verano de 2000 y fue la denominada Ruta de la Gran Embajada, en la que emuló el viaje realizado tres siglos atrás por el zar Pedro I por aquellos países y ciudades donde se instruyó en la construcción de navíos. No todo han sido buenas noticias desde entonces para esta bellísima nave, al que ser una leyenda (o al menos la replica de una) no le ha evitado toparse con la siempre problemática burocracia; en el año 2007 una modificación de las leyes por parte de la Autoridad Nacional Marítima y Fluvial rusa impidió que se emitieran nuevos certificados para buques a vela. La disputa entre los propietarios del Shtandart y dicha agencia gubernamental acabó con la revocación de todas las certificaciones de la nave, lo que de facto le impedía navegar, pero el Tribunal de Arbitraje de San Petersburgo falló a favor de la fragata y revocó la decisión declarándola ilegal. Pero el conflicto jurídico no ha quedado resuelto ni mucho menos; desde entonces el Shtandart ha evitado tocar San Petersburgo, su teórico puerto base, por temor a una detención.

A popa y en caracteres cirílicos podemos leer el nombre de la nave y el de su puerto de registro: San Petersburgo.

¿Qué usos tiene un barco-réplica como el Shtandart?. Pues muy diversos. El navío realiza varias rutas al año, principalmente por el norte de Europa, en la que los miembros fijos de la tripulación enseñan a todo aquel que lo desee como era la vida a bordo de un buque de la época. No se trata de un viaje de placer con todas las comodidades como el que podríamos realizar en alguno de los cruceros que suelen ser habituales protagonistas en el blog. A bordo del Shtandart todo el mundo es bienvenido: no es necesario tener nociones marineras previas, simplemente tendremos que efectuar una «donación» para convertirnos en un marinero más; eso sí la vida a bordo es dura y durante la travesía hay que llevar a cabo diversas labores como un miembro más de la tripulación. Así la «donación recomendada» para la ruta que realizó el Shtandart entre St. Malo y A Coruña era de 790 euros. La fragata réplica es también una asidua participante de las regatas organizadas por la Sail Training International, entre ellas su competición más famosa, la Tall Ships Races, la antigua Cutty Sark que en tantas ocasiones ha recalado en nuestra ciudad. Otro de las actividades en las que suele intervenir el Shtandart es en la participación de rodajes de película; precisamente ese fue el motivo de su visita a la ría de Ferrol el año pasado.

La fragata Shtandart ha participado en numerosos rodajes de películas y series de televisión.

A mediados del mes de febrero de 2016 la fragata Shtandart llegó a Ferrol para participar en el rodaje de la película «22 Ángeles» que cuenta la historia real de los 22 niños huérfanos que partieron del puerto de A Coruña a comienzos del s.XIX para llevar la vacuna de la viruela al nuevo mundo inoculadas en sus brazos. Una increíble odisea que cobró vida de nuevo gracias al filme dirigido por Miguel Bardem y que está protagonizado entre otros por los actores Pedro Casablanc y la gallega María Castro. Durante los 6 días que duró el rodaje con el buque ruso, el muelle del Vispón se transformó en un puerto de la época y el Shtandart cambió su nombre para pasar a ser la corbeta Maria Pita, nombre que se podía leer con enormes letras en su espejo de popa. Una curiosidad relacionada con el papel que el Shtandart desempeñó en este rodaje fue que tras finalizar el mismo, el buque estuvo navegando durante algún tiempo con su ficticio nombre de Maria Pita inscrito en la popa ya que alguien se olvidó de retirarlo tras zarpar de Ferrol.


Arriba: Parte del elenco principal de la película «22 Ángeles» junto a la fragata Shtandart que sirvió de escenario para el rodaje del filme.
Abajo: Durante los días que participó en el rodaje la fragata Shtandart se convirtió en la corbeta Maria Pita, nombre que se podía leer en la popa del navío.
(Foto arriba: rtve.es)
(Foto abajo: Aarón Rodríguez Varela)

Tras una estancia de 5 días en el puerto herculino, a última hora del pasado martes el Shtandart se hizo de nuevo a la mar para dirigirse al puerto de Vigo, siguiente etapa de un periplo que llevará a la fragata rusa a visitar varios puertos de la Península Ibérica y Francia de aquí a mediados de mayo. Esperamos poder volver a ver pronto por nuestras costas a este bellísimo navío, un barco de leyenda que constituye la más clara prueba de que el entusiasmo y el trabajo duro casi siempre superan todas las adversidades surgidas para llevar a cabo una empresa que parecía inicialmente imposible, en este caso la de devolver a la vida a uno de los más míticos navíos del siglo XVIII.


(Foto: José R. Montero)

 

No quisiera terminar sin agradecer a dos grandes compañeros de afición, José R. Montero y Aarón Rodríguez, su colaboración en la entrada de hoy en forma de excepcionales fotografías. Gran parte del texto del post está extraído de la página oficial del navío (www.shtandart.ru), así como de la web oficial de la Sail Training International.

Un simpático tripulante del Shtandart (perfectamente trincado para evitar «mareos») saluda a la cámara durante mi visita a la fragata rusa.
Salvo las que así lo indican, las fotos de esta entrada han sido realizadas por Diego Veiga. Por favor, respetad la autoría de todas ellas.