Que dos buques de pasaje coincidan atracados durante la misma jornada en los muelles herculinos ya a muy pocos sorprende. Vamos así de sobrados. Lo que ya no suele ser tan habitual es que la dupla la formen dos barcos de porte imponente y que además figuran en el top ten de sus respectivas categorías; eso fue lo que ocurrió el pasado 8 de agosto con la presencia por unas horas en A Coruña de los navíos Crystal Serenity y Queen Victoria, dos extraordinarias joyas de la ingeniería naval de este siglo y dos excelentes ejemplos de lo que es el lujo flotante. En definitiva, dos auténticos superclases.

Dos superclases juntos en A Coruña
(Foto: Manuel Candal)

El orden de llegada establece también el orden de presentación y el primero en dejarse ver por la ría herculina el pasado viernes fue el Queen Victoria, que poco antes de las siete de la mañana y enmedio de frecuentes aguaceros que dificultaron la labor a los fotógrafos navales cogía práctico para dirigirse a su punto de atraque en el habitual muelle de trasatlánticos donde quedó amarrado minutos más tarde con su proa apuntando hacia los Cantones. «La Reina» procedía del puerto de Gibraltar y traía a bordo unos 2.000 pasajeros.

El Queen Victoria realizó el pasado viernes su primera visita del año a la ciudad.

No por ser sobradamente conocido gracias a sus frecuentes visitas a la ciudad deja de levantar expectación la presencia del Queen Victoria en puerto. No es para menos; cualquier objeto portador de unos colores y un nombre tan míticos como los de su naviera, la Cunard, merece por derecho propio su cuota de protagonismo. Si a ello le añadimos que las dimensiones del Queen Victoria no son precisamente discretas gracias a sus 90.049 toneladas de registro bruto, 294 metros de eslora, 32,3 metros de manga, 8 metros de calado y nada menos que 12 cubiertas de pasaje con una capacidad total para 2.172 pasajeros y 1.001 tripulantes, tenemos todos los ingredientes para conseguir una nave de cruceros que no pasa desapercibida allá donde va.

(Foto: Manuel Candal)

Por ponerle algún pero, y éste es a título personal, la sempiterna cuestión de su nombre, que a mi modesto entender le viene grande. Por más que el Queen Victoria forme parte de una compañia que escribió con letras de oro la historia de la navegación trasatlántica durante dos siglos o por mucho que sus opulentos interiores sean de lo mejor que uno se puede encontrar en mitad del océano, lo cierto es que el Queen Victoria y su cuasigemelo Queen Elizabeth no son más que buques de crucero mientras que los genuínos «Queens» eran otra cosa (trasatlánticos, para ser más exactos).

Quizás para el público en general el más desconocido de los dos sea el Crystal Serenity a pesar de que no es un debutante por nuestras aguas; su visita inaugural a nuestra ciudad tuvo lugar en mayo de 2008 y desde entonces ha vuelto a visitarnos en alguna que otra ocasión. La del pasado día 8 es su primera (y única) recalada del año en aguas herculinas y sin embargo no fue la primera vez que pasó frente a la egregia Torre de Hércules en este 2014. La explicación es que hace poco más de dos semanas hizo su escala debut en Ferrol.

El Crystal Serenity entrando en la ría de Ferrol el pasado 27 de julio.
(Foto: Jose Luis Porta)

Procedente de Santander el buque de la naviera Crystal Cruises hizo su aparición pasadas las 07:30 horas cuando los amarradores todavía aseguraban los últimos cabos del Queen Victoria a los norays. Por ocupar su compañero de amarre buena parte de la longitud del muelle, el Crystal Serenity tuvo que dirigirse a un emplazamiento alternativo que en esta ocasión y como suele ser habitual cuando dos buques de pasaje de grandes dimensiones coinciden durante la misma jornada fue el muelle de Calvo Sotelo Sur. La maniobra resultó espectacular con el Serenity virando en aguas interiores a escasos metros del Queen Victoria y con una agilidad y precisión más propia de un pequeño utilitario aparcando en una estrecha plaza de garaje que la de un buque de más de 250 metros de eslora.

Botado en el año 2003 y construído en los astilleros Chantiers de l´Atlantique de St. Nazaire (Francia) el Crystal Serenity es propiedad de la naviera Crystal Cruises, una marca que la compañía japonesa NYK fundó en 1988 para operar en los mercados internacionales dirigida al segmento de lujo. El Serenity se convirtió en el momento de su botadura en el tercer miembro de su flota (actualmente sólo son dos) y en el más grande de todos ellos pese a que en los estándares actuales este buque tampoco tiene las medidas de un gigante; con 68.870 toneladas de registro bruto el Crystal Serenity tiene una eslora de 250 metros, 32´3 meros de manga, un calado de 7´6 metros y en sus 9 cubiertas de pasaje alberga una cifra realmente baja de pasajeros para el tamaño del buque en cuestión; son 1.100 los huéspedes que en capacidad máxima puede albergar la nave en alguno de sus 550 camarotes, todos ellos exteriores y en gran porcentaje (el 85 %) con balcón exterior.

El Crystal Serenity se engloba dentro del sector más lujoso de los cruceros.

Y es que para que el afortunado que viaje a bordo de este barco alcance la serenidad que lleva implícita en su nombre y que se le supone a una travesía de placer con las más altas cotas del lujo, el Crystal Serenity presenta una cifra colosal que expresa a las claras lo lejos que la competencia se queda de este navío; es el ratio espacio/pasajero o dicho de otro modo «cuanto» barco le «toca» a cada turista. Este guarismo sirve para expresar la exclusividad de un buque de crucero y se suele mover entre 1.5 y 3 considerándose 2 como «la puerta de entrada» de lo que se podría denominar el sector de lujo; a partir de aquí cada décima que se baja es una proeza al alcance de muy pocos buques, la mayoría de ellos los llamados barcos-boutiques, naves de tamaño y aspecto muy similar al de un yate privado. Por eso resulta tan impresionante dadas sus medidas que un navío como el Crystal Serenity alcance una cifra de 1.7, un dato que junto a sus elevados estándares de calidad a bordo y su cuidado servicio lo convierten en el mejor buque de pasaje del mundo por encima de las 50.000 toneladas de registro bruto.

Claro que disfrutar de todo ésto tiene un precio, y no precisamente barato; para el crucero que estos días realiza el Crystal Serenity, una travesía de 9 días con salida en Dover y final en Lisboa, sus afortunados huéspedes han tenido que desembolsar cifras que van desde los 3.000 euros que cuesta la suite más «sencillita» hasta los astronómicos 16.000 euros que cuesta alojarse en la suite del armador, la más exclusiva. Eso si, por ese precio tenemos todos los caprichos a bordo concedidos puesto que son tarifas todo incluído (faltaría mas…). En conjunto los precios del Crystal Serenity son bastante más caros que los que puede valer un pasaje a bordo del Queen Victoria.

El logo de Crystal Cruises preside la chimenea del Serenity.

Tras pasar buena parte de la jornada atracados juntos en amor y compañía, a media tarde y con el telón de fondo de la omnipresente lluvia que apenas dio un respiro durante toda el día, los dos protagonistas se pusieron en movimiento de nuevo. El primero en hacerlo fue el más monárquico del dúo y cuando el reloj marcaba las 17:00 horas el Queen Victoria soltó amarras para realizar un giro de 180 grados más allá del Castillo de San Antón y poner proa al norte para dirigirse hacia su siguiente destino, la ciudad de Southampton. Próxima actuación de «La Reina» por la ría coruñesa: el 21 de noviembre.

A media tarde el Queen Victoria puso rumbo a las islas británicas.
(Foto: Manuel Candal)

Con una hora de diferencia zarpó el Crystal Serenity con un rumbo muy distinto al que tomara minutos antes el Queen Victoria ya que el lujoso navío de bandera bahameña enfiló por la Canal Oeste en busca de tierras portuguesas; Leixoes era su objetivo. Sin más escalas programadas para este año por aquí nos quedaremos con el consuelo de ver a su compañero de flota, el Crystal Symphony, que nos visitará, salvo cambios de última hora, el próximo 3 de octubre. Despedimos aquí una memorable jornada crucerística, la del pasado viernes, protagonizada por dos formidables pesos pesados del sector no sólo en tamaño sino en términos de lujo y calidad a bordo; dos extraordinarios superclases de los mares.

El Crystal Serenity destino a Portugal.

Agradecimientos a mis amigos Manuel Candal y Jose Luis Porta por las fotos prestadas.